Usted está aquí: martes 28 de junio de 2005 Economía Nada frena la construcción de regasificadoras en México

Nada frena la construcción de regasificadoras en México

El Poder Judicial se alía con el Ejecutivo federal para desechar demandas de ambientalistas

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen Miembros de Greenpeace en una protesta realizada en abril pasado contra las regasificadoras que se pretenden instalar en Islas Coronado, en la costa del Pac�co de Baja California, y que pondr� en peligro varias especies animales FOTO Notimex Foto: Notimex

Durante dos años la ciudad de Long Beach, California, ha evaluado la instalación de una terminal de energía con valor de 450 mdd, sopesando preocupaciones ambientales y de seguridad, contra la demanda de nuevos empleos y los altos requerimientos de gas natural. El 8 de junio el ayuntamiento de la ciudad resolvió que eran necesarias más evaluaciones ambientales respecto de la planta que importaría gas natural licuado. A los promotores del proyecto sólo se les garantizó una cosa: muchos meses más en el limbo.

Pero mientras a los estadunidenses les preocupan tales proyectos, el gobierno de México los está aceptando. La misma semana de la resolución de Long Beach, la Secretaría de Energía mexicana reveló que el gigante español de la industria energética, Repsol YPF, había propuesto construir una terminal de gas natural en la ciudad portuaria de Lázaro Cárdenas: uno de media docena de proyectos similares destinados a las costas del Pacífico mexicano.

''Asegurar un suministro suficiente de energía con normas internacionales de calidad y precios competitivos es el primer objetivo estratégico del sector energético del gobierno mexicano'', dijo Carlos Garza Ibarra, subsecretario de Energía.

Las terminales costeras de gas natural, dijo, son claves en los esfuerzos del país para garantizar el suministro futuro, ''sin presionar el mercado estadunidense, que ya tiene un déficit en la materia''.

De alguna manera, la oposición pública que ha detenido varios proyectos en California está presente en México; las preocupaciones crecientes de muchos ciudadanos bajacalifornianos son un eco de las que se han escuchado en Long Beach. Sin embargo el sistema judicial, que con frecuencia desecha tales protestas, privilegia a las autoridades federales, las cuales fomentan las importaciones de gas natural licuado en respuesta a la apremiante necesidad del combustible.

El gas es refrigerado hasta convertirlo en líquido, con lo cual se reduce su volumen y se facilita su transporte a bordo de enormes buques tanques. A su arribo al puerto de recepción, el líquido es ''regasificado'' y conducido por gasoductos a los consumidores. Ante el crecimiento del consumo mundial y de los precios del gas, los promotores ven en la licuefacción un medio cada vez más atractivo de conectar los suministros lejanos con los mercados hambrientos de energía.

El proyecto de Repsol YPF implicaría conducir gas desde el campo exploratorio de Camisea, en la región amazónica peruana, a México.

Para los funcionarios mexicanos, la demanda actual y la proyectada justifican los nuevos proyectos. Garza dice que el consumo de gas natural en México podría crecer hasta 50% en los próximos ocho años. El grueso de los nuevos suministros, dijo, tendría que provenir de las importaciones, en la medida en que se han rezagado los esfuerzos del país para desarrollar las reservas domésticas de gas. El gas licuado es el medio más efectivo para manejar esos costos de importación, aseguró.

Actualmente México importa cerca de 19% de los 148 mil 400 millones de metros cúbicos de gas que consume al día, dijo Garza. Para 2013 las importaciones podrían representar 40% de los 260 mil 400 millones de metros cúbicos que se consumirán diariamente, según las proyecciones internas de la Secretaría de Energía.

La decisión del ayuntamiento de la ciudad de Long Beach, que continúa estudiando la propuesta de Mitsubishi Corp y de su socio estadunidense, ConocoPhillips, para construir una planta regasificadora en el puerto de la ciudad, ha generado otras consecuencias. Los ciudadanos se oponen por motivos de seguridad, aludiendo al riesgo de explosiones e incluso terrorismo, mientras los interesados en el negocio hacen proyecciones de mil empleos en la construcción, además de los beneficios energéticos. El proyecto Long Beach es la única terminal terrestre de gas que permanece en análisis, luego de que la oposición pública acabó con otros proyectos.

En México, la planta Repsol YPF se construiría en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y suministraría gas por una red de tuberías a la ciudad de México, hambrienta de energía. Otras terminales de regasificación están en construcción al norte de Ensenada y en Baja California -la primera en la costa del Pacífico- y en Altamira, Tamaulipas, en el Golfo de México.

Otras tres terminales propuestas, entre ellas una segunda planta en Ensenada y otras en los puertos de Manzanillo y Rosarito en el Pacífico, están en diversas etapas del proceso de aprobación.

Sempra Energy de San Diego, matriz de Southern California Gas Co y de San Diego Gas & Electric Co, desarrolla la primera planta de Ensenada. La compañía planea vender más de la mitad del gas en EU. La construcción comenzó este año y la planta está programada para comenzar a regasificar el combustible enviado de Indonesia a finales de 2007. Sempra también pretende obtener permisos y convenios de suministro para construir terminales en Port Arthur, Texas, y en Lake Charles, Luisiana.

La planta de Altamira, que construye el grupo Royal Dutch/Shell, venderá todo su gas en México. A principios de este mes, Repsol YPF y Hunt Oil Co. de Texas acordaron con SK Corp de Corea del Sur construir en Perú la tubería necesaria y una planta de licuefacción en la costa de ese país. Por su parte, Repsol YPF informó que el gas sería destinado a México, pero no ofreció más detalles.

FUENTE: EIU

 
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