El Rosario, entre el deterioro y la inseguridad
Sus edificios corren riesgo de derrumbes; venta de droga y arrancones, parte del paisaje
Ampliar la imagen Departamentos deteriorados en la Unidad El Rosario FOTO Mario A. Nu�L�
Tlalnepantla, Mex., 7 de junio. La unidad habitacional El Rosario, integrada por 350 edificios que albergan a 90 mil personas, cumplió su ciclo de vida útil y presenta un avanzado deterioro que podría derivar en derrumbes parciales de los inmuebles. Sin embargo, a los vecinos les preocupa más la venta de droga al menudeo y la utilización de las avenidas aledañas para celebrar, entre apuestas y bebidas alcohólicas, carreras de automóviles.
La alerta sobre la situación fue lanzada por el director de Protección Civil (PC) del municipio, Carlos Ruiz Sánchez, quien señaló que de acuerdo con un estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), los edificios de El Rosario presentan diversos grados de deterioro, derivados de 35 años de antigüedad y falta de mantenimiento. "No haber realizado trabajos continuos de impermeabilización provocó acumulación de humedad, que ha deteriorado concretos y estructuras metálicas de techos y muros, vulnerando la resistencia de los edificios", aseguró en entrevista.
El Rosario se localiza en el límite de la delegación Azcapotzalco, del Distrito Federal, y el municipio de Tlalnepantla, estado de México. Es un conjunto habitacional que incluye 350 edificios construidos en la década de los 70, y se le considera uno de los más grandes de Latinoamérica.
El Atlas de Riesgo 2005 del gobierno municipal establece que El Rosario es susceptible de padecer una contingencia de tipo geológico. En el documento se acotó que de ocurrir un sismo de seis grados en la escala de Richter, los edificios sufrirían cuarteaduras, asentamientos o derrumbes parciales, como sucedió con los sismos de septiembre de 1985.
Al menos 200 de esos inmuebles se ubican en territorio de Tlalnepantla, y 50 por ciento requieren mantenimiento urgente, por presentar grietas en sus estructuras, apuntó Carlos Ruiz. Pese a ello, el gobierno local abandonó los trabajos para reforzar los inmuebles por falta de recursos "y apoyo vecinal".
En El Rosario algunos edificios parecen colmenas. Sus habitantes se apiñan en departamentos de 60 metros cuadrados creados para alojar a una familia de cinco integrantes, donde hoy viven hasta 15 personas.
Perros, pájaros, jardineras, jaulas metálicas que hacen las veces de estacionamientos particulares y autos desvencijados son parte del paisaje en calles y avenidas.
El riesgo de derrumbes es latente. Tanto que, para prevenir alguna contingencia, hace algunos años se colocó un sistema de alerta sísmica en una torre de 20 metros de altura -creada por investigadores de la UNAM-, desde la cual se emite un sonido que se escucha a un kilómetro a la redonda y alerta a los vecinos sobre algún movimiento telúrico.
Pero para la mayoría de los habitantes de esta unidad la probabilidad de daño por sismo es algo lejano. Están más preocupados por la inseguridad que generan diversos puntos de venta de droga al menudeo.
"A las 9 de la noche nadie de mi familia debe estar en la calle", dijo un vecino de la avenida Cultura Romana, quien solicitó el anonimato por temor a represalias de los minoristas de estupefacientes como mariguana, crack y cocaína.
Bien conocidas por los colonos son La Zona Azul y El Gallinero, donde se consigue variedad de drogas. Algunos departamentos se han transformado en "tienditas" que se suman a las ventanas del narcomenudeo.
Los módulos de policía de El Rosario, conocidos como tlallis, están abandonados. Indigentes y consumidores de tóxicos los utilizan como sitios de reunión, afirmó Laura Méndez Solano, originaria de Veracruz, quien añora regresar a su tierra, "pero llegamos a vivir aquí porque las escuelas superiores (diversos planteles de las universidades Nacional Autónoma de México y Autónoma Metropolitana) están cerca para mis hijos".
El presidente de la Asociación de Padres de Familia y representante del Sector 3 de la unidad habitacional, David Vargas, minimizó los daños a inmuebles y exigió al presidente municipal, Ulises Ramírez Núñez, seguridad para el conjunto habitacional, que "inclusive es utilizado por policías que llegan a drogarse o a ingerir alcohol".
Señaló que los arrancones de autos (carreras clandestinas) constituyen otro problema para El Rosario. Cada fin de semana, avenidas como Cultura Romana, Las Granjas y Los Remedios son utilizadas como pistas. Las carreras incluyen alcohol y cruce de apuestas.
Asegura David Vargas que los policías municipales avalan las carreras. Otro vecino señaló que los uniformados "hasta participan en las apuestas".
¿Y los políticos? Ellos, manifiestan los vecinos, sólo visitan El Rosario en tiempos electorales. Así aseguran que lo hizo Ulises Ramírez, quien una vez que llegó al ayuntamiento no se volvió a acordar de El Rosario.