La construcción comenzó en 1661; en 1931 una parte fue declarada monumento
El Oratorio de San Felipe Neri ha sido hospicio, caballeriza, bodega y teatro
En 1965 se pretendió instalar estacionamientos, pero la Secretaría de Hacienda lo rescató
Ampliar la imagen Interior del antiguo Oratorio de San Felipe Neri el Viejo, en el Centro Hist�o capitalino FOTO Jos�arlo Gonz�z
La edificación del antiguo Oratorio de San Felipe Neri el Viejo se inició en 1661, y recibió ese nombre en honor del fundador de la Orden del Oratorio, quien nació en 1515 en la villa de Castelfranco de Sopra, poblado cercano a la ciudad de Florencia, Italia. En la capital de la Nueva España, la congregación se instaló en 1657 por iniciativa de Antonio de Calderón de Benavides.
El historiador Francisco de la Maza, en su obra Los templos de San Felipe Neri de la ciudad de México, con historias que parecen cuentos, refirió que Antonio de Calderón y un grupo de sacerdotes se establecieron como una organización conocida como La Unión, que en 1661 adquirió un conjunto de casas antiguas ubicadas en la calle del Arco, a la que desde entonces se llamó San Felipe Neri y años después se le cambió de nombre a República de El Salvador.
En ese sitio se ubicó un hospicio que con los años se convirtió en la casa de los presbíteros y definitivamente en la sede de la congregación. A partir de 1668 iniciaron los trabajos de construcción y ampliación de la iglesia. En 1702 el templo fue constituido en oratorio.
En 1752 la orden comenzó los trabajos de construcción de San Felipe Neri el Nuevo, obra que no fue concluida porque en 1767, con la expulsión de los jesuitas, el recinto quedó abandonado, y un año después la edificación fue dañada por un terremoto. Para 1771, la congregación adquirió el templo de La Profesa a los jesuitas, y entregó los dos templos, el de San Felipe Neri el Viejo -semiderruido por el temblor- y el inconcluso de San Felipe Neri el Nuevo.
En el periodo de fines del siglo xviii y principios del xix el edificio fue ocupado por niños abandonados en tutela de la Junta de Caridad, que a su vez en 1852 vendió el edificio al señor Mateo de la Tijera, quien arrendó una porción de la construcción a Francisco Macedo. Este prometió edificar un teatro y, al concluir el contrato, entregarlo en beneficio del propietario. No obstante, entre 1852 y 1874, San Felipe Neri sirvió como cuadra de caballos, depósito de carruajes y bodega.
Al paso del tiempo, como establece el autor Enrique de Olavarría y Ferrari, en su Reseña histórica del teatro en México, 1538-1911, Porfirio Macedo, hermano de Francisco Macedo, compró el inmueble al gobierno, y en honor de Francisco Abreu -constructor del Teatro Nacional y del Palacio de Iturbide-, instaló allí el Teatro Abreu, que se inauguró en 1875, donde se ofrecieron comedias y óperas. A pesar de su esplendor, el foro -que gozaba de la primera iluminación con hidrógeno en México- 29 años después, en 1904, fue destinado a cuadra de caballos.
Hasta 1931, el 27 de agosto, la Comisión de Monumentos y Bellezas Naturales declaró como monumento la portada y la torre de San Felipe Neri el Viejo, y el retablo de su antigua fachada. No obstante, 23 años más tarde se clausuró definitivamente el Teatro Abreu, y cinco años después, en 1959, el gobierno federal rescató el edificio.
En 1965, el dueño del recinto, Miguel González de Castilla, emprendió el desalojo de los inquilinos del predio de San Felipe Neri, con objeto de demoler el edificio y construir estacionamientos; no obstante, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público compró la propiedad y a partir de 1969 inició la reconstrucción y acondicionamiento de San Felipe Neri, con objeto de instalar la Comisión Nacional Bancaria y la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.
Un año después, se inauguró la sede de la Biblioteca Lerdo de Tejada en el área que se conoce como Antiguo Oratorio de San Felipe Neri el Nuevo, y desde 1970 a la fecha el Antiguo Oratorio de San Felipe Neri el Viejo albergó a la Comisión Nacional Bancaria, las oficinas de Comunicación Social y posteriormente, hasta el miércoles pasado, las oficinas de la Dirección General de Banca de Desarrollo. Desde ese día, el edificio fue entregado en comodato a la Arquidiócesis de México.