Usted está aquí: martes 21 de junio de 2005 Cultura La voz narrativa, ''tercero en concordia'' en El turno del escriba, novela a cuatro manos

Graciela Montes y Ema Wolf presentan su obra galardonada por Alfaguara

La voz narrativa, ''tercero en concordia'' en El turno del escriba, novela a cuatro manos

MONICA MATEOS-VEGA

Las escritoras argentinas Graciela Montes (Buenos Aires, 1947) y Ema Wolf (Buenos Aires, 1948), una suerte de mujeres renacentistas, realizaron ''un gran acto de generosidad" y echaron a un lado la vanidad del escritor para conjugar sus narrativas y dar a luz, juntas, la novela El turno del escriba, premio Alfaguara 2005.

Durante cinco años trabajaron a cuatro manos, a dos voces, investigando acerca de un mundo del que en ese momento no conocían un ápice. Vieron mapas, preguntaron sobre costumbres y olores. Imaginaron.

Se agotaron combinando fórmulas y creando sustancias, como alquimistas, hasta hallar al ''tercero en concordia": el hilo conductor de su relato, la voz narrativa, ésa que lleva al lector a la Génova del año 1298, cuando el viejo escribano Rustichello coincide en una celda con Marco Polo, y entonces sabe que tiene un tesoro en las manos, la memoria del viajero veneciano que lo hará emprender su gran epopeya: escribir.

En entrevista con La Jornada, Montes y Wolf hacen gala de su manera de entrelazar ideas sin dominar una sobre la otra.

Ema explica que fue la curiosidad la que detonó la escritura de El turno del escriba, pues ''de Génova no sabíamos nada. La condición para poder escribir a cuatro manos fue saber que la curiosidad de la otra persona era semejante. Porque avanzamos siempre a punta de curiosidad.

''Para hacer verosímil lo que queríamos contar se nos apareció una presencia terriblemente fuerte: la ciudad de Génova. Nos dio mucha curiosidad sus olores, sus colores, su historia. Buscamos una cantidad infernal de bibliografía y nos enteramos de cosas que ni remotamente llegamos a poner en la novela.

''Hubo un entusiasmo por compartir con el lector nuestros descubrimientos, pero lo primero que lamentábamos era no poder poner todo lo que sabíamos, pues habríamos hecho un desastre con el libro."

Graciela Montes añade que esa curiosidad ''permitió que pudiéramos trabajar de a dos, porque es complejo. Pero hubo cosas que hicieron que llegáramos a buen fin. Primero, el terreno de base: el respeto como escritoras que nos tenemos y la amistad que lo sostiene.

''La otra cuestión fundamental fue que nos remitimos a un universo que para construirlo como lo hicimos teníamos primero que explorarlo. Entonces éramos igualmente ignorantes.

''Este juego de ir construyendo el mundo con los trozos que íbamos recolectando le dio a nuestro trabajo un carácter de gesta, pues debíamos salir a la conquista de nuestra empresa."

-¿Cómo lograron unificar el estilo de cada una, borrar la frontera entre las cuatro manos y las dos mentes?

Graciela: -Fueron cinco años de trabajo.

Ema: -Contamos con un auxilio literario fundamental: la voz narrativa, esa es la que hubo que construir para poder empezar a contar la historia.

Graciela: -Si bien después pulimos muchas cosas que de pronto saltaban, eran pocas, porque siempre nos remitíamos a esa voz narrativa que habíamos acordado. Lo que no era esa voz, perturbaba, no tenía la música del texto y la eliminábamos.

El turno del escriba se presenta este miércoles a las 19:30 horas en el restaurante El Candelero, ubicado en Insurgentes sur 1333, esquina con Félix Cuevas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.