Usted está aquí: martes 28 de junio de 2005 Espectáculos Lupillo Rivera refrendó su éxito en Los Angeles; "voy por la internacionalización"

Ante cinco mil espectadores interpretó música de mariachi y de banda

Lupillo Rivera refrendó su éxito en Los Angeles; "voy por la internacionalización"

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Ampliar la imagen Durante su actuaci�n el Anfiteatro de los Estudios Universal FOTO Rafael Montiel Foto: Rafael Montiel

Los Angeles, Cal., 27 de junio. El cantante Lupillo Rivera se presentó por quinta ocasión en el Anfiteatro de los Estudios Universal, el pasado sábado, ante unos cinco mil espectadores que gustan de la música de banda y de mariachi, y quienes hicieron del foro una gran pista de baile, al calor de los temas que el oriundo de La Barca, Jalisco, quien actualmente promueve su disco El rey de las cantinas.

Los boletos alcanzaron los 110 dólares y las cervezas 13 dólares, parámetros que muestran el elevado poder adquisitivo de los pobladores de ascendencia mexicana que laboran en esta ciudad. Lupillo fue el primer artista mexicano que llenó con música de banda el prestigioso teatro, donde se han presentado estrellas como Luis Miguel y Julio Iglesias.

En entrevista en su camerino, minutos antes de su concierto, Rivera, llamado El Toro del Corrido, dijo: "Otros han tenido presentaciones exitosas, como Alejandro y Vicente Fernández, como regionales mexicanos o ranchero, lo mismo que Pepe Aguilar. Después de mí, en banda, entró El Recodo, y en otros géneros Los Tigres del Norte".

A su lado, colgado de un perchero, se hallaba el traje de charro con el que cantaría en la segunda parte del espectáculo. Su disco El rey de las cantinas contiene 11 temas en versiones de banda y mariachi, que han sido bien recibidos en Estados Unidos.

Nervioso por portar el traje de charro

"Siempre hay nervios por portar el traje de charro. Lo único que le quiero dar al público es algo diferente de mí. Hace dos años, aquí, volé encima de las butacas apoyado por un arnés; el año pasado desaparecí a la manera de David Copperfield. Ahora me voy a echar una resbalada de la escalera." Así fue.

Rivera añadió que siempre es un reto lograr sorprender al respetable. "En esta ocasión invertimos cerca de 40 mil dólares en la escenografía. El escenario quedó impresionante; todo para que regresen el año que entra."

Su voz se escucha diferente en las versiones de banda y mariachi, lo cual atribuye a los respectivos fondos musicales. "Sí, con banda la voz va correteada por las notas, y con mariachi todo es más calmado, más suave, y tienes que dar las notas; es otro sentimiento. Mariachi y banda son dos personajes; son vidas diferentes."

-¿Ha sentido en los covers cómo cantaban Pedro Infante o Javier Solís, dos de sus ídolos?

-Algo viene de ahí. Desde niño escuché a Solís, Infante y a Vicente Fernández. Siempre me gustaban los temas de José Alfredo Jiménez, para mí el mejor. Esas canciones me llegan porque las viví. Crecí con ellas. El filin ranchero te llega o no. Pero ya lo debes traer. No se da. Ojalá me vaya bien por el camino del filin del mariachi.

-¿La internacionalización?

-Trabajamos varios lugares. Me están buscando de Nueva York, donde aún no entramos. Espero presentarme en el Madison Square Garden. Ya hay un proyecto para cantar en el Auditorio Nacional del Distrito Federal. Colombia será un espacio importante este año, donde el jale del mariachi gusta mucho. Haré una presentación en la Plaza de Toros México, donde el concierto comenzará a las cuatro de la tarde y acabará a eso de las 10 de la noche.

Rechaza mezclar su estilo de norteño con banda. "Creo que el crossover lo hace uno en su propio género..." Se escuchó un grito. Era su representante Javier Rivera (no son parientes), quien lo llamaba para que subiera al escenario.

Su banda Vientos del Pacífico tocó los acordes de Eslabón por eslabón. "¡Ayayay! ¡Orale, pelón!", le gritaron por diferentes sitios del auditorio, absolutamente lleno. Las pochitas iban más que bellas. Las de Michoacán no se quedaban atrás en su vestimenta, ni las de Jalisco, que por acá abundan y recuerdan en este tipo de conciertos a su tierra, el terruño.

Al oírse El barzón, popularísimo tema de Pérez Meza, un gran tíbiri se creó ahí, donde se han presentado los Rolling Stones. No se fuma en el área de venta de cerveza, menos entre las butacas. La multa es de 500 dólares, con el consecuente arresto, esposado.

Un intermedio, para ir a hacer una larga fila. Una chela Corona vale 13 dólares, una de barril, casi sin gas, 9. Las torres de billete verde se levantan, ante los ojos desorbitados de los pobres.

Regresa Lupillo vestido de charro. Canta Llorando a solas, que se escucha más triste que nunca. Sigue con varias de José Alfredo, que hacen que la piel se ponga de gallina. El público está conectado con su música y su cantante, que se ha propuesto ser el nuevo ídolo de la música ranchera. Dice que le falta para eso, pero esa es la meta.

Tras dos horas, Lupillo grita que si quieren seguir oyéndolo. Se le ha acabado el tiempo oficial, que en Estados Unidos debe respetarse, so riesgo de multa. "¡Me vale!", grita el cantante pelón. Y el mariachi se arranca con otras, como Nana Pancha, La múcura, Que me entierren con la banda, que por estos lares pegan en el alma, corazón y mente.

Tal fue el concierto de Lupillo en Anfiteatro de los Estudios Universal.

 
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