Usted está aquí: miércoles 22 de junio de 2005 Opinión POESIA PARA LLEVAR

POESIA PARA LLEVAR

Ricardo Yáñez

Puntuar

EL RITMO ES es el secreto del poema, y los signos de puntuación desde luego que también ritman, sólo que su objetivo no es propiamente el ritmo, sino el tempo.

EN LO QUE a puntuación hace, en tanto el prosista tiende a optar por la exactitud, el poeta se inclina por la sugerencia. Pero ambos, si buenos, buscan o esperan la precisión.

EL PROSISTA, CUYA conciencia de la sintaxis suele estar muy por encima de la del poeta (más atento al ritmo), suele mostrar un conocimiento casi entomológico respecto a los signos de puntuación. El poeta, que como quiera espera todo le caiga del cielo (goza de esa fe), se comporta con los signos menos como científico que como mago, menos ente práctico y más homo ludens. Sabe que una tirada de signos no abolirá el azar, pero se arriesga a ver.

LOS SIGNOS DE puntuación nos enseñan a no desbocarnos, a desembocar.

PERO TAMBIEN NOS enseñan la buena embocadura, sin la cual la ejecución del poema sería trastabillante, impura, torpe. O al menos nos ayudan a no perderla.

AH COMO USAN la coma los asmáticos, me decía alguien que ejemplificaba con Lezama Lima, con Proust. Tengo más bien la impresión de que se quejaba de los largos periodos, de los extensos, escasamente periodísticos párrafos. Suponiendo que ese alguien razón tuviese hay que advertir, como lo hacen tantos, que la coma no es un asunto de respiración, sino de tono. Y esto que vale para la coma vale para todos los demás signos de puntuación.

PERO TONO ACA tiene dos sentidos, el musical (tonada) y el sicológico (carácter). Sintaxis es ante todo melodía, y toda melodía induce un estado de ánimo más o menos específico.

UN TERCER SIGNIFICADO de tono, el fisiológico, nos sirve para puntualizar que sin una pertinente puntuación, al menos pertinente, no pidamos más, el texto, el poema (y con él el lector, pero aquí en primer lugar su primer lector: el emisor, el propio poeta) no agarra el tono.

EN MI OPINION, como la buena dirección teatral, la puntuación de un poema no debe hacerse ver, sino dejar ver -más exactamente: percibir, imaginar, sentir- lo que el texto comunica o comunicar quiere, o debe. Si lo hiciere, cosa que cada vez más ocurre (no siempre por gracia), pediría que esa acción nazca no de afán (por lo general más o menos frívolo) de novedad, sino de lo fatalmente nuevo, por así decir, de la experiencia ahí expresada, o a expresar.

QUIZA LA MAYOR extrañeza del que empieza a escribir no se refiera a la página en blanco, sino a la página puntuada, que las palabras o el vacío de palabras como quiera se los puede imaginar, puesto que habla, pero lo difícil, lo arduo, lo en verdad extraño es imaginar una puntuación que en tanto hablante no se ha ocupado en absoluto de considerar: ''¿Qué digo?", naturalmente; ''¿con qué determinada puntuación?", nunca.

LA PUNTUACION ES el secreto mejor guardado de la literatura. No de la redacción, que lo exhibe o suele exhibirlo. Y quizá menos de la literatura que de la poesía.

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