Usted está aquí: sábado 4 de junio de 2005 Cultura Irrumpe El Quijote en Palacio Nacional

Irrumpe El Quijote en Palacio Nacional

Añaden el jinete y su jamelgo otro periplo a los 400 años de infatigable cabalgata

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen El artesano Gervacio Sotero Lemus encabez�sde Ciudad Nezahualc�l el recorrido de su versi�e los c�bres personajes cervantinos FOTO Marco Pel�

El jinete que cruzó la puerta de Palacio Nacional el jueves a las 8:37 de la noche empezó a cabalgar hace 400 años. Al principio de su aventura -según famoso libro de un tal Miguel de Cervantes- era "de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro" y montaba rocín flaco.

Arrancado de las páginas del famoso libro por la imaginación, la paciencia y la creatividad del artesano Gervacio Sotero Lemus, el caballero de la triste figura llegó a Palacio con cuerpo de carrizo y madera, luego de cubrir, ante la sorpresa y la curiosidad de los transeúntes, la última etapa de su cabalgata, desde una modesta vivienda en Ciudad Nezahualcóyotl hasta el Centro Histórico de la ciudad de México.

Fue en sus años de estudiante que Sotero Lemus quedó cautivado por las andanzas de Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza, arquetipos universales de la dual y contradictoria condición humana. Por eso no dudó en aceptar la propuesta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de hacer una versión monumental del personaje, de 11 metros de alto, como parte de los festejos por los 400 años de la publicación de El Quijote.

Durante nueve semanas, en jornadas de 14 horas diarias, Sotero Lemus se dio a la tarea de dar forma y volumen a 3 mil varas de carrizo, de 3 metros de largo cada una, cortadas longitudinalmente en cuatro partes; atadas con 70 kilos de alambre recocido y montadas sobre 200 tiras de madera.

Dadas las dimensiones de caballo y jinete, el maestro cartonero tuvo que armarlos por separado. Al jinete lo hizo en el patio de la casa-taller y a Rocinante en la azotea, donde lucía como extravagante antena de carrizo.

Imponentes y frágiles al mismo tiempo, sacarlos de la vivienda y colocarlos sobre las plataformas de los tráileres que harían el traslado fue una tarea complicada y laboriosa; en ella participaron por lo menos 33 ayudantes, miembros del grupo de apoyo logístico facilitado por las autoridades municipales.

La esquina que forman las calles de Bondojito y Petróleos Mexicanos, en la colonia Ampliación Vicente Villada de Neza, se llenó de la actividad sincronizada propia de un hormiguero: "¡Bájale, grúa!", "¡cuidado con esos cables!", "¡jala esa cuerda!", "¡álzale la cabeza!" El mínimo error resultaría catastrófico.

Amigos, parientes y vecinos del artesano se mantenían expectantes. Por doquier aparecieron cámaras fotográficas y de video, de aficionados que competían con reporteros gráficos por la imagen que inmortalizara el instante.

Dos horas y media después, Don Quijote quedó recostado boca arriba sobre el tráiler, sin lanza y con las manos tendidas hacia el cielo. Rocinante, erguido y aun con cierta gallardía. Cada uno por su lado, jinete y caballo emprendieron el recorrido, escoltados por cuatro patrullas municipales con torretas encendidas y sirenas abiertas.

-¿Qué es eso? -preguntaban los transeúntes al paso del convoy.

-Es un burro -aventuró alguien.

-Es un castillo -quiso corregir otro.

El desfile a vuelta de rueda traía detrás una larga cauda de automovilistas impacientes o de plano desesperados. La espectacular procesión tomó avenida Pantitlán y dobló a la izquierda en avenida Siete hasta calzada Zaragoza.

En ese punto los autos municipales volvieron a su jurisdicción. El caballero andante y su jamelgo quedaron bajo custodia de una patrulla del Distrito Federal. Fue todo el apoyo logístico que el artesano recibió de la autoridad capitalina.

Cual carros alegóricos, los tráileres siguieron por Fray Servando Teresa de Mier, San Pablo, Izazaga, vuelta a la derecha en 20 de Noviembre y entrada llamativa al Zócalo, pasadas las 8 de la noche, aún bajo la luz crepuscular.

Frente a Palacio, Don Quijote y Rocinante fueron bajados de sus pedestales. A las 8:20, el segundo ingresó majestuoso al inmueble. Apenas cupo. Aplausos, flashes, abrazos, felicitaciones...

Como ya se dijo al principio, Don Quijote cruzó la entrada a las 8:37. Fue colocado bajo los portales del primer patio. Ahí, radiante, Gervacio Sotero Lemus posó para las últimas fotos de una jornada que sin duda le será inolvidable.

 
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