Izquierdas del siglo XXI
Postradas después de la caída del Muro de Berlín, las izquierdas en el mundo entero empiezan a remontar la larga crisis y ensayar nuevos modelos políticos, sociales y culturales. En los principios de los años noventas, las izquierdas perdieron identidad, preocupadas por marcar distancia respecto del paradigma del socialismo real, muchos esfuerzos simplemente llegaron para administrar el modelo neoliberal sin que pudiera notarse la diferencia con otros modelos, mientras que otros se aferraron a sus sectarismos ideológicos como seña de identidad. En los primeros años del siglo XXI, con dificultades y contradicciones comienzan a emerger interesantes experiencias que tendrán que asimilarse políticamente.
Destaco tres que me parecen fundamentales. La primera es la de Néstor Kirchner, presidente de Argentina. Procedente del ala izquierda del Partido Justicialista, ha resultado ser un líder decidido, echado para adelante. Primero puso un alto al Fondo Monetario Internacional y colocó los intereses económicos de su país por encima del capital financiero internacional. Después reabrió los expedientes de la guerra sucia e impidió continuar una inercia de impunidad. Más tarde, frente a las presiones de una empresa trasnacional, directamente llamó a boicotearla. Hizo un gobierno distinto, abierto, democrático, pero también con identidad clara.
Otro que, en el marco de la realidad europea, parece reconstruir señas de identidad es José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de España. Primero cumplió con su compromiso de campaña y retiró las tropas españolas que estaban en Irak, en un gesto de paz y respeto a otras naciones. Después ha buscado un enfoque distinto para la cuestión vasca, que no se limite a la respuesta militar, y ha respaldado medidas audaces de las minorías que han sufrido discriminación.
Desde fuera de México se ve con interés el proceso que encabeza el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Para empezar rescató la cuestión social como el punto de identidad fundamental. Inmersa en la lucha por la democracia, la izquierda mexicana había relegado la política social, y López Obrador la volvió a poner en el centro de todo. En segundo lugar, implementó un novedoso programa de austeridad aprovechando recursos que se desperdiciaban para reforzar la política social. En tercer lugar, ha defendido la sustentabilidad y la viabilidad futura de la ciudad. En cuarto lugar, ha orientado políticas a adultos mayores y jóvenes con el objeto de reconstruir el tejido familiar como una institución social,
Existe ahora la posibilidad de concretar un proyecto alternativo en México que llegue a ser un punto de referencia tan importante como los otros que hemos mencionado. No ayudará, sin embargo, el sectarismo. Es necesaria la unidad de toda la izquierda, y no sólo eso, sino también la atracción de amplios segmentos progresistas del mundo de la empresa, de la cultura y de la política que permitan construir una mayoría electoral, y una mayoría de gobierno.
En ese sentido, llaman la atención por su impertinencia aquellas expresiones que se arrogan la propiedad de los derechos de autor de la idea de izquierda. La izquierda no es un club de membresía, no es una secta y ni siquiera un partido; la izquierda es un torrente de energía social que lucha por la igualdad social y la equidad en la diversidad en un mundo injusto como el nuestro.
Si el PRD quiere ganar la elección de 2006 tendrá que combinar una identidad clara con una amplia política de alianzas. Tendrá que abrir una parte de sus candidaturas a la sociedad civil, tendrá que incorporar a dirigentes del SME, de la UNT, la Canacintra, intelectuales, académicos y a quienes formaron parte de corrientes progresistas de otros partidos.
Me gustaría recordar un fragmento del llamamiento al pueblo de México, en el que se convocó a la fundación del PRD, un 21 de octubre de 1988: "La organización de ciudadanos que proponemos construir necesita la capacidad de acción y decisión propias de un partido y la flexibilidad, inventiva y autonomía de sus diferentes componentes, propias de un movimiento. Será una alianza en la cual convergerán sobre grandes principios comunes diversas corrientes de ideas, ninguna de las cuales se considera excluyente de las otras: demócratas y nacionalistas, socialistas y cristianos, liberales y ecologistas (...) queremos que nuestra organización sea un instrumento de la sociedad y no tan sólo de sus miembros y sus dirigentes".
Una izquierda amplia, incluyente, con capacidad de aglutinar a grandes segmentos de la sociedad mexicana, sin sectarismos, podría convertirse en uno de los referentes mundiales de las izquierdas del siglo XXI. Ahí está el reto.