Una de las inventoras del performance inundó con su irreverente furia El Hábito
Nueva York ya no es la capital cultural, sino un suburbio de EU: Penny Arcade
Lamenta que la ciudad se esté homogeneizando y que se estén reduciendo los foros independientes
Ofreció el sábado espectáculo en el que critica la religión, su país y a Paris Hilton
Ampliar la imagen Penny Arcade, momentos antes de su actuaci�n El H�to, el s�do pasado FOTO Carlos Ramos Mamahua Foto: Carlos Ramos Mamahua
Una poderosa e irreverente furia inundó la clausura del tercer Festival de Performance en El Hábito, el pasado sábado.
La pequeña figura de Penny Arcade no cabía en el teatro-bar. La gran performancera neoyorkina sacudió con su poderosa actuación que recordaba, con un ácido sentido del humor, lo jodido que está el mundo -en especial su país- donde predomina "la alienación, el aislamiento, la desolación y la fragmentación".
Y qué mejor antídoto a esto que el performance en vivo, cuyo sentido, dijo, es "estar juntos".
El público de Rebellion Cabaret, que en su mayoría parece entender el espectáculo, prácticamente todo en inglés, oscila entre la carcajada y la angustia, con las irónicas escenas de humor corrosivo.
Entre Clean Channel y Rebellion Cabaret
Frente a un teatro lleno, discreta, subió al escenario en pantalón, blusa y tenis y se acostó. Chris Rael, cantante y guitarrista que la acompaña, dice muy quedo, "Penny, despierta, ya es hora, ya llegó el público".
Ella, de mala gana, se despereza, quejándose de las cinco empanadas que recién comió. Y, mientras se cambia de ropa, cuenta sobre la lluvia en el DF y el posmodernismo: "Fue un invento de un grupito de académicos para tener algo que decirles a los estudiantes universitarios. El posmodernismo implica una evolución y yo no veo ninguna. Vamos para atrás. Este mundo consiste en alienación, aislamiento y desolación".
"¿Por qué eres tan negativa, Penny? Te estás creando más y más karma", cuenta la performancera que le dicen. "No entiendo a la gente que quiere salirse de la rueda del karma. ¡Yo quiero estar atada a ella! Quiero regresar una y otra vez, con cuerpo, a este mundo!"
Y describe a los suicidas colectivos en Estados Unidos a cuyo lado encuentran una maleta: "Me tengo que matar, pero me voy a llevar mi equipaje... ¡Eso es a lo que nos enfrentamos allá arriba!", grita.
La religión será, a lo largo de su actuación, uno de los blancos del humor de Arcade. Su puntería se dirige sobre todo contra el fanático cristianismo conservador de la elite política y mediática que domina ese país. Chris Rael y ella cantan Clean Channel, una parodia a Clear Channel: "Clean Channel/ nuestro soldado cristiano/ nuestro guerrero corporativo".
Clear Channel es dueño de cientos de radiodifusoras y promotor de la censura, tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001, al grupo femenil Dixie Chicks y la canción Imagina, de John Lennon, porque decía "imagina que no hay religiones".
Pero también cuestiona a los "miles de monjes católicos y budistas que rezan por la paz... ¡y llevan siglos haciéndolo!... Parece que no está funcionando..."
Arcade exhorta a los presentes a leer a George Orwell ("Yo creía que 1984 era una novela de ciencia ficción").
Sobre su ciudad, Nueva York, dice quien es considerada "musa de Andy Warhol" y lleva "37, 38 años" haciendo performance: "La están convirtiendo en un suburbio, la están homogeneizando, es como lo que le está pasando a la Condesa".
"Nueva York fue invadida por Estados Unidos", dice, y, en una especie de homenaje al Nueva York que ya se fue, cantan Rebellion Cabaret: "Este cabaret es para los freaks y los perdedores".
¿Dónde encuentra al México vivo? En La Merced. Su único temor es que vayan a querer poner ahí "el Wal-Mart más grande del mundo".
El poder de las tetas
Arcade, una de las inventoras del performance ("me disculpo por ello"), cuenta de lo contenta que la pone estar con gente, ya que todo está hecho para que uno esté cada vez menos en público, esté cada vez más aislado, frente a una pantalla. "La idea de que el Internet nos une es pura mierda".
Una Penny Arcade con orejas de Minnie, la novia de Mickey, cuenta que está impresionada con el recibimiento que tuvo Paris Hilton en México: "¡La diosa nórdica entre los chaparritos morenos!"
Pero se pregunta por qué una de las mujeres más ricas del mundo es también de las peores vestidas: "Parece que sus vestidos los diseña un homosexual encabronado".
A veces sueña con ser Paris y que está al lado de la piscina, tomando el sol, y estira el brazo y busca su libro... ¡pero no encuentra nada! ¡Ah!, se acuerda, es que Paris Hilton no lee... Sólo por eso no podría ser Paris, concluye.
De lo que sí se arrepiente es de no haberle hecho caso a sus amigos, entre ellos Andy Warhol, que cuando era jovencita le decían que debía irse a Hollywood y explotar esas enormes tetas que tenía. "Yo les decía que no... Era joven". Aspiraba a ser una actriz de verdad. "¿Porqué no les hice caso?", se lamenta. "Ahora podría tener una... ¿cómo se dice?... casa colonial en San Miguel de Allende. Y eso sólo con lo de una teta. ¡Cómo iba a saber que me iban a durar tanto!" El escote de su entallado vestido blanco no deja lugar a dudas.
Arcade -quien dice amanecer cada mañana con un ataque de pánico y de ansiedad- cuenta que se juntó con activistas mexicanos y platicaron sobre las mujeres de Juárez, y urge al público a hacer algo para parar las muertes.
Uno de los momentos más conmovedores es su personificación de una chica sin hogar, con sida, que habla con los transeúntes en la calle, les pide una moneda, una jeringa.
Penny Arcade y Chris Rael, también promotor de músicos neoyorkinos, culminan con la canción Morning glories (Campanillas): "Las personas somos como campanillas, florecemos a ciertas horas del día, aunque nadie esté mirando".
Al final, Arcade habla al público, en español, sobre la importancia de asistir a espacios como El Hábito: "Nosotros ya no tenemos lugares como este en Nueva York. Nueva York ya no es una capital cultural, es una capital de la mercadotecnia".