Con esos amigos...
Desde el inicio de su gobierno, el presidente Fox, con el optimismo que le caracteriza, ha declarado que México es la novena economía mundial y hoy se niega a aceptar que para 2005, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pasaremos a ocupar el decimocuarto puesto: nos sustituirán Rusia -que saltó al décimo lugar, ellos sí, aprovechando los altos precios del hidrocarburo-, India, Brasil y Corea del Sur. Consecuentes con el discurso de su jefe, los secretarios Canales y Abascal aseguran que la actividad económica seguirá creciendo ordenadamente y que en los 18 meses que les restan, se lograra el prometido 7 por ciento de crecimiento del PIB.
El país, quisiera compartir esa fe desbordada, pero el gabinete económico, el INEGI y la amarga realidad, demuestran que este sexenio, en materia de crecimiento, ya vivió sus mejores momentos -al lograr un crecimiento acumulado real del PIB de 1.7 por ciento, en los años transcurridos- y que se ha iniciado una nueva fase de desaceleración, al reducirse la actividad industrial y agropecuaria. Este hecho explica la migración de la población. Tan sólo en los pasados cuatro años, de cada 100 personas que llegan a la edad de trabajar, 41 se ocupan en la informalidad -vendedores callejeros, que no microempresarios-, 36 emigran a otro país en la búsqueda de una mejor vida y 23 se suman a las filas del desempleo y la total desesperanza.
Ahora se comprende que el desliz presidencial, que ofendió a la comunidad afroamericana, lo motivó la desesperación, al enterarse que sus entrañables amigos del norte levantarían un muro entre las dos naciones, acordes a su política antinmigrante, y que la enchilada completa quedaría como una anécdota más de su gobierno. ¿A dónde irán ahora los casi 300 mil desempleados que anualmente emigran por no encontrar aquí ni siquiera aquellos trabajos que la gente de otros países se niega a realizar? En este contexto resulta anticlimático tanto el sometimiento al TLCAN Plus y a la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad. ¿Por qué el Presidente es tan cumplidor con quienes mal pagan? ¿Que no se trata de "dando y dando, palomita volando"? Mmm...., entrega incondicional, que más parecen compromisos ineludibles con los amigos verdaderos.
El endurecimiento de Estados Unidos y el severo discurso del embajador Garza, sólo puede significar que a los vecinos, más allá de su seguridad energética y fronteriza, no les interesa un futuro compartido con México; así, que más le vale a México rencontrar su propio desarrollo. Y no se ve cómo lograrlo, si el Presidente en lugar de tender lazos de concordia con todos los agentes políticos de la nación, convocándoles a dejar de lado las diferencias, para juntos construir y lanzar un programa económico que impulse el mercado interno, demostrando así que no sólo dependemos de las remesas de los migrantes y del petróleo, ha optado por pelear con todos, metiéndose de lleno a la contienda electoral, cuando debería arbitrar. ¿De qué le ha servido impugnar las leyes que nacieron de un Congreso deseoso de colaborar en el establecimiento de programas que mejoraran la vida de los mexicanos? No, el camino que seleccionó ha sido culpar a sus adversarios políticos por el incumplimiento de las promesas, sólo por él formuladas. Y si decide reconsiderar, la reconciliación la deberá buscar solo, pues no cuenta ni con estrategas ni con secretario de Gobernación, ya que éste, desde el inicio, se ha desempeñado como aspirante presidencial.
En el caso de las reformas estructurales, sigue pugnando por una tardía aprobación, cuando desperdició el tiempo sin conciliar alternativas viables. Hoy, acorde con el complejo escenario, la OCDE recomienda concretese a tomar medidas que no requieran la intervención del Congreso, puesto que se considera que las reformas energética y laboral -y la fiscal- serán tarea del próximo gobierno, advirtiendo que de no realizarse éstas, será imposible crecer al 6 por ciento anual necesario para que en los próximos ¡200 años! México alcance el nivel de bienestar de los desarrollados. Y pensar que nos escandalizamos cuando Zedillo, con la economía creciendo a buen ritmo en 98, admitió que de mantenerse esa tendencia -que se alcanzó hasta llegar a 7 por ciento en 2000-, la meta del bienestar para los mexicanos se lograría en 25 años.
Elizondo, subgobernador del Banco de México, sugiere desregular la economía, liberando al aparato productivo de trabas burocráticas: decretos, reglamentos y circulares, emitidos por el Ejecutivo, para aumentar la competitividad de las empresas. Esto, lo debería asumir Abascal, quien con el pretexto de incrementar la competitividad, insiste en aprobar su ley laboral, asegurando que generará empleos, impulsará la productividad y respetará los derechos colectivos, cuando sólo busca mayor flexibilidad para incorporar el contrato individual por temporadas, un periodo de prueba laboral y otro de capacitación inicial y sólo empleos eventuales. La OCDE señala con dureza que esa reforma busca abaratar, para los patrones, la contratación y facilitarles el despido de los trabajadores.
Fox debería empeñarse en entregar a su sucesor un país, al menos, sin crisis financiera. Así se lo entregamos en el 2000 los priístas.