Usted está aquí: domingo 29 de mayo de 2005 Política Israel, a la expectativa

Néstor de Buen

Israel, a la expectativa

Una cordial invitación de amigos fraternales me permite pasar una semana en la capital israelí, la ciudad de mayor desarrollo del Estado de Israel. El pretexto, asistir en la Universidad de Tel Aviv a una ceremonia de imposición de veneras a ocho profesores merecedores de doctorados honoris causa, entre los que se encontraba mi amigo Felipe González Márquez, y a otros dos, el reconocimiento de ser maestros de honor de esa institución.

Al día siguiente, también en la universidad, Felipe pronunció una excelente conferencia sobre el estado de las relaciones entre España e Israel, en la que derrochó humor y, como es su costumbre, dijo verdades que pesan. Su protagonismo en los hechos fue notable. Dio una fecha: en 1492 los reyes católicos dictaron el decreto que expulsaba a los judíos de España, particularmente sefarditas que habían hecho de Toledo su capital. Exactamente 500 años después, en 1992, en su calidad de jefe del gobierno de España, Felipe revocó esa orden y los judíos pudieron volver a territorio español sin ninguna traba.

Nos narró Felipe que a lo largo de esos años tuvo contacto con el que fue jefe de gobierno de Israel, Isaac Rabin, arteramente asesinado en una plaza de Tel Aviv cuando terminaba un acto político. En el lugar del asesinato existe, a ras del suelo, un monumento. Finalizó con un chiste andaluz: que en España se dice que los graves problemas de Israel corresponden al Oriente Medio, afortunadamente, porque si fueran del oriente completo serían mucho más graves.

Me platicó Felipe de su cordial relación con Slim, de quien no es consuegro, y de la posibilidad de comprarle un departamento de esos que ha renovado el propio Slim cerca del Senado. Aunque dice que Gabo y Carlos Fuentes también se estaban apuntando.

El tercer encuentro fue musical. La cámara de comercio israelí-española organizó una cena en el viejo edificio de una destilería en la que disfrutamos de buen vino y de un espíritu musical notable. Los asistentes iniciaron un baile interminable, bien acompañados por músicos, y acabaron danzando sobre las mesas. Felipe no se animó, pero Manuel Chaves, presidente de Andalucía, sí, aunque no lo vi montarse en ningún mueble. Dominaban la música rusa y árabe. Y las protagonistas no estaban nada mal.

No me creyó mucho Felipe cuando le dije que mi viaje había tenido por objeto asistir a esos actos; claro está que acompañando a la persona que me invitó, un fraternal amigo y cliente desde hace muchos años que tiene negocios en México, bien atendidos por su hijo, y que de cuando en cuando organiza con su mujer un homenaje póstumo a otro hijo, en la Facultad de Filosofía, otorgando premios interesantes a las mejores tesis de licenciatura, maestría y doctorado. Estoy con ellos desde el principio en esa organización.

Mis nuevos amigos en Israel fueron, sustancialmente, emigrados de Argentina y Uruguay, casi todos conocedores de México. Hablan hebreo con envidiable facilidad, que es, por otra parte, la lengua oficial en Israel. Claro está que con hablar inglés te las arreglas, y no faltan algunos que también saben algo de español.

La preocupación de mis amigos, además de los frecuentes actos de terrorismo, es que Sharon ha adoptado una actitud más democrática, manifestando su disposición para devolver parte de los territorios ocupados. Sus antiguos seguidores abominan de él, particularmente los ortodoxos, y la izquierda, que representaría Simón Peres, se muestra proclive a Sharon. Claro está que las nuevas esperanzas no tienen demasiado arraigo y todo puede pasar.

Tel Aviv ha crecido de manera espectacular. Teniendo al lado el Mediterráneo, lo aprovecha plenamente. La arena de las playas me recuerda un poco la de Cancún, aunque mis amigos dicen que no, que la de la costa quintanarroense es incomparable. Hay muchos hoteles de playa, generalmente rascacielos, y los viernes por la tarde y los sábados la playa se pone imposible. Me costó trabajo hacerme a la idea de que los domingos son el primer día de trabajo de la semana.

Es bastante complicado hacerse entender. El inglés, más allá de mis propios defectos, no lo habla todo mundo. Y el hebreo, idioma rotundo, suena como el español, pera nada más suena.

Gratísimo es asistir a restaurantes estudiantiles. Las meseras son alumnas exhibidoras de ombligo, como es ahora obligatorio, y siendo muchas de ellas guapas, las que no lo son tanto tienen en cambio un enorme atractivo, hasta cuando van de uniforme y armadas por las calles.

Viaje interesante en el que, como es natural, de México no te enteras de nada.

 
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