Cuatro prospectos
Balance positivo en primer tramo de la temporada más chica
Sin conocer todavía el resultado de la séptima función de la temporada más chica del año en curso, hay material suficiente para intentar un balance de las primeras seis novilladas de 2005 en la Monumental Plaza Muerta (antes México), a la largo de las cuales hemos visto cuatro veces a Paul Cortés, dos a Ernesto Sánchez y dos más a José Mauricio (quien ayer estaba citado para actuar por tercera ocasión consecutiva) en el desolado pozo de Mixcoac, donde hace ocho días debutó impresionando a los conocedores el nieto homónimo del maestro Fermín Rivera (también convocado para repetir ayer).
No es poca cosa que en el transcurso de un mes y medio los aficionados cuenten con cuatro nuevos prospectos, allí donde hasta hace poco sólo figuraban como sólidas pero aún frágiles promesas el niño Joselito Adame (que sigue placeándose por España y Francia) y la señorita Hilda Tenorio, que desarrolla oficio y madurez a una velocidad impresionante, si bien ahonda en su rostro una melancolía que recuerde a la Nadia Comaneci de la época más rutilante... dicen algunos críticos puntillosos, tal vez sin reparar en que el mester elegido por la artista michoacana pertenece al reino del espanto más que al del recreo.
Mezquinas como son, las agencias internacionales y la prensa "especializada" hace tiempo que nada dicen acerca de las actividades europeas de Joselito. Pero en todo caso, ya se sabe, la falta de noticias siempre es buena noticia, y el niño Adame no cruzó el Atlántico para conquistar a los pueblos de la otra orilla sino para crecer como ser humano y enriquecer sus conocimientos en materia de ganado transalpino, que de mucho le servirán en el porvenir.
Pero mientras Hilda regresa al embudo de Insurgentes y Joselito sale del cascarón, lo cierto es que de los cuatro novilleros que han despertado el interés del siempre escaso público de la plaza muerta, tres conocen ya los secretos de la suerte suprema y los cuatro derrochan clase, aunque no todos cuenten con la misma capacidad de transmisión. El más frío del cuarteto, pero también el más docto, es Cortés, a quien el "empresario" -que antes castigaba a los muchachos por omisión y ahora lo hace por saturación- repitió excesivamente, provocando un efecto negativo entre quienes comenzaban a entusiasmarse con su valor y su inteligencia taurina, y de tanto verlo y verlo se pusieron a descubrirle deficiencias.
José Mauricio, que vive dentro de un coche compacto junto a la plaza de Mixcoac, tiene un empaque y una luz que baña de claridad y elegancia sus trasteos, y se le nota el hambre, las ganas de ser y decir, algo que no es tan visible en Ernesto Sánchez, emocionalmente el más verde, que nació con el don de la hondura en el toreo de muleta pero que aún no parece decidido a comprometerse con la ambición de ganar esta guerra librándola a muerte; quizá por ello no quiere aprender a matar. Está por verse, finalmente, qué refrendó, qué desmintió y qué cosas nuevas reveló el sobrino de Curro Rivera en su reaparición y también qué dijo a nombre propio el Gitanillo, invitado a debutar.