Donald Rumsfeld advirtió que la "insurgencia" podría durar 12 años más
Quagmire, empantanamiento de la guerra de EU contra Irak
Esa palabra evoca la pesadilla de Vietnam; fuerzas de ocupación sufren cada día 60 ataques
Ampliar la imagen Entre las muchas carencias de los iraqu� est�l abasto de agua potable. Ayer realizaron una protesta en Bagdad para exigir que se les dote del l�ido FOTO Ap Foto: Ap
Nueva York, 26 de junio. Mientras el gobierno de George W. Bush prepara al público para una prolongada presencia en Irak e intenta detener la creciente impaciencia y un desplome del apoyo popular a la política bélica a sus niveles más bajos, nada espanta más, nada es más importante que evitar la temible palabra "Q".
Quagmire, una palabra de poco uso común pero que contiene referencias automáticas al desastre conocido como Vietnam, se puede traducir como ciénega, lodazal, pantano, atolladero. Ahora, cada vez más, es aplicada a la condición de la guerra en Irak, y para el presidente Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y otros, es tal vez la palabra más temida.
Rumsfeld advirtió hoy que la "insurgencia" en Irak podría durar hasta 12 años más, mientras que el general John Abizaid, comandante militar encargado de las fuerzas estadunidenses en el Medio Oriente, declaró que no prevé una reducción de las tropas estadunidenses en Irak por lo menos en los dos años siguientes. Sin embargo, ambos intentaron asegurar que no hay ni una remota posibilidad de que el "enemigo" pueda ganar, y Rumsfeld aseguró que finalmente la insurgencia sería derrotada por los propios iraquíes, y no por "las fuerzas de la coalición", y que los insurgentes "van a perder, son perdedores".
Bush, en defensa de su política bélica
Rumsfeld apareció en entrevistas en tres noticieros de televisión, mientras que el general acudió a otros dos, con el propósito de preparar el terreno para un discurso nacional que Bush pronunciará el martes sobre la guerra, pero también para enfrentar las crecientes dudas sobre el curso de la guerra tanto entre el público como entre políticos aquí.
Y es que la palabra quagmire ya se escapó de bocas de críticos y opositores a la guerra y ahora aparece en audiencias en el Congreso, en los principales medios de comunicación, y casi, casi, en los labios de generales.
El propio Bush, al reiterar el viernes que "no se dará por vencido" en Irak, y que no habrá un cronograma establecido para la salida de sus tropas de aquel país, reconoció indirectamente que su política bélica está en dificultades. Al responder a la pregunta de un reportero sobre si su presidencia estaba algo estancada, Bush comentó con un poco de humor ácido: "¿tal vez en un quagmire (empantanada)?".
Quagmire, en el ámbito político de Estados Unidos tiene una sola connotación: la guerra contra Vietnam. Por lo tanto, implica derrota y una situación militar sin salida -un pantano con arena movediza. El propio Rumsfeld hizo hoy referencia a Vietnam, al señalar que había una gran diferencia entre Irak y la guerra en el sureste asiático: "Aquí no hay un Ho Chi Minh o un Mao", afirmó, declarando que no había un líder nacional carismático detrás de esta "insurgencia".
Pero es más que sólo una descripción de la situación militar, se trata también de una descripción política en torno a la guerra. Mientras cada día se registran los resultados de lo que los militares estadunidenses reconocen como un promedio de 60 ataques contra las fuerzas de ocupación en Irak, Bush y sus más altos funcionarios enfrentan aquí más críticas sobre los engaños y distorsiones (hasta mentiras) que justificaron esta aventura sangrienta.
Por lo tanto, la palabra "Q" se emplea para describir tanto la coyuntura política como la militar. El influyente columnista del The New York Times, Paul Krugman, escribió recientemente que al proclamarse como "presidente de guerra" después del 11 de septiembre, Bush ha encarrilado al país en un camino sumamente peligroso. "Llevar erróneamente a la nación a la guerra es un golpe al corazón de la democracia. Hubiera sido un abuso de poder sin precedente aun si la guerra no se hubiera convertido en un pantano (quagmire en inglés) militar y moral. Y no lograremos salir de ese pantano hasta que enfrentemos la realidad de cómo caímos en él".
Sin embargo, el gobierno de Bush ha imposibilitado toda investigación sobre si manipuló o distorsionó la justificación para promover la guerra contra Irak. Aunque casi todo el mundo sensato ha concluido que esto fue obviamente una guerra premeditada mucho antes de que se anunció, en Estados Unidos los medios y otros aún debaten el punto. En el famoso "memorando de Downing Street" -minutas de una reunión del primer ministro británico en julio de 2002- el jefe de inteligencia internacional de Tony Blair informa a sus colegas que Bush deseaba derrocar a Saddam Hussein mediante una acción militar, "justificada por... el terrorismo y las armas de destrucción masiva... pero la inteligencia y los hechos se acomodaban en torno a la política".
Por documentos como este, junto con las noticias negativas cotidianas desde el campo de batalla, la defensa de la guerra se vuelve cada día más difícil para Bush y su equipo. Sus propios generales y altos mandos militares confiesan que las cosas no están tan claras, y se atreven ahora hasta contradecir a los civiles como Rumsfeld y Cheney, y además expresan preocupación sobre la erosión del apoyo popular de la guerra en Estados Unidos, provocando recuerdos de la era de Vietnam.
Sólo esta semana pasada, el general Abizaid declaró ante un comité del Senado que la fuerza de la insurgencia en Irak está casi igual que hace seis meses y que el número de combatientes extranjeros se incrementa. El mismo día, Cheney reiteró en entrevista con CNN que la insurgencia estaba en sus últimos momentos. El propio Bush acusó que los que dudan de la "misión" sólo alientan a los enemigos. "Ellos creen que si pueden sacudir nuestra voluntad y afectar la opinión pública, entonces los políticos se darán por vencidos en esta misión. Yo no me daré por vencido. Estamos haciendo lo correcto, lo cual es sentar los fundamentos para la paz y la libertad".
Pero al reconocer que el apoyo público y político de la guerra se debilita, la Casa Blanca anunció que el presidente ofrecerá un discurso a la nación el martes por la noche desde el Fuerte Bragg, en Carolina del Norte, para intentar revertir estas tendencias y defender su política de guerra.
A la vez, con cada nuevo acontecimiento sangriento, revelación de abusos y documentación sobre engaños oficiales, la credibilidad del gobierno de Bush queda cada vez más deteriorada.
Hoy Bush declaró, al marcar el día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura proclamado por la ONU, que "la libertad de no ser torturado es un derecho humano inajenable, y estamos comprometidos a construir un mundo en el que los derechos humanos son respetados y protegidos por el imperio de la ley". Pero en el contexto de incesantes denuncias de abusos y tortura por fuerzas estadunidenses de detenidos en Irak, Afganistán y Guantánamo, este tipo de declaraciones empieza a sólo minar la credibilidad del gobierno de Bush.
Sólo esta semana The New York Times reportó que médicos militares habían colaborado en las interrogatorios de detenidos en Abu Ghraib, posiblemente violando las normas de conducta y ética de su profesión. Entre sus tareas estuvo identificar fobias y otras vulnerabilidades físicas y mentales de los detenidos para que los interrogadores las explotaran. Cuando voceros del Pentágono fueron interrogados sobre si estas actividades no habían violados los códigos de ética de la profesión médica, la respuesta fue que los médicos involucrados no estaban ahí en su papel de doctores para atender a los detenidos, sino como científicos que ofrecían asesoramiento sobre "ciencia de comportamiento".
Los científicos del comportamiento ¿qué detectarían al analizar el comportamiento de Washington en esta coyuntura? Algunos sospechan que este tipo de comportamiento es común en los pantanos.