De origen guatemalteco, es uno de los documentos mayas más reveladores
Podría estar en México complemento del códice Chugüilá, estiman expertos
Ampliar la imagen Aspecto del c�e Chug�l�OTO Cortes�Henry Benitez y Marco Antonio Leal
Un año después de que se dio conocer su descubrimiento, parte de uno de los posibles códices mayas más reveladores de origen guatemalteco podría encontrarse en México, de acuerdo con las investigaciones que realiza en el país el equipo que logró el hallazgo.
Se trata del códice Chugüilá, pergamino encontrado en la comunidad de Chichicastenango, en el municipio de Quiché, al oeste de Guatemala, aunque el lugar de elaboración fue la norteña selva de Petén.
Un coleccionista europeo, dueño del documento, contactó en 2001 en Alemania a los antropólogos Henry Benítez y Marco Antonio Leal, quienes dirigieron los trabajos de interpretación del mismo.
En marzo de 2004 dieron a conocer los resultados de su labor y determinaron que la pieza data del año 1650 dC, según estudios de radiocarbono 14 efectuados en una universidad alemana.
En entrevista, Henry Benítez cuenta cuáles han sido los avances en sus investigaciones y por qué piensan que el manuscrito puede encontrarse todavía en México.
En caso de confirmarse su autenticidad, el Chugüilá sería el quinto códice maya de gran importancia que se conoce hasta ahora, junto con los Dresde, París, Grolier y Madrid. Fue precisamente este último el que ayudó a Benítez a entender la epigrafía del más reciente descubrimiento, por las grandes semejanzas entre ambos.
"A partir del códice de Madrid nosotros fuimos avanzando en el entendimiento de la expresión literaria que el (nuevo) códice contiene y a constatar que existen alrededor de 26 almanaques similares" entre los dos, lo que habla de una cosmogonía común.
El documento maya habría sido hecho por tres escribanos, no muy hábiles, y está escrito sobre cuero de venado, a diferencia de los códices de los periodos clásico tardío y posclásico temprano, hechos de corteza de árbol de amate. Ello indica que los autores formaban parte de un grupo que sobrevivía en condiciones difíciles a la invasión europea varios años después de que ésta se había producido.
Y ése es precisamente uno de los valores más destacables de la pieza: demuestra que a pesar de la conquista, cuando se piensa que "la tradición cultural de Mesoamérica había muerto", algunos núcleos indígenas seguían evolucionando.
Así, el códice "es la única muestra que hay de que el proceso de producción literaria existía y continuaba 200 años después" del arribo de los españoles, afirma Benítez. "Tenemos esa hipótesis y queremos polemizar al respecto para que se entienda que los españoles no sólo llegaron y botaron toda la cultura de golpe."
Los grupos que siguieron haciendo escritos son los de la etnia itzá, del norte de Guatemala, en las tierras bajas mayas, región selvática que no despertó mucho interés entre los conquistadores por su aislamiento y escasa población.
De hecho, fue apenas en 1697 cuando los itzaes entraron en contacto con sacerdotes franciscanos.
Respecto al significado del códice, los investigadores consideran que habla de eventos calendáricos importantes, como cacerías de venado en ciertas temporadas. Hay alusiones a Huayeb, "mes nefasto en el calendario mesoamericano", y aparece mucho el dios negro Ek Chuah, divinidad del comercio y del venado.
Al conjuntarse ambos elementos, "se interpreta que hay un conflicto bélico, pero todavía no identificamos quiénes están involucrados".
La pista mexicana
Luego de analizar el documento, los antropólogos guatemaltecos concluyeron que el códice Chugüilá es sólo fragmento de una pieza mayor, y que una de las partes faltantes podría estar todavía en México.
A partir de datos ofrecidos por contactos estadunidenses, Benítez está seguro de que coleccionistas privados conservan la pieza en el país. "Ellos (los informantes) aseguran que las personas que se acercaron con estas imágenes (la supuesta parte complementaria del códice) son de México".
Desde enero de este año "estuvimos en busca de códices para ver si existían los demás fragmentos. Si es así, podemos unirlos, como pasó con el códice Madrid o trocortesiano, que salió de México en el siglo XIX y se pudo saber que era uno solo a inicios del XX", concluye Benítez.
Aunque no se sabe con certeza, se piensa que una parte del Chugüilá salió desde Costa Rica hacia Europa y otra se quedó en Veracruz, el centro de México o Yucatán.