Usted está aquí: martes 21 de junio de 2005 Política Europa se desarma

José Blanco

Europa se desarma

Europa se debate hoy en una crisis de alto riesgo. La cumbre de Bruselas fracasó respecto de la formulación de su presupuesto para el periodo 2007-2013. Los países más poderosos estiraron la liga al máximo; todos parecieron estar dispuestos a mandar al carajo el titánico esfuerzo invertido en décadas. Queda un año para que intenten negociar sobre otras bases, pero las posibilidades de un acuerdo están reduciéndose a gran velocidad.

Los desacuerdos son muchos y ciertamente los comportamientos de cada uno de los estados son altamente diferenciados. La chiquillería de la lista de espera -invitados de piedra-, está dispuesta a aceptar lo que sea, pero los ricos han mostrado rivalidades insuperables. No hay duda de que Tony Blair ha sido el peor, el menos comunitario, al tiempo que e intenta remplazar al eje franco-europeo en el liderazgo de la unión, pero ha sido también el más crudamente realista.

El llamado cheque británico conseguido por la inefable Margaret Thatcher, en un momento de dificultades agudas para la Gran Bretaña, ha sido, junto con la política agrícola europea, los principales asuntos a debate. Desde que Reino Unido pasó a formar parte de la comunidad, su aportación al presupuesto de la unión le ha sido devuelta, bajo el alegato del mal estado por el que pasaba la economía británica. Ese momento ha pasado ya hace tiempo, e Inglaterra continúa exigiendo el cheque, asunto hoy decididamente objetado por casi todos los demás, Francia en primer lugar. El efecto de esa devolución ha sido que Londres no pone un cacahuate de los recursos de la UE dirigidos a los países más atrasados para ir emparejando económicamente a la unión. Esa increíble mezquindad es una de las causas de la crisis de Bruselas, pero la política agrícola, especialmente de Francia, también pesa en el conflicto: el drama es que los agricultores franceses están contra la actual política de subsidios y un recorte como el que exige Inglaterra empeoraría la situación entre los agricultores franceses y su gobierno. Europa parece estar atrapada en un nudo ciego.

Blair, además, ha puesto sobre la mesa argumentos más de fondo: "Estoy de acuerdo en que el cheque británico es una anomalía, pero responde a otra anomalía"; no podemos aceptar un presupuesto tan sesgado, dijo. "Decir que la política agrícola comunitaria representa el futuro de Europa", dijo sin tener que terminar una frase que causó enormes carcajadas. "El futuro de Europa es la ciencia, la tecnología, la innovación, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas", subrayó Blair. "La Unión Europea -recordó cortando los rostros de los asistentes con una filosa navaja- se marcó el objetivo de convertirse en 2010 en la economía más competitiva del mundo. ¿Estamos en el camino de conseguirlo? Debemos responder a los problemas que tenemos ahora. Es una cuestión de modernización", insistió.

Es lo cierto, pero ni Blair ni ninguno de sus colegas han sido capaces de asumir que ese objetivo no está cada vez más cerca, sino cada vez más lejos. Tal es el drama de fondo. ¿Qué va a hacer Europa frente al hecho de que reunida y menos aún separada, será incapaz de desatar los ritmos de innovación tecnológica y de incrementos de productividad que están en plena marcha en Estados Unidos?

Washington, de otra parte, está de plácemes. Su gran adversario global muestra evidente fatiga. Además sus condiciones pueden empeorar porque en la medida en que Estados Unidos avanza, crece su posibilidad de atraer hacia su territorio, como ha hecho sistemáticamente, numerosos contingentes de cuadros científicos y técnicos formados en Europa.

El imperio se fortalece y seguirá encontrado en Londres al mejor aliado-vasallo.

Europa, en tanto, no parece acabar de asumir la verdad de la durísima encrucijada en la que se encuentra. Por supuesto, es de esperar nuevas fusiones y absorciones de grandes empresas estadunidenses en relación con grandes empresas europeas, al estilo de lo que ocurrió con Mercedes Benz, perteneciente hoy al grupo Daimler Chrysler.

Esta crisis, de otra parte, está mostrando con una fuerza inusitada, que los intereses del Estado-nación continúan en Europa siendo más poderosos que los intereses de la unión como tal. Una realidad por la que hay que sentirse muy afligido, pero de la que hay que tomar nota con total realismo.

¿Qué hará México frente a estos movimientos de robustísimos mamutes? ¿Qué con el informe elaborado por el Council on Foreign Relations, el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y el Consejo Canadiense de Presidentes de Empresa, cuya propuesta es la construcción de una comunidad de América del Norte?

En uno de los pasajes de ese informe se dice: "Nuestro enfoque económico deberá ser la creación de un espacio económico común, que expanda las oportunidades económicas para todas las personas de la región, un espacio en el que el comercio, el capital y las personas fluyan con libertad". ¿Quiénes en México están pensando en este conjunto de problemas? ¿Los precandidatos?

 
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