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13 de junio de 2005 |
GARROTES
Y ZANAHORIAS En este campo el presidente Vicente Fox ha incurrido en imprecisiones que no pueden esquivarse. Así ocurre, por ejemplo, con la insistencia en usar el concepto de ocupación en lugar de empleo para hablar de la situación laboral del país y afirmar que ésta es mejor que en los países más desarrollados. El 7 de junio en el municipio El Marqués, estado de Querétaro, al inaugurar la empresa Guardian Industries, el Presidente indicó textualmente: “Hoy, tenemos ya una economía que, yo diría que se define como desarrollo estabilizador […], que significa crecimiento sin inflación, porque cuántas veces se crece con inflación y se nulifica todo el efecto del crecimiento”. Veamos. En lo que va del sexenio de Vicente Fox, 2001 a 2004, el crecimiento del producto interno bruto ha sido en promedio 1.6 por ciento anual, mientras que la inflación media ha sido de 4.67 por ciento. El aumento acumulado de los precios al consumidor fue en este lapso de 20.7 por ciento. Así, no es preciso decir que ésta es una economía en crecimiento y, que no aumentan los precios. Estas condiciones seguirán por el mismo curso durante este año, con una tasa estimada de aumento del producto de 3.6 por ciento y de los precios de 4.2 por ciento. Pero la falta de claridad está en la esencia del proceso al que se refiere el Presidente. Probablemente no recuerda las condiciones que existían en el largo periodo de 22 años que concluyó en 1976, asociado con la figura de Antonio Ortiz Mena y que se conoce en la historia económica de México precisamente como desarrollo estabilizador. En ese lapso el producto crecía a una tasa promedio anual superior a 6 por ciento y los precios acumularon una variación de 20.98 por ciento. Además, las condiciones de operación de la economía eran diametralmente opuestas en aspectos como: la protección comercial, las restricciones a los movimientos de capital, las regulaciones a distintas actividades económicas y a la política monetaria, la existencia de un régimen de tipo de cambio fijo. En fin, que la comparación entre ambas etapas es, por decir lo menos, completamente artificial. Lo cual, por supuesto, no quiere decir nada con respecto a la comparación que pueda hacerse de ellas; ése no era el punto del Presidente. El asunto es que en el tema que quiso establecer falló, en términos de la comparación que acaba por no favorecerlo y en cuanto a una referencia conceptual que es completamente imprecisa § > |