Presentaron el trabajo de Alexandra Reyes

La biografía de Henestrosa, ''una novela de aventuras''

"Como no puedo ser inmortal por mis obras, voy a luchar por serlo en la vida", expresa el escritor a sus 98 años

ANGEL VARGAS

Dijo Andrés Henestrosa: "Como no puedo ser inmortal por mis obras, voy a luchar por serlo en la vida".

De esa forma, el longevo escritor, fecundo periodista y ex político oaxaqueño refrendó la noche del viernes su compromiso de llegar al siglo de vida, lo cual ocurrirá el 30 de noviembre de 2006.

En la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, ante una multitud que desbordó la capacidad del recinto, en medio del inclemente y húmedo calor nocturno y muchos recuerdos y anécdotas, el autor de Los hombres que dispersó la danza tomó la palabra para rubricar la presentación de la biografía Henestrosa, hombre de un siglo, de Alexandra Reyes Haiducovich.

Fue un discurso improvisado, breve y emotivo, en el que el literato confesó que ha dedicado gran parte de la vida a cumplir su sueño de ser alguien, porque "el hombre más vale por lo que sueña que por lo que realiza".

De su existencia definió que puede resumirse como la de alguien que salió siendo de barro de su tierra natal, Ixhuatán (un pueblecito situado en la región del Istmo de Tehuantepec), para buscar regresar de mármol.

"Labrar mi estatua ha sido mi trabajo", agregó, "y como no he podido conseguirlo, por eso vivo. Bajo esa circunstancia tienen Andrés Henestrosa para mucho rato".

La búsqueda y procuración de la verdad ha sido la directriz en sus 98 años de periplo vital, según dijo, ya que "la verdad es la verdad, así la diga el mentiroso".

Señaló también que otro de sus propósitos, tanto en vigilia como mientras duerme, siempre ha sido encontrar esa palabra, una sola, que pueda traducir el pensamiento y el sentimiento que tanto lo ahogan.

"A veces -prosiguió- creo que ya no lo logré, que he errado el camino; pero también he tenido la certeza de que sólo el que no camina, no corre el riesgo de perderse".

Tras agradecer las "tan bellas mentiras" que se dijeron en torno de su vida y obra durante la presentación del mencionado libro -"que me hacen creer que en parte mi sueño se ha realizado''-, Henestrosa anunció que está por concluir sus memorias, las cuales llevarán por título El cercano y lejano ayer.

Para delinear cuál ha sido la premisa que rige su empeño literario, el escritor recurrió a una frase del libertador ecuatoriano Juan Montalvo, en la que expresa que si su pluma tuviera el don de escribir lágrimas, entonces escribiría un libro sobre los indios que haría llorar a la humanidad.

La cronista Angeles González Gamio, el senador priísta Ernesto Gil Elorduy y el editor Miguel Angel Porrúa fueron los encargados de comentar la biografía escrita por Alexandra Reyes, en cuya contraportada aparecen el escudo del Senado de la República y las siglas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Además, en los agradecimientos, la autora dedica "el valioso apoyo" del senador Enrique Jackson Ramírez, coordinador del grupo parlamentario del PRI, y a la maestra Elba Esther Gordillo, presidenta del SNTE.

González Gamio destacó la aportación que esta biografía tiene para descubrir que la de Andrés Henestrosa más que vida ha sido una novela de aventuras, en la que existe picardía, momentos estremecedores, otros tiernos y también muy emotivos.

La pericia de la pluma de Alexandra Reyes logra adentrar al lector en el alma y el corazón del biografiado, enfatizó la cronista, quien rememoró los años del escritor como seguidor de José Vasconcelos, su paso por San Ildefonso y encuentro allí con los intelectuales de la época, las visitas a cantinas, salones de baile, las fiestas y sus amores.

Gil Elorduy, en tanto, habló del Henestrosa político, ámbito en el que desempeñó dos diputaciones federales y una senaduría.

Y, por último, Porrúa retomó parte del prologo que Vicente Quirarte escribió para Henestrosa, hombre de un siglo, en el cual ubica al escritor oaxaqueño como uno de los protagonistas más importantes del siglo XX mexicano.