Usted está aquí: lunes 11 de julio de 2005 Política El país de las remesas: una realidad distorsionada

Jorge Santibáñez Romellón*

El país de las remesas: una realidad distorsionada

Aparentemente continúa, y continuará, el debate en torno al monto de las remesas que los hogares mexicanos reciben de los migrantes que se encuentran en Estados Unidos. El Banco de México (BdM) insiste en garantizar que todo el dinero que reporta como remesas familiares -16 mil millones de dólares en 2004 y un estimado de 20 mil millones de dólares en 2005- llega a los hogares en México y se transfiere entre dos personas unidas por un vínculo familiar: una que reside en México y otra en Estados Unidos. Aunque usted no lo crea, en un país que se dice democrático y se precia de ser ejemplo en el mundo por la transparencia de la información oficial y de sus fuentes, el BdM ni siquiera está dispuesto a discutir técnicamente el asunto. Todo ese dinero llega a los hogares en México y punto; tómelo o déjelo.

Por desgracia, el asunto no es tan sencillo y, en la medida en que el BdM aporta información para convencernos de su dicho, y que algunos editorialistas de las secciones económicas se suman a la estrategia, en realidad generan más dudas y el destino de las remesas, según ellos, todas en los hogares mexicanos, es cada vez menos creíble.

Que las remesas contribuyen enormemente y de manera creciente al desarrollo de nuestro país es incuestionable; que un porcentaje importante de los envíos que el BdM registra tienen como destino los hogares en México, nadie lo duda. Sin embargo, no se puede aceptar que lo hagan en la medida que el banco afirma a través de sus cifras.

Recientemente, en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (véase la nota "Precisa el Banxico origen de remesas", Reforma, 4/7/05), el vicegobernador del Banco de México declaró que 80 por ciento de quienes envían remesas lo hacen en promedio 10 veces por año y que el monto promedio por remesa es de entre 320 y 350 dólares. Si todo ese dinero llegara a los hogares, suponiendo que la regularidad mencionada fuera cierta para 100 por ciento de quienes las envían (y no sólo para 80 por ciento, como menciona el Banco de México), y partiendo de que en 2004 se recibieron 16 mil millones de dólares, esto querría decir que en ese año cerca de 5 millones de hogares en nuestro país dependieron del envío regular de las mismas.

La fuente de la que el BdM deriva esta información fue como se mencionó en dicho evento: una encuesta a viajeros internacionales (como si todos los que envían fueran "viajeros internacionales"). Sólo para tener una idea de lo contradictorio que resulta la afirmación del BdM, según el censo mexicano de 2000 el número de hogares que reciben remesas fue de cerca de un millón. Es decir, la dependencia de los hogares mexicanos de recursos que llegan del exterior en los últimos cuatro años, según datos de el BdM, se habría multiplicado por cinco, mientras la migración creció en el mismo periodo en apenas 20 por ciento. Asimismo, tomando la información de la remesa promedio que sostiene el banco, si se acepta la cifra que según éste llega a los hogares de Michoacán (cerca de 2 mil 200 millones de dólares), en ese estado 70 por ciento de los hogares recibirían remesas de manera regular. Michoacán depende de las remesas, pero no en esa desproporcionada medida.

No se entiende por qué el Banco de México se resiste a someter a discusión seria, responsable, institucional, de carácter técnico, un tema tan importante y de implicaciones políticas relevantes. No se trata de discutir si esa cantidad entra a México o no, sino de saber si todo ese dinero va a los hogares, y cuáles son sus verdaderos impactos.

Los riesgos de carácter político son considerables. En primer lugar, la administración foxista, que tanta importancia ha dado al tema migratorio, pasaría a la historia por haber multiplicado por cinco los hogares mexicanos que dependen del exterior. Seguramente sin proponérselo, el Banco de México alimenta y fortalece con esas afirmaciones el discurso más antinmigrante en contra de nuestro país, de quienes en Estados Unidos afirman que los empleos que en ese país se dan a los mexicanos están sosteniendo a México y su desarrollo. Se está proyectando una imagen falsa de que las remesas son una solución permanente y duradera (en el mismo evento del BID, el vicegobernador del Banco de México afirmó que "este flujo continuará por mucho tiempo en el futuro"), y hasta que este debate no llegue a conclusiones cada que se reporte la nueva cifra, el nuevo récord, resurgirá la sombra de la duda.¿Es tan difícil darse cuenta?

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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