Acogió a uruguayos tras el golpe de Bordaberry
Honran al ex embajador Vicente Muñiz Arroyo
Con doble homenaje en memoria del diplomático mexicano Vicente Muñiz Arroyo, las embajadas de Uruguay en México y de México en Uruguay conmemoraron ayer, simultáneamente en Montevideo y el Distrito Federal, el trigésimo segundo aniversario del golpe de Estado que el entonces presidente Juan María Bordaberry dio el 27 de junio de 1973 en el pequeño país de la banda oriental del río de La Plata.
En la ciudad de México, durante una ceremonia en la que fueron entonados los himnos de ambos países y tomaron la palabra tanto Diego Pelufo, representante consular de la legación sudamericana, y el señor Luis Alberto Charlone, que recibió la protección del embajador Muñiz Arroyo, la compañía teatral Contigo América, cuyos integrantes se declaran todos "uruguayo-mexicanos", llevó a cabo una función de la obra Exilios, dirigida por el mexicano Felipe Galván y protagonizada por la actriz rioplatense Raquel Seoane.
Horas antes, en la costa de la ciudad de Montevideo, entre los barrios Malvín -donde vive Eduardo Galeano- y Carrasco -donde están el aeropuerto y muchas residencias diplomáticas, entre ellas la que habitó Muñiz Arroyo-, numerosos uruguayos que alguna vez estuvieron refugiados en nuestro país develaron un busto del generoso exponente de la política exterior mexicana de aquellos tiempos, gracias a la cual sobrevivivieron.
Al término del espectáculo de Contigo América, en el Distrito Federal, Beatriz Muñiz Arroyo, hermana del admirable embajador, recibió un diploma de parte de Luis Alberto Charlone, quien estuvo escondido en la residencia mexicana del barrio uruguayo de Carrasco durante una etapa de la dictadura que entre 1973 y 1985 ensangrentó y cubrió de terror y desesperanza a uno de los países considerados como más cultos de América Latina, que en la primera mitad del siglo xx destacó por sus proezas futbolísticas y después por las aportaciones de sus artistas e intelectuales, como el sabio Carlos Quijano, fundador de la mítica revista Marcha, y el cantautor Alfredo Zitarrosa, que vivieron en México asilados por Muñiz Arroyo.
Tupamaros, dolor de cabeza
En medio de la conmoción mundial que agitaba a Latinoamérica tras las revueltas estudiantiles, en Uruguay surgió el movimiento guerrilllero de los Tupamaros, que figura entre las fuerzas políticas que dieron origen al Frente Amplio que hoy gobierna ese país bajo la dirección del presidente Tabaré Vázquez. Pero a principios de los años 70, cuando la acción de los Tupamaros se convirtió en dolor de cabeza para el gobierno derechista de Juan María Bordaberry, éste disolvió el Poder Legislativo y todas las instituciones democráticas para autoproclamarse jefe de una junta "cívico-militar" con el respaldo de las fuerzas armadas.
Pero los militares en realidad lo usaron como títere de guante para apoderarse de los mecanismos de control del Estado y en 1976 lo depusieron, intensificando la pesadilla que era en esa época la vida cotidiana, donde la represión se concentró en el encarcelamiento de los revolucionarios y no en el asesinato o la desaparición de personas, pues a diferencia Argentina, donde el ejército eliminó clandestinamente a 30 mil, en Uruguay corrieron con esta mala suerte 38, en cuyo recuerdo existe ahora un monumento en el Cerro, a la orilla de Montevideo.
Don Vicente Muñiz Arroyo se vinculó con Uruguay desde 1970, cuando fue enviado a ese país en representación del gobierno mexicano ante la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, fundada el 18 de febrero de 1960 en el marco del Pacto de Montevideo por Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay con la idea estratégica de crear una zona favorable al intercambio de exportaciones entre los países del subcontinente.
Ante el golpe militar de 1973, Muñiz Arroyo abrió las puertas de la residencia oficial de México en el barrio de Carrasco y, según testimonios que hoy lo enaltecen, "no pocas ocasiones se jugó la vida para salvar a perseguidos y brindarles su protección". Algunos de ellos, como Iván Altesor, Ana Buriano, Silvia Dutrénit, Carlos Onetto y Diego Pelufo, presentaron en abril de 2004 a la comunidad uruguaya que vive en México la iniciativa de instalar un busto del fallecido diplomático en la plaza Uruguay de la colonia Polanco; la solicitud, elevada a las autoridades delegacionales y al Gobierno del Distrito Federal todavía no ha sido resuelta.
Este deseo, en cambio, se materializó ayer en la Rambla México del puerto de Montevideo, donde el pasado 16 de junio Bordaberry compareció por primera vez ante los tribunales para responder por sus crímenes durante la dictadura, así como acerca del papel que desempeñó en la Operación Cóndor, por la cual más de 200 uruguayos desaparecieron para siempre en Argentina. Quienes ayer homenajearon a Muñiz Arroyo aquí y allá confían en el ex presidente que traicionó a la democracia reciba el castigo que merece.