"El país está aislado, nos distanciamos de AL y no hay acuerdos importantes con el norte"
Derbez no logró encauzar el rumbo de la política exterior: especialistas
Su desempeño muestra a alguien desesperado por prolongar su periodo como servidor público
Ampliar la imagen A Luis Ernesto Derbez "no le ha satisfecho su funci�omo canciller" FOTO Francisco Olvera Foto: Francisco Olvera
En febrero de 2003, recién llegado a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Ernesto Derbez afirmó que una de sus finalidades al frente de la cancillería era deshacer los entuertos que pudiera haber cometido su antecesor, el controvertido Jorge Castañeda Gutman. Sin embargo, a casi dos años y medio, el funcionario no ha cumplido su ofrecimiento, lo que le ha valido múltiples críticas de analistas y legisladores, en torno a que la política exterior mexicana no tiene rumbo, va de fracaso en fracaso, se ha plegado a los requerimientos de Estados Unidos y se mantiene alejada de Sudamérica.
En resumen, la política exterior de México es un desastre y ahora lo que importa es encontrar la forma de repararla, aunque ello, claro, lo tendrá que hacer el próximo gobierno, destacó el embajador Gustavo Iruegas, diplomático de amplia trayectoria, mientras el senador perredista Raymundo Cárdenas puntualizó que la gestión de Derbez es reflejo de toda la política foxista.
"Pasó de la esperanza a los desaciertos y al final está en el pantano total. El país está aislado, nos distanciamos de toda América Latina y no logramos ningún acuerdo importante con nuestros socios del norte", subrayó el legislador.
La más reciente medida que situó al secretario de Relaciones Exteriores en medio de un agrio debate fue su determinación de renunciar a su candidatura a la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), en aras de "preservar la unidad latinoamericana", se dijo en la SRE, mientras en Estados Unidos Roger Noriega, subsecretario de Estado, contradecía esa versión al asegurar que su país había incidido en la decisión.
Pero la controversia sobre este caso no sólo se presentó al final de la contienda por la secretaría general del organismo panamericano, sino desde el momento mismo en que el funcionario anunció su intención de luchar por ese cargo.
Para diversos analistas e integrantes de la diplomacia mexicana, como Gustavo Iruegas, resultaba inexplicable que un secretario de Relaciones Exteriores buscara un puesto internacional de grado inferior al que ocupaba, sobre todo porque se trataba de la OEA, organismo que, afirmaron, ha sido instrumento administrativo de las estrategias estadunidenses.
"Proyecto personal"
Frente a tal panorama, estos especialistas no descartaron que la pretensión de ocupar la secretaría general sólo obedeciera a un proyecto personal del funcionario, tras la evidencia de que no podría contender con éxito por la candidatura presidencial del PAN o la postulación para la jefatura de Gobierno de la ciudad de México.
De manera más directa, el embajador jubilado Leonardo French señaló que el titular de la SRE ha dejado la percepción de que no le ha gustado ni le ha satisfecho su función de canciller. "Declaró que aspiraba a la Presidencia de la República, al gobierno del Distrito Federal, a la secretaría general de la OEA". La imagen que "esa inestabilidad profesional deja es que es alguien desesperado por prolongar su periodo como servidor público", refirió.
Especialista en asuntos económicos y ex funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Ernesto Derbez dio la impresión de ser más realista que su antecesor cuando, al inicio de su gestión, en febrero de 2003, declaró que México ya no buscaría la "enchilada completa" en el tema migratorio con Estados Unidos, sino acuerdos parciales que al final permitieran avanzar en este asunto. Pero en la medida en que falló el cabildeo mexicano ante los legisladores y los funcionarios estadunidenses y el plan migratorio se redujo a su mínima expresión, el funcionario definió este nuevo fracaso describiendo la insuficiente oferta de Estados Unidos como un "taco bell", que es comida chatarra.
Sobrevino entonces un punto en favor de Derbez con el éxito que la cancillería tuvo en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que dictaminó en marzo de 2004 que Estados Unidos violó el derecho internacional al no notificar a tiempo a agunos mexicanos condenados a muerte su derecho a recibir asistencia consular. La resolución de La Haya recomendó al país vecino revisar y reconsiderar los casos de 52 connacionales que enfrentan la pena capital.
Un acierto mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, aplaudido a escala nacional e internacional, fue la determinación de no avalar la invasión de Estados Unidos a Irak ante el Consejo de Seguridad de la ONU en marzo de 2003. Pero sólo eso.
La buena imagen del canciller poco a poco se desgastó. El anuncio del 20 de mayo de 2003 sobre la aplicación de un proyecto piloto de ingreso y salida de territorio mexicano en la frontera sur, similar al que aplica Estados Unidos, y que consiste en revisar huellas dactilares, fotografías e información biométrica del visitante, le valió al secretario de Relaciones Exteriores múltiples críticas de legisladores. La senadora perredista Leticia Burgos resumió los señalamientos reprobatorios al denostar que el gobierno foxista pretendiera hacer el trabajo de Estados Unidos e intentara detener desde la frontera sur el paso de migrantes con mecanismos represivos como fichar a los centroamericanos.
Meses más tarde, en septiembre de 2003, la administración Bush puso en operación un programa de repatriación, a partir del cual inició la deportación de migrantes mexicanos esposados, como si fueran delincuentes. La medida generó escándalo en México, sobre todo por la "tibia" respuesta de la cancillería. La organización Paz con Democracia refirió que la nota de protesta que presentó la SRE ante las autoridades estadunidenses se envió sólo por cumplir las formas, pues en realidad resume una posición suave. "No hay en realidad por parte del gobierno mexicano una toma de postura fuerte y acorde a la violación de los derechos humanos que se cometen contra los migrantes", comentó en ese momento.
Otra medida que provocó críticas fue la de aceptar que inspectores de Estados Unidos operaran en aeropuertos mexicanos con el fin de evitar que terroristas llegaran hasta su país; esto en el periodo vacacional de invierno de 2003.
Para agosto de 2004, un nuevo escándalo estalló en la Secretaría de Relaciones Exteriores. En esta ocasión se trató de la aceptación del uso de "balas de goma" contra migrantes. El tema causó tal malestar que el canciller tuvo que acudir al Senado para explicar las razones por las cuales admitió la aplicación de tal medida. "Renunciar a este programa significaría promover el uso de balas reales contra nuestros connacionales", argumentó ante los legisladores. A manera de respuesta, el priísta César Camacho Quiroz de plano le dijo que la conducción de la política en materia internacional está "norteada", no sólo porque únicamente ve hacia hacia el norte, sino también porque están perdidos, extraviados.
Para el embajador Iruegas, con la aceptación de las "balas de goma" llegamos a la incomprensión de la política. "No me imagino a Rosario Green, Gurría o Tello diciendo que aceptan ese programa porque es mejor. México no debiera aceptar que se usen armas contra sus nacionales, de ninguna clase. ¡Ni cáscaras de naranjas ni ligas!", enfatizó. "A la mejor no puedes evitar que las usen, pero no las pueden aceptar. No se trata de que sea razonable. Se trata de que es inaceptable que se utilice cualquier clase de armas contra tu gente. Este tipo de cosas obedecen a la incomprensión de la política, no sólo de la política exterior", puntualizó.
Raymundo Cárdenas, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de la República, explicó todas estas acciones como un esfuerzo del gobierno mexicano por crear condiciones para que Estados Unidos le concediera el acuerdo migratorio. Así, México aceptó la agenda estadunidense, pero lo paradójico es que allá no aceptaron ningún punto de los nuestros, refirió.
Un hecho más que desgastó la imagen del titular de la SRE fue el voto aprobatorio de México en el Consejo de Seguridad de la ONU para que el organismo avalara en octubre de 2003 la invasión estadunidense a Irak, luego de que inicialmente la había rechazado.
Pero quizá el tema que causó mayor controversia fue el suscitado en mayo de 2004, cuando el gobierno mexicano expulsó al embajador de Cuba, Jorge Bolaños, y retiró a su representante en La Habana, Roberta Lajous. Todo ello después de que la administración cubana decidiera deportar al empresario Carlos Ahumada, involucrado en fraudes contra el Gobierno del Distrito Federal, y de que México votara en contra de la isla en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Esta medida fue impulsada con entusiasmo por Derbez en el marco de su militancia panista.
El enfriamiento de la relación bilateral con la isla ha llegado a niveles nunca vistos y ello, afirman los analistas, es producto de la errática política exterior mexicana. La administración federal primero redujo su relación con La Habana, hasta llegar casi a la ruptura, para luego buscar la reconciliación y después volver a distanciarse votando en su contra en Naciones Unidas, a pesar de que había prometido no hacerlo en abril anterior.
Al respecto, el embajador Leonardo French consideró que si se quieren cambiar los enfoques de la política exterior y darle mayor énfasis a la promoción de la democracia y la protección de los derechos humanos, por encima de los principios de autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de las controversias y la igualdad jurídica de los estados, lo primero que hay que hacer es reformar el artículo 89 de la Constitución. "De otra suerte estamos haciendo caso omiso de un mandato constitucional", subrayó.
En el presente año se han lanzado duras críticas en contra del canciller. A principios de mayo, porque México no participó en la Cumbre Arabe-Sudamericana que se verificó en Brasil, para impulsar las relaciones económicas entre ambas regiones. Se recordó en esa ocasión que el gobierno mexicano tampoco participó en la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones en diciembre de 2004, con la que se intenta crear un bloque económico similar al de la Unión Europea.
Aderezada con problemas internos por el desplazamiento de embajadores de larga trayectoria y la llegada de personal inexperto a puestos claves de la secretaría a su cargo, la administración del canciller Derbez tuvo que enfrentar en abril el fracaso de sus gestiones para facilitar el proceso de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la que en un comunicado de prensa consideró que México no está preparado para efectuar esa tarea y que muestra de ello fue su voto contra Cuba en la ONU.
La más reciente crisis en el ámbito internacional que tuvo que enfrentar el secretario de Relaciones Exteriores fue la que generó el presidente Vicente Fox con sus comentarios contra los afroamericanos. En esta ocasión el funcionario tuvo que asumir la estrategia presidencial de dar explicaciones, pero no disculpas, las cuales fueron ofrecidas de manera inesperada por la subsecretaria Patricia Olamendi.
Pero no sólo esta funcionaria ha actuado por su cuenta en asuntos vinculados con las relaciones exteriores del país. También lo hizo Ramón Muñoz, el brazo derecho del presidente Vicente Fox, quien sin notificar al titular de la SRE, según se informó en la propia dependencia, recibió en la residencia oficial de Los Pinos al embajador de Estados Unidos, Antonio Garza, luego de las declaraciones que hiciera poniendo en duda la existencia de una política económica en México y urgiendo a las reformas estructurales.
Con ello prácticamente fracasó la estrategia de que sería el subsecretario para América del Norte y no el canciller, quien dialogara con Garza tras sus polémicos señalamientos.
Estas son sólo algunas de las controversias que ha enfrentado el secretario de Relaciones Exteriores, quien a decir de sus críticos prácticamente abdicó en el tema migratorio. El perredista Raymundo Cárdenas enfatizó que el acuerdo en esta materia ya no se dio como tal. Ahora lo que puede ocurrir es que la propia lógica económica de Estados Unidos conduzca a una reforma, pero ello será posible por las presiones de los empresarios y los diversos sectores económicos del vecino país y no por las negociaciones que haya realizado la cancillería.