Cumbre borrascosa
¿Crisis profunda o calambre pasajero? Hace una semana los dirigentes de los 25 integrantes de la Unión Europea (UE) se dieron cita en Bruselas para tratar de dar respuesta a esa pregunta. Pero la cumbre de dos días fue un fracaso rotundo.
La UE está dividida en torno a varios temas. El más inmediato es el relativo al proyecto de Constitución europea. Los resultados negativos de los referendos en Francia y Holanda han reabierto cuestiones que parecían resueltas, incluyendo el problema de las llamadas "visiones encontradas" de algunos gobernantes. ¿Debe seguir el proceso de consultas populares en los países que aún no se han pronunciado al respecto? La respuesta de los 25 es que quizás deba seguir ese proceso, pero no ahora. En Bruselas decidieron abrir un compás de espera o "periodo de reflexión" que durará un año. Pero lo cierto es que el proyecto de Constitución en su actual redacción ha sido rechazado. Quizás se aprueben por separado algunas disposiciones, pero el proyecto en su conjunto ha resultado inaceptable para muchos europeos. En este caso, posponer equivale a enterrar.
El resultado del referendo en Francia ha causado mucho malestar en los círculos políticos de ese país. El ex presidente Valery Giscard d'Estaing, el arquitecto del proyecto de Constitución, calificó de error la actitud asumida por sus compatriotas. Agregó que la posición de Francia en Europa se había debilitado mucho a raíz del rechazo de la Constitución. Pero también criticó al actual gobierno del presidente Jacques Chirac por falta de liderazgo político. Según Giscard d'Estaing, que ya se veía como el primer presidente de la UE, Chirac simplemente no hizo su tarea.
En Bruselas tampoco fue posible zanjar las distintas posiciones en torno al presupuesto de la UE. Aquí se enfrentaron varios dirigentes, pero en particular el primer ministro británico, Tony Blair, y Chirac. Al discutirse el presupuesto, Francia indicó que ya era tiempo de que el Reino Unido dejara de recibir el llamado "cheque británico", que viene percibiendo cada año desde 1984. Se trata de una devolución de dinero (que ahora asciende a más de 5 mil millones de euros) que recibe para compensar el hecho de que no se beneficia de algunas políticas comunitarias, y muy concretamente de la política agrícola común. Esta última se traduce en unos enormes subsidios a los agricultores de algunos países que acaparan casi la mitad del presupuesto de la UE. Los dirigentes de otras naciones argumentan que ese dinero debería invertirse en proyectos de investigación científica y tecnológica, un campo en el que la UE está muy atrasada. Blair dijo que sólo aceptaría discutir el tema del "cheque británico" si otros dejaban de defender los subsidios agrícolas. Como ex ministro de agricultura, Chirac jamás aceptará ser el responsable del fin de esos subsidios (que en el caso de Francia suman más de 11 mil millones de euros).
A Chirac lo calificaron de dinosaurio, mientras que a Blair lo tacharon de poco solidario con los nuevos miembros, ya que éstos aportan dinero al "cheque británico". Se insistió también en una redistribución de las contribuciones al presupuesto anual. Todo dependerá del resultado de las negociaciones del presupuesto para el periodo de 2007 a 2013. Antes de la ampliación de 15 a 25 miembros, había países que pagaban mucho más de lo que recibían. El déficit de Alemania es superior a los 8 mil millones de euros. En el otro extremo está España, cuyo superávit es una suma parecida al déficit alemán.
El presupuesto de la UE quedó en el aire, pero aún hay tiempo para lograr un acuerdo. Por cierto, los 10 nuevos miembros trataron de salvar las negociaciones sobre el presupuesto al expresar que estaban dispuestos a renunciar a parte de lo que les corresponde en ayuda a fin de que algunos de los países más ricos pudiesen seguir teniendo saldos positivos. El caso de la Constitución es muy diferente, ya que no tiene arreglo. La cumbre de Bruselas puso en evidencia que no hay una visión común de lo que se quiere que sea Europa.
Algunos comentaristas han dicho que se trata del fin de un capítulo de la historia de la UE, un capítulo que fue dominado por el motor inicial de Francia y Alemania. Otros han ido más lejos y han proclamado el derrumbe del liderazgo de París. Según éstos, lo ocurrido en Bruselas es algo parecido a lo que pasó cerca de esa ciudad cuando, por estos días pero hace 190 años, se esfumó en Waterloo el sueño napoleónico.
Otros observadores han sido menos sanguinarios. Empero, no cabe duda de que sea necesario un esfuerzo colectivo de los dirigentes de los 25 países para remontar el marcador y encaminar a la UE hacia un futuro más promisorio. Quizás los cambios políticos que se avecinan en algunos de los principales miembros coadyuven a asegurar pasos positivos. A Chirac le quedan sólo dos años más en la presidencia. En Alemania y el Reino Unido también puede haber relevo de personas, si no de partidos políticos.
Se tendrá que recuperar la idea de Europa como proyecto, idea que prevaleció durante décadas entre todos (o casi todos) los dirigentes. También será necesario hacer un balance de cómo la UE se va a relacionar con el resto del mundo. En Bruselas hubo dos fracasos importantes, pero otras cuestiones se quedaron en el tintero, o no recibieron la atención esperada (China e Irán, por ejemplo). Está por verse también qué tan rápida será la negociación con Bulgaria y Rumania, que supuestamente ingresarán en enero de 2007. Por otro lado, en Bruselas hubo quienes insinuaron la posposición de la negociación con Turquía, que debería empezar a fines de este año. Quizás el "periodo de reflexión" sirva asimismo para despejar algunas de estas incógnitas.
*Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y presidente de Desarmex, AC