POR CAMINOS OPUESTOS | 11 de julio de 2005 |
El
gasto en inversión en ciencia y tecnología, como
proporción del PIB en
México es menos de la mitad del de Brasil y una octava parte del
de
Estados Unidos. La innovación no es el fuerte de las empresas,
pero al
mismo tiempo el rezago muestra el divorcio entre la academia y el
aparato productivo y ofrece un panorama del tipo de economía con
que el
país pretende competir en el mundo.
Roberto Campa Zúñiga
LAS PYMES VIVEN AL DIA
Entrevista con Guillermo Aguirre, director adjunto de Tecnología del Conacyt P. ¿En qué nivel de investigación y desarrollo tecnológico está México? R. Ocupa el lugar 47 de la clasificación de competitividad internacional, recién difundida por el Foro Económico Mundial, que incluye las materias de desarrollo, innovación y transferencia tecnológicas. P. ¿A qué se atribuye tal situación? R. El impacto demográfico ha sido relevante en la insatisfactoria evolución de algunos indicadores de desarrollo, así como los efectos de las turbulencias económicas de los últimos 30 años, que afectaron seriamente el crecimiento y el flujo de inversiones en esas materias. P. ¿Participan las empresas en investigación y desarrollo tecnológico? R. El Registro Nacional de Instituciones y Empresas Científicas y Tecnológicas tiene listadas a la fecha más de 900 empresas que realizaron investigación, desarrollo e innovación tecnológica en los últimos cuatro años; 357 participaron en el programa de estímulo fiscal el año pasado, presentando casi mil 600 proyectos, de los cuales se aprobaron mil 308, y de éstos 62 por ciento fueron de Pymes. P. ¿Cuántas empresas obtienen certificados de patentes o invenciones? R. Casi 15 por ciento de las empresas que participaron en el programa de estímulo fiscal reportan haber iniciado el proceso de patente. El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial indica que en los últimos tres años se ha ido revirtiendo la tendencia negativa de patentes registradas. P. ¿Qué ocurre con los fondos gubernamentales de apoyo para desarrollo tecnológico? R. En el caso del Fondo Sectorial de Economía, en tres años de operación se han invertido 478.8 millones de pesos para apoyar 183 proyectos en los que la aportación privada ha sido de 849.7 millones. A la fecha han concluido exitosamente los primeros cinco proyectos, generándose nueve patentes. Del total de proyectos se espera que resulten al menos 50 patentes. En este fondo participan 129 empresas. P. ¿Por qué en México se invierte tan poco en investigación y desarrollo? R. No se ha creado una práctica empresarial que favorezca el desarrollo tecnológico sobre otras estrategias de negocios y crecimiento. La empresa normalmente reacciona a las presiones del mercado. En especial muchas Pymes viven al día, con recursos limitados y no invierten en el desarrollo de sus productos. Su competitividad se basa en la disponibilidad de mano de obra barata, en procesos de producción tradicionales y probados, en la explotación de recursos naturales accesibles y competitivos. P. ¿Cuál es la relación de la reconversión tecnológica con el conocimiento? R. El desarrollo tecnológico parte del conocimiento, esto incluye el que está disponible y que el que se genera constantemente. Para ello es imprescindible la vinculación y cooperación de la industria nacional con las universidades y centros de investigación. Las empresas deben generar su acervo de conocimiento aplicado y la capacidad de transformarlo en soluciones prácticas adaptadas a las condiciones de los mercados. P. ¿Qué pasará sin un adecuado desarrollo tecnológico? R. Su ausencia inhibe la productividad y la capacidad competitiva, las Pymes que no realizan una actividad tecnológica al menos en cuestiones de calidad, mantenimiento y control interno, tienden a desaparecer en dos o tres años. La rentabilidad y la permanencia son las condiciones básicas del proceso tecnológico § RCZ
El negocio de la ciencia y tecnología está prácticamente desaprovechado en México. La inversión para la investigación y desarrollo apenas representa 0.40 por ciento del producto interno bruto (PIB), lo que coloca al país en situación de vulnerabilidad competitiva. Brasil dedica a esas actividades 1 por ciento de su PIB y Estados Unidos 3 por ciento. Jorge Amigo Castañeda, presidente del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) señaló que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indica que la inversión en ciencia y tecnología contribuye hasta en una cuarta parte en el crecimiento de las economías en desarrollo y hasta la mitad en las más desarrolladas. Señaló que por cada punto porcentual de aumento en ese tipo de gasto, la productividad puede elevarse 0.17 por ciento. Así, la tasa promedio anual de aumento del gasto nacional en investigación y desarrollo (Ide) debería ser de 18 por ciento del total para alcanzar un nivel de autosuficiencia. México apenas llega a 3 por ciento. Amigo comentó que México tiene una tradición tecnológica que viene del modelo de sustitución de importaciones, pero que a la innovación no se le ha dado la importancia ni el lugar que representa en el crecimiento económico. La baja inversión en este rubro ha propiciado por casi cuatro décadas que el país no haya elevado su productividad y, con ella, el ingreso por habitante en el marco de una distribución más equitativa. México se ubica en la posición 47 en un grupo de 80 países en cuanto al índice de eficiencia tecnológica. Este nivel es muy inferior al recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para las economías en crecimiento, como la mexicana. Una de las explicaciones es que 92.7 por ciento de la industria está dedicada a manufacturar productos de poco valor agregado; mientras que el restante 7.3 se orienta a la fabricación de bienes de alto contenido tecnológico en áreas de software, farmacéutica, biotecnología, telecomunicaciones, aeronáutica y materiales avanzados. Además, el gasto en métodos de almacenamiento de información ha representado sólo 2 por ciento de la inversión total de tecnología en México, aseguró Adrián Moheno Contreras, gerente de atención al cliente de EMC Corporation, proveedora de productos, servicios y soluciones para el almacenamiento y administración de la información. Pero no es sólo eso, también existe un divorcio entre la academia y la industria, que impide que los esfuerzos en investigación y desarrollo de instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se materialicen en los negocios. Por tanto, se requiere de un sistema científico y tecnológico robusto que impulse, ante todo, la educación superior, el posgrado y la organización de grupos colegiados con mentalidad empresarial, según considera la Fundación Mexicana para la Innovación y Transferencia de Tecnología en la Pequeña y Mediana Empresa (Funtec). De no ser así, y no mejorar los niveles de investigación y desarrollo tecnológico, dentro de 10 o 15 años el sector productivo nacional no podrá subsistir, opinó el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Jaime Parada Avila. El sistema de ciencia y tecnología invierte cuatro veces menos que Brasil, España o Sudcorea en infraestructura y equipo para sus centros de investigación. En 2000 México contaba con una capacidad de 25 mil investigadores, frente a más de un millón en Estados Unidos, "una diferencia descomunal que revela retos por superar, como pasar a 80 mil científicos y tecnólogos para 2006", continuó Parada. Pero "el mayor desafío no sólo es la creación de redes de investigación y fondos de inversión, sino la recepción de proyectos estratégicos pertinentes". De esta manera, apenas se registra una media de 0.8 patentes por cada millón de habitantes anualmente, hechas ya sea por personas físicas o empresas, en su mayoría pequeñas y medianas empresas (Pymes), señala un estudio del Banco Mundial. En cambio, los asiáticos reportan 54.4 patentes por cada millón de habitantes al año. Limitada la capacidad gubernamental Los programas de financiamiento y apoyos del Conacyt, como el de estímulos fiscales, permiten a los empresarios ser apoyados con 30 por ciento de los gastos en investigación y desarrollo. Sin embargo, no han sido suficientes para convencerlos de invertir en la mejora de procesos y productos, binomio que ha demostrado incrementar la competitividad en la globalización. Esos programas de apoyo a la investigación y desarrollo deben ser revaluados y acercarlos a las actividades empresariales. Al respecto, la Comisión de Tecnología de la Confederación Nacional de Cámaras Industriales (Concamin) explicó que la política económica sujeta a acuerdos del Tratado del Libre Comercio de América del Norte y problemas del mercado mundial, ha orillado a los empresarios a preocuparse más por asegurar la sobrevivencia de su negocio que por destinar un porcentaje de sus recursos a la gestión tecnológica. Esta situación se complica en las Pymes, que enfrentan cada vez más dificultades para competir y tienen un ciclo de vida más corto debido a restricciones financieras y conflictos con la Secretaría de Hacienda o el Seguro Social. En opinión del empresario Gilberto Ortiz, y directivo de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), es necesario que los organismos empresariales creen unidades de vinculación, y que el Conacyt amplíe los rubros de participación para los incentivos fiscales que, además de buscar el desarrollo de innovaciones, deduzcan fiscalmente la gestión tecnológica, la certificación de calidad y la formación de recursos humanos de alto nivel. Investigación y desarrollo nacional José Piña Garza, ex presidente de la Comisión de Tecnología de la Concamin, apuntó que el sector productivo requiere una urgente reconversión tecnológica, en la cual la generación de conocimiento sea factor primordial; de lo contrario, las empresas mexicanas estarán condenadas a trabajar con menos oportunidades y con el consiguiente atraso que muestra el país ante sus socios comerciales y sus competidores. Sin embargo, Joseph Tucci, presidente mundial de EMC Corporation, estimó que el uso de tecnología de este tipo podría crecer en México y en América Latina a tasas hasta de 35 por ciento en los próximos años. El problema de los costos, indicó, se irá resolviendo en la medida en que el mercado vaya creciendo. Sin nexo tecnológico Uno de los aspectos relevantes del proceso de innovación tecnológica en México es la poca vinculación entre la academia y la industria. Gonzalo Gio, coordinador de planeación estratégica de la Funtec brazo tecnológico de la Concamin desde la Secretaría de Economía, comentó que si bien 55 por ciento de la investigación científica la desarrolla la UNAM, una gran parte de los resultados no tienen aplicación práctica para la industria, debido, entre otras cosas a la falta de coordinación y de participación del sector empresarial. El ejecutivo narró, por ejemplo, que el año pasado Funtec distribuyó un listado de las investigaciones de la UNAM en las 145 cámaras y asociaciones de Concamin con el propósito de vincular la tecnología con la empresa; "la sorpresa fue que sólo dos empresas se interesaron en aprovechar el desarrollo de dichas investigaciones". Eso demostró el profundo desinterés del sector en el desarrollo e investigación tecnológicos para usarlos como factor de elevación de la competitividad. Gio comentó que no sólo el sector empresarial ha fallado, sino también el gobierno federal. Al principio del sexenio el presidente Vicente Fox se comprometió a dedicar 1.5 por ciento del PIB para la investigación tecnológica, y ésta apenas llega a 0.40. En descargo, Guillermo Aguirre, director adjunto de Tecnología del Conacyt, consideró que el desarrollo tecnológico se ha visto afectado por las crisis económicas. Dijo que en muchas ocasiones las empresas identifican el "desarrollo tecnológico" como la disponibilidad de equipo, maquinaria, paquetes "llave en mano", para reforzar sus procesos productivos. Vínculos con grandes corporativos Existen algunos casos de vinculación exitosa entre la academia y el sector productivo. Uno es el convenio establecido desde 1988 entre la empresa estadunidense IBM y el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de Querétaro que dio origen a su actual Unidad Guadalajara, para desarrollar un laboratorio llamado Centro de Tecnología de Semiconductores (CTS), enfocado desde sus inicios a atender las necesidades de empresas del ramo electrónico. En una nueva fase del proyecto se ha instrumentado un plan académico, llamado Programa Avanzado de Diseño de Tecnología de Semiconductores (Padts), para formar diseñadores de sistemas electrónicos, programas informáticos personalizados y soportes lógicos incorporados (firmware), comentó Antonio Martínez, director del programa. Un caso más es el de Laboratorios Silanes, empresa farmacéutica mexicana que durante varios años ha recurrido a centros de investigación del Instituto Politécnico Nacional y la UNAM. Así, tiene registrados dos productos y en proceso de patente otros dos ante la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos. Jorge Paniagua, director de Investigación de Silanes, aseguró que la fuerte vinculación con la UNAM, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y el de Nutrición Salvador Zubirán, además de la Fundación Mexicana para la Salud, les ha permitido obtener productos susceptibles de ser patentados y comercializados, así como el desarrollo de tecnología propia. Otro ejemplo de adecuada vinculación es Dytisa, fabricante de componentes metal mecánicos (aluminio, latón, acero inoxidable) para las industrias automotriz, de electrodomésticos y minería. Sergio Cerda, director de la empresa, afirmó que el mecanismo se da mediante prácticas profesionales que realizan alumnos del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica y de un instituto tecnológico regional y otro federal. Con las investigaciones que los estudiantes desarrollan sobre la optimización de la productividad y calidad en los procesos, Dytisa ha mejorado el flujo de materiales y eliminado problemas que le restaban competitividad §> |