Recorrido de La Jornada para difundir la trascendencia cultural del edificio
El ala sur de Palacio Nacional resguarda acervos de gran valor histórico y artístico
Múltiples obras de arte ocupan las zonas presidenciales, de acceso restringido
Ampliar la imagen El recinto instalado en homenaje al Benem�to de las Am�cas que se localiza en el �a restringida de zonas presidenciales del Palacio Nacional FOTO Mar�Luisa Severiano Foto: Mar�Luisa Severiano
La sola designación de área restringida despierta de inmediato el interés y la curiosidad por conocer el ala sur de Palacio Nacional.
Allí se encuentran las zonas presidenciales, es decir, los espacios reservados para las labores del jefe del Ejecutivo federal. Ello explica la restricción de acceso público, por razones de seguridad.
Ubicada específicamente en la escuadra de Plaza de la Constitución y la calle de Corregidora, esta área funcionó, con sus excepciones, como aposentos y oficinas de los gobernantes del país, desde la época virreinal hasta el primer tercio del siglo XX, cuando el general Lázaro Cárdenas se mudó al rancho de La Hormiga, posteriormente denominado residencia oficial de Los Pinos.
Desde entonces ha sido destinada a actos y ceremonias protocolarios encabezados por el presidente de la República, entre ellos la recepción oficial de mandatarios y primeros ministros de otras naciones, la entrega de cartas credenciales por embajadores extranjeros, reuniones con el gabinete y gobernadores de los estados y, desde luego, las fiestas para conmemorar la Independencia.
Acervo enriquecido
Al margen de sus funciones, desplazadas muchas de ellas a Los Pinos durante el gobierno foxista, los salones y pasillos que integran el conjunto albergan varios objetos y colecciones de importante contenido y valor histórico y/o artístico.
Enriquecido durante cada gobierno, este acervo está compuesto por mobiliario, pinturas (tanto óleos como frescos), esculturas, candiles, candelabros y jarrones de épocas y procedencia diversas, varios de inestimable riqueza, sobre todo histórica.
A lo anterior se deben sumar los terminados y el decorado de cada una de esas habitaciones.
Con excepción de la biblioteca -ubicada en la planta baja, donde se asentó el Archivo General de la Nación-, ingresar a esta zona es prácticamente imposible para el público en general.
Sin embargo, de forma esporádica se autorizan visitas guiadas, previa solicitud dirigida a la Dirección de Recintos del Palacio Nacional y Presidencia de la República.
En un recorrido realizado por La Jornada, como parte de la serie publicada en estas páginas sobre la historia y el valor cultural del emblemático recinto (18 de junio y 3 de julio de 2005), saltan a primera vista las estrictas medidas de seguridad a cargo del Estado Mayor Presidencial, así como la exacerbada pulcritud de los espacios y lo ecléctico de la decoración y el mobiliario.
La arquitectura de los salones de esta ala sur ha sufrido múltiples transformaciones con el paso del tiempo. Empero, se conservan abundantes objetos ornamentales y obra plástica del Segundo Imperio, como un par de suntuosos relojes de repisa regalados por Napoleón III a Maximiliano de Habsburgo, una serie de finas y hermosas lámparas de piso procedentes de Austria, así como candelabros franceses.
En los acabados de cada uno de los salones prevalece el gusto predominante en el porfiriato, afrancesado. Ello se debe a que Porfirio Díaz ordenó una restauración a profundidad con motivo de la celebración del segundo Congreso Panamericano, en 1902.
Fue entonces, según explica la historiadora Martha López Castillo, subdirectora de Recintos de Palacio Nacional, cuando el ingeniero Gonzalo Garita realizó la división del área en salas, conformación que se mantiene en la actualidad.
Galerías Los Insurgentes y de Presidentes
En los pasillos que sirven de antesala a los salones presidenciales se localizan, adosadas a los muros, las galerías de Los Insurgentes y de Presidentes.
La primera consta de una serie de retratos de algunos de los próceres de la Independencia nacional, encargados por Maximiliano de Habsburgo.
Destaca el del cura Miguel Hidalgo y Costilla, pintado en 1865 por Joaquín Ramírez, que se convirtió con el paso del tiempo, en la imagen oficial del Padre de la Patria.
El origen de la galería de Los Presidentes, en tanto, se remonta a 1945, por iniciativa del presidente Manuel Avila Camacho.
Está integrada por retratos de diversos mandatarios de los siglos XIX y XX y se ha ido enriqueciendo con la imagen del presidente en turno al finalizar su gestión.
Así, el más reciente es el de Ernesto Zedillo, obra de Santiago Carbonell.
El nombre de los salones presidenciales está determinado por el color de la decoración. Existen los salones Azul, Verde y Morado. También lo asigna la función que cumplieron. En esta categoría se encuentra los salones Embajadores y el de Recepciones, además del despacho presidencial, el comedor y el antecomedor, entre otros.
Cada uno es depositario de varios episodios históricos, como el Salón de Embajadores, en el que se firmó el acta de Independencia, el 28 de septiembre de 1821, y se realizaron también las exequias del presidente Benito Juárez durante tres días, en 1872; o el de Acuerdos, donde fueron aprehendidos el presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez durante la Decena Trágica.
Recorrido virtual
Por la parte artística y de testimonio histórico, se encuentran desde la silla presidencial, muebles estilo Luis XV y los asientos del ferrocarril de Porfirio Díaz hasta el elevador presidencial, uno de los tres primeros ascensores que llegaron a México, a finales del siglo XIX, estilo art nouveau.
El Salón Verde destaca por la belleza de su decorado. Luce un bello plafón, elaborado en 1901, profusamente ornamentado con el escudo nacional y los emblemas de la paz y la prosperidad tan invocados durante el porfiriato.
Pueden observarse allí, además, unos lunetos con motivos femeninos que simbolizan las musas de las artes y las ciencias, entre ellas la pintura, la escultura, la ley, la música, la justicia, ''conceptos que representan los principios positivistas porfirianos de la paz, el progreso y la equidad".
En el recorrido se aprecian retratos del rey Carlos III de España, el libertador Simón Bolívar, el primer presidente de Estados Unidos, George Washington, y el virrey don Juan Vicente Güemes Pacheco de Padilla, segundo conde de Revillagigedo, entre otros personajes.
De igual manera figuran óleos de gran formato que representan algunos de los episodios militares más relevantes de la historia nacional, como los titulados Un episodio de la batalla del 5 de mayo (1868) y Batalla de la Carbonara (1910), pintados por Primitivo Miranda y Francisco de Paula.
Estos se ubican en el Salón de Recepciones, que es el área de mayor dimensión de la zona presidencial.
Allí destacan las vigas de cedro de su techo, originales de la época colonial. También es donde se encuentran el balcón central y la campana de Dolores, utilizados durante la ceremonia conmemorativa del Grito de Independencia.
En la parte histórica, está la habitación fue denominada Salón del Trono durante la Colonia, por encontrarse allí el asiento con grada y dosel que ocupaba el virrey en las ceremonias.
Y al comienzo de la época de la Reforma, en ese lugar estuvo preso Benito Juárez debido a la revuelta conservadora propiciada por el Plan de Tacubaya.
En este salón concluye el recorrido por el área restringida de las llamadas zonas presidenciales.
Para las personas que tengan interés en profundizar en el conocimiento de esos espacios y en general del Palacio Nacional, pueden hacerlo mediante un recorrido virtual en la página de Internet: www.shcp.gob.mx/museo_palacionacional.
Asimismo, en breve la Secretaría de Hacienda y Crédito Público publicará el libro titulado Palacio Nacional, reflejo vivo de una nación.