Usted está aquí: martes 21 de junio de 2005 Opinión Camacho

Marco Rascón

Camacho

Sin duda alguna, Manuel Camacho Solís es el hombre más influyente en las decisiones políticas, programáticas e ideológicas de Andrés Manuel López Obrador. Los vínculos de confianza no son de ahora, sino fueron establecidos cuando Manuel era regente y Andrés Manuel ascendía en torno de Cárdenas, el movimiento democrático y los movimientos sociales que en 1988 ganaron la capital, y no pudieron ocultar que aquí Cárdenas y la izquierda tenían 48 por ciento, contra el 27 del PRI y Salinas.

Manuel Camacho trabajó en favor de Carlos Salinas para revertir esa realidad política y usó a plenitud todos los recursos y maquinaciones para que el PRI en 1991 fuera de nuevo mayoría en la capital.

Para ganarse la confianza, no de los ciudadanos, sino de su jefe Salinas, fue un férreo opositor a la demanda del estado 32 y a la posibilidad de que se eligiera jefe de Gobierno; afilió al grupo Antorcha Campesina al PRI y lo lanzó a los barrios y colonias para enfrentar al Movimiento Urbano Popular como ariete. Operó y tramitó el registro del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) como cuña para restar esos votos al PRD. De Camacho es la hechura del Niño Verde.

La reforma política con él al frente se mantuvo estancada porque, como grupo compacto, no estaba dispuesto a ceder un milímetro de poder y para ello utilizó encuestas, infiltró organizaciones, quiso imponer a Nazar Haro como "coordinador de inteligencia" en la policía e hizo de la "concertación" una manera de ganar tiempo.

Manuel Camacho quiso hacer del DF su resorte para llegar a la Presidencia. Esta es su base. Desde aquí tejió sus alianzas con los nuevos empresarios de la privatización y los especuladores inmobiliarios en la ciudad; con el embajador estadunidense Negroponte, mediante el proyecto de la Cruz de Malta, mezcla de intereses de la Iglesia católica, fundaciones y organismos de inteligencia.

Desde el gobierno capitalino conspiró para desmantelar los movimientos urbanos populares e inocularlos con ONG que condicionaban su "apoyo" y financiamiento, siempre y cuando las organizaciones se despolitizaran.

Desde entonces estableció sus alianzas dentro del PRD con Ramón Sosamontes, René Bejarano y muchos otros, y los hizo sus interlocutores favoritos, su oposición. Camacho -gracias a sus relaciones con perredistas- busca subordinar los movimientos al partido, como medida de control y base de la negociación favorable para ellos. Camacho ofrecía espacios de negociación y prebendas a cambio de abandonar a Cárdenas y la lucha contra la usurpación.

En 1988 Manuel Camacho amenazó a los dirigentes del PRT que había tenido su candidata en Rosario Ibarra, con vincularlos a la Liga 23 de Septiembre si no aceptaban los resultados electorales y si hacían bloque junto al Frente Democrático Nacional y Cárdenas contra el fraude. Amenazó al navismo en San Luis Potosí. Fue el operador central, junto con Carlos Salinas, de las pláticas con Abel Vicencio Tovar y Luis H. Alvarez para que el PAN aceptara la tesis de que "los gobernantes se legitiman con hechos" y no con votos. Fue él quien logró los acuerdos previos al 24 de abril de 2005, bajo la idea de una "ruptura, sin conflicto" manipulando la marcha "más grande de la historia de México".

Manuel Camacho nunca ha respondido a todo lo que hizo por Salinas. Nunca rompió ideológicamente ni por principios con Carlos Salinas. Es hoy, un salinista ¿sin Salinas? Rompió con él, no por razones programáticas o de desacuerdo en la política económica o los negocios con la privatización, sino por no haberlo designado candidato y sucesor.

El plan C de Camacho no es la Presidencia ahora, sino continuar su obra en el DF, consolidarse como el hombre fuerte en la capital y en 2012 lograr su cuarta aspiración a la Presidencia. En este partido Camacho reconstruye sus alianzas, que vienen del zedillismo y del salinismo y que coinciden en el resentimiento y la traición. Ellos son los que acusan de resentidos y aristócratas a los perredistas que no los aceptan. ¿Y su fracasado partido de "centro"?

López Obrador lo ha hecho suyo, su hombre de confianza, su estratega, su guía no sólo en la ciudad, sino dentro del PRD.

Sin duda, Manuel Camacho es quien sustituyó a René Bejarano en el círculo de confianza de López Obrador. Gracias a Camacho llegaron Rudolph Giuliani y la tolerancia cero. Hoy la política camachista y salinista se ha inoculado en el PRD como el VIH: mientras lo defienden y representan, lo destruyen. No pudieron con el PRD desde afuera y ahora mejor lo tripulan por dentro. Es el crimen perfecto, que no deja huella.

Por eso Pablo Gómez será senador, Jesús Ortega nuevamente diputado y el PRD seguirá sometido. Los tres ya tienen el Marcelo que se merecen y el Camacho que los guía.

Camacho tendría derecho a cambiar, pero no lo ha hecho, ni lo hará. Esta ahí, compartiendo, con los que rompen con deslealtad, esperando el voto que legitime la perversión.

La izquierda y el país, de ahí, no ganarán nada.

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