¿Valía la pena revivir a Batman?
Ampliar la imagen Batman Inicia es una cinta de entretenimiento bien realizada, pese a su lento arranque
¿Es un hombre? ¿Es un vampiro? No, es Christian Bale en el papel de un excursionista sicóticamente agresivo que por un desastroso error se mete en una prisión birmana. Ya sea por valentía o por estupidez, durante más de una hora de esta tan publicitada nueva versión el atractivo principal no aparece por ningún lado. Sí, claro, hay montones de peleas y nubes de murciélagos, así como rollos filosóficos sobre "el gran viaje interior", pero para la hora en que este legendario superhéroe queda al fin satisfecho con el modelo de su pectoral, la aerodinámica de su capa y la fuerza protectora de su cinturón y surge al fin como Batman, uno ya ha mirado varias veces el reloj.
El solo hecho de que se haya logrado revivir la serie es un pequeño milagro. A quienes recuerdan con precisión el hedor que despedía la atroz Batman y Robin de Joel Schumacher (1997) se les puede perdonar por haber creído que la franquicia estaba muerta y sepultada. Eso debió haber pensado su estrella, George Clooney, porque se pasó los siguientes cinco años disculpándose por participar en ella. Pero bueno, los estudios cinematográficos no se caracterizan por su sentido de la vergüenza, y Warner Bros probablemente haya considerado el fiasco de Schumacher como un tropiezo y no como señal para celebrar los funerales.
Ocho años después se les ocurrió la genial idea de contratar al joven director británico Christopher Nolan, cuya carrera tuvo un excelente arranque con su sátira de bajo presupuesto Following y su brillante rompecabezas Memento, sobre el tema de la amnesia, para luego caer en un bache con el thriller Insomnia, protagonizado por Al Pacino. He aquí al menos un cineasta que tiene mayores aspiraciones que apantallar al público con un comercial de juguete caro.
La intención expresa de Nolan fue conferir un "realismo acentuado" a esta saga de cómic, e investigar la sicología del angustiado y neurótico luchador contra el crimen. El largo primer acto de la película presenta la educación sentimental de Bruce Wayne (Bale), niño rico devenido violento pájaro de cuenta, enviado de prisa a un monasterio tibetano donde un gurú barbudo, Ducard (Liam Neeson), lo instruye en la senda de la Liga de Sombras, sociedad que ensalza el arte del espadachín, las negras vestimentas del ninja y la filosofía estilo "pequeño saltamontes" ("Para conquistar el miedo hay que transformarse en miedo"). La liga descubre así la más profunda neurosis de su pupilo, si bien, como nos informa un reiterado flashback, está claro que el joven Bruce quedó traumatizado desde que cayó en un hoyo y fue acosado por una horda de vampiros. ¿No hubiera sido mejor que Ducard le preguntara eso para ahorrarle un montón de problemas a todo el mundo?
Otro flashback revela la cercanía del hijo con su padre, un filántropo multimillonario, y el horror de verlo asesinado junto con su madre. Nolan y su coguionista, David S. Goyer, hacen valer esta pérdida; de hecho, apenas puede uno moverse entre tanta pesada figura paterna que atiborra la cinta. Primero están Neeson y su jefe Ra's Al Ghul (Ken Watanabe) prodigando sus perlas de sabiduría; luego, cuando al fin la trama se traslada a Ciudad Gótica, conocemos a Michael Caine como el mayordomo y guardián familiar Alfred; a Morgan Freeman como un científico que patenta infinidad de batiartilugios, y a Gary Oldman, cortado a la medida como uno de los pocos policías incorruptibles de la ciudad. Caray, ¿cuántos padres necesita este muchacho?
El elenco de villanos, siempre un aspecto clave en una cinta de superhéroes, es una mezcla de aciertos y errores. Tom Wilkinson está mal aprovechado como capo mafioso, y Rutger Hauer ya vio pasar sus mejores días como fuerza del mal de ojos taladrantes. En el lado positivo, la siniestra inmovilidad de la mirada de Cilliam Murphy es casi tan perturbadora como la extraña capucha que lleva como su perverso alter ego, El Cuervo. Y como rijoso policía corrupto, Mark Boone Jr (quien hizo de dependiente de motel en Memento) aporta una agradable dosis de degradación.
Después de su lento arranque, Nolan recupera el paso en la sección media, y si bien el filme sigue quedándose corto en cuanto a captar la atención, por lo menos resulta visualmente atractivo. La meta era mostrar una "Nueva York en esteroides", y el diseño de producción de Nathan Crowley combina elementos de Manhattan, Chicago y Tokio para construir una Ciudad Gótica envuelta en una noche aterradora; la fotografía de Wally Pfister la muestra fulgurante, barrida por la lluvia y tan glamorosamente sucia como la metrópolis de Blade Runner. Hay también cierto grado de seriedad sicológica, que podemos agradecer en parte a Sam Raimi -sus cintas del Hombre Araña han osado imaginar un público que gusta tanto de los libros como del cine-, y en parte al característico interés de Nolan por la elusividad de la memoria y la identidad. Puede que Batman no resuelva un enigma laberíntico como el que atormentaba a Guy Pearce en Memento, pero su duplicidad de decadente playboy y secreto luchador contra el crimen insinúa al menos la posibilidad de un conflicto espiritual.
Bale tiene una actuación respetable en el papel titular, aunque no carismático. Lo admiré mucho como el artista hambreado en la sombría cinta de horror síquico The Machinist, pero ahora que ha embarnecido se vuelve a percibir en él la desabrida vanidad de un campeón de boxeo; si alguien intenta hacerle una batibroma es probable que le propine una madriza.
A final de cuentas, Batman inicia es una cinta de entretenimiento bien realizada, que permite pasar el rato de manera más agradable que las otras películas del personaje, incluida la de Tim Burton. Nolan se esforzó en rescatar la franquicia del abismo de autoparodia en que había caído. Con todo, me pregunto si el talento que creó Following y Memento no se está desperdiciando en las trilladas emociones de un género indigno. Persecuciones de autos, balaceras, explosiones: aquí hay todo eso, y todo nos deja en un estado de exquisita indiferencia.
Contratar a Nolan para dirigir un taquillazo se siente algo así como contratar a García Márquez para redactar una tarjeta de felicitación. Uno sabe que es capaz de hacerlo, pero ello significaría perder oportunidades más valiosas.
Batman inicia
Christopher Nolan
(140 minutos)
Con Christian Bale, Michael Caine, Liam Neeson, Morgan Freeman
* Crítico de cine de The Independent
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya