Usted está aquí: jueves 16 de junio de 2005 Sociedad y Justicia Defienden especialistas el derecho a una muerte digna

La Comisión de Bioética organiza primer debate plural sobre la eutanasia

Defienden especialistas el derecho a una muerte digna

Perverso y sectario, dar sentido humano al dolor y al sufrimiento, afirma Ruy Pérez Tamayo

ANGELES CRUZ MARTINEZ

No existe ninguna razón ética o médica para que los médicos no se abstegan de evitar una muerte cuando es oportuna e incluso benéfica para el enfermo terminal y su familia. El juramento hipocrático sólo los obliga a no permitir los decesos prevenibles, afirmó Ruy Pérez Tamayo en el foro Muerte digna, oportunidad real, organizado por la Comisión Nacional de Bioética (CNB).

Los profesionales de la salud deben respetar la decisión del paciente y sólo estar seguros de que tiene claridad sobre las consecuencias de su decisión, porque es perverso y sectario otorgar al dolor y al sufrimiento un sentido plenamente humano. Esa creencia sólo es aceptable bajo la visión de las creencias religiosas, apuntó el investigador.

El de ayer fue el primer debate público y abierto en el que desde diversos puntos de vista (biológico, sicológico, social y bioético), especialistas analizaron el tema de la eutanasia, que algunos de los participantes observaron como la oportunidad de que los enfermos que ya han agotado todas las posibilidades terapéuticas para recobrar su salud, tengan una muerte digna.

Desde el principio quedó claro que las deficiencias del sistema nacional de salud y la desinformación de los médicos son el primer impedimento para lograrlo. "Cuando se entienda que la muerte no es una patología, sino un acontecimiento de la vida, será posible atenderla y ofrecer a los enfermos los cuidados paliativos necesarios y suficientes que les garanticen el máximo bienestar posible", dijo Jaime Federico Rebolledo, coordinador de la CNB.

Ello evitará que los enfermos escuchen frases como "ya no hay nada que hacer" y sencillamente los manden a su casa, sin ninguna esperanza y sin advertirles o prevenirlos del dolor y sufrimiento que su enfermedad incurable les ocasionará, afirmó.

La enfermera María de Lourdes Perusquía, coordinadora del curso de geriatría en el Centro Médico Nacional Veinte de Noviembre del ISSSTE, habló de la necesidad -no cubierta en México- de acompañar al enfermo y a su familia en el proceso de la muerte, principalmente en el alivio de los síntomas más graves y temidos, como es el dolor, aunque también debería preverse el apoyo emocional, e inclusive el entrenamiento de quien se hace cargo del cuidado del pacien- te cuando éste decide morir en su hogar.

Nada de esto existe y por eso es común que los enfermos, ya en estado agónico, regresen a los hospitales, porque sus familiares se asustaron o no supieron qué hacer cuando aparecieron los síntomas de la muerte. El acompañamiento debería extenderse incluso a los momentos posteriores al fallecimiento para el cuidado del cadáver, retirar las sondas y venoclisis y el proceso de amortajamiento, señaló la enfermera.

Al debate inicial, que duró más de cinco horas, también se agregaron los comentarios de Isabel Luengas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien cuestionó si es justo que la gente de las zonas rurales muera sin ninguna atención médica, en medio de dolores terribles, o bien por causas prevenibles como la desnutrición, sin ningún auxilio que haga más leve su sufrimiento.

"Allá (en el campo) no deberían morir de lo que se mueren, mientras en las áreas urbanas no se deja a la gente morir de lo que está muriendo." Nuevamente preguntó si es justo que los servicios de salud estén concentrados en las ciudades y en personas que ya no tienen ninguna oportunidad de recuperarse, mientras en las áreas rurales no hay nada para los pobres.

Al respecto, Enrique Ruelas, subsecretario de Innovación y Calidad de la Secretaría de Salud, reconoció que el riesgo de morir en el medio rural es más elevado que en el urbano, debido principalmente a una mayor prevalencia de enfermedades infecciosas y a la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los niños. En el primero, la tasa es de 464.8 decesos por cada 100 mil habitantes, mientras en el segundo es de 445.3, apuntó.

Sobre este tema también habló José Narro Robles, director de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien se refirió a los todavía altos índices de mortalidad en niños menores de un año de edad, 33 mil cada año, la mayoría evitables. Reconoció los avances que en materia de salud ha registrado el país con el aumento en la esperanza de vida y la cobertura de los servicios médicos, la cual, aunque todavía no es universal, tampoco es despreciable.

Las carencias del sistema nacional de salud también fueron señaladas por el algólogo -especialista en el dolor- del ISSSTE Rafael Hernández Santos, quien resaltó que el avance en el conocimiento sobre el manejo del dolor no se aprovecha en México, a pesar de que 80 por ciento de los enfermos de cáncer en etapa terminal sufren de dolor severo.

El tratamiento farmacológico bien administrado reduce este problema en 75 por ciento de los pacientes y entre 10 y 15 por ciento más encontraría alguna alternativa en acciones intervencionistas, como las infusiones subcutáneas, endovenosas o peridurales.

Sin embargo, en México "nos enfrentamos al desconocimiento de los médicos sobre el uso de los medicamentos opiáceos como la morfina, a lo que se suma la falta de disponibilidad de los fármacos de liberación prolongada de alta efectividad y pocos efectos secundarios. Por cuestiones administrativas dejaron de comprarse y ahora en las clínicas del dolor sólo están disponibles presentaciones que deben administrarse cada cuatro o seis horas y con mayores reacciones colaterales adversas", explicó.

Otras fórmulas, como la bupremorfina, sólo se utilizan en dolores agudos porque el uso prolongado genera adicción, apuntó.

Desde el punto de vista legal, Octavio Casamadrid, director de Arbitraje de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, comentó que el tema de la eutanasia siempre ha causado escozor. Dijo que el término fue proscrito por la Asociación Médica Mundial. Lo lícito es evitar las medidas extraordinarias que prolonguen la vida en forma innecesaria y lo ilícito es propiciar una "muerte a la carta". El médico, dijo, debe calmar el dolor y procurar al enfermo una muerte tranquila.

En cambio, para Arnoldo Kraus la posibilidad de la eutanasia o muerte digna depende de la relación -ya casi inexistente en la medicina moderna- entre el médico y su paciente. Se pronunció en favor de la muerte asistida cuando el enfermo esté imposibilitado para gozar la vida, pierda dignidad y autonomía.

El debate incluyó la participación del rabino Abraham Tobal, quien desde la perspectiva religiosa rechazó cualquier forma de quitar la vida, sea la propia o la ajena. Esta se termina cuando la misión del individuo en la Tierra ha concluido, indicó.

Con la exposición de los variados puntos de vista concluyó el foro organizado por la CNB, cuyo secretario ejecutivo, Guillermo Soberón, destacó que el objetivo fue abrir el debate sobre este controvertido tema, informar a la sociedad y, si no lo está, empezar a prepararla para la discusión y la decisión.

 
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