Askareles, riesgo latente
Hace 15 años, la Comisión Federal de Electricidad depositó en la periferia de la ciudad de Perote, Veracruz, 240 mil litros de policlorobifenilos, conocidos como askareles. Se trata de sustancias altamente tóxicas y peligrosas para la salud y el ambiente que en el pasado se utilizaron ampliamente como aislantes y refrigerantes en transformadores y diversos equipos eléctricos. Hoy están prohibidos en la mayoría de los países porque en el ser humano pueden ocasionar cáncer y afectar el sistema hormonal. Sus efectos son crónicos, por lo que tardan tiempo en manifestarse; además, son muy persistentes y bioacumulables, por eso el lugar donde se almacenen debe reunir condiciones especiales.
Durante muchos años en Perote no supieron que tan peligrosas sustancias se encontraban en una bodega semiabierta hasta que las lluvias la inundaron en 1996 y se descubrió lo que había allí. Oportunamente denunciamos las irregularidades cometidas por diversas instancias oficiales al permitir que los askareles estuvieran en un sitio inadecuado. Finalmente, luego de numerosas protestas ciudadanas, en marzo de 2000 las autoridades acordaron que fueran enviadas a Finlandia, pues México no cuenta con plantas para incinerar askareles, práctica cuestionada mundialmente, ya que en el proceso se generan dioxinas, todavía más peligrosas que los askareles.
Dos años después del escándalo de Perote, otro más vino a comprobar que las autoridades seguían manejando irresponsablemente los policlorobifenilos. En julio de 2002 denunciamos aquí que en los puertos de Altamira, Tampico y Veracruz existían almacenados con nombre falso 500 toneladas pertenecientes a la Comisión Federal de Electricidad. Un año antes, ésta contrató a la empresa Ecología, Consultoría y Laboratorio (Ecolab) para trasladarlas y exportarlas a Alemania. Al defenderse de los cargos que en los medios se le hacían por las irregularidades cometidas, Ecolab develó una complicada red de corrupción e ineficiencia de los sectores privado y público. Sin embargo, las nuevas autoridades, las del gobierno del cambio, no aclararon el asunto y ninguno de los posibles responsables de violar la ley sobre la materia fue molestado.
Podría pensarse que en materia de askareles, funcionarios y empresarios aprendieron del pasado. Y más en Veracruz. No es así: en agosto pasado la empresa Altecin (que dice contar con tecnología "alemana, española y mexicana" para incinerar policlorobifenilos) obtuvo de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) la licencia para establecer una planta en una zona cañera de El Higo, municipio de 20 mil habitantes ubicado al norte de Veracruz. Contó también con los permisos de la autoridad local. Pero al cambiar ésta en enero pasado, los pobladores de El Higo se enteraron de las tareas que cumpliría la planta de Altecin una vez terminada, así como de que en su interior ya había 390 tambos de askareles de 200 litros cada uno. Supuestamente la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) autorizó usarlos en "pruebas".
La población exigió tan enérgicamente clausurar esa construcción y el retiro de los tambos que la Semarnat y la Profepa ordenaron suspender la obra y trasladar los askareles a sitio seguro.
Por su parte, la empresa exige 12 millones de pesos de indemnización por los daños que le causaron las autoridades al clausurar la planta que, alega, no constituía riesgo alguno. Los funcionarios que autorizaron su construcción y el almacenamiento de tan peligrosas sustancias siguen tan campantes en sus cargos.
En diversos lugares de México hay unas 20 mil toneladas de policlorobifenilos. Se desconoce si se encuentran en sitios seguros. Pertenecen especialmente a la Comisión Federal de Electricidad, a la Compañía de Luz y Fuerza de Centro, a Pemex y a Ferrocarriles Nacionales. La ciudadanía debe estar en alerta para evitar que las instancias oficiales, con su forma irresponsable de manejar los askareles, nuevamente pongan en riesgo la salud pública y el ambiente. Dados los recientes nombramientos presidenciales en la Semarnat y en la Profepa todo es posible.