Usted está aquí: viernes 27 de mayo de 2005 Opinión Educación, tecnología y ciencia: deuda con el futuro

Editorial

Educación, tecnología y ciencia: deuda con el futuro

El menosprecio del gobierno foxista a las instituciones públicas de educación superior y al trabajo de la comunidad nacional de científicos e investigadores ha ido más allá del abandono presupuestal y se ha expresado, en días recientes, en un intento de censura por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) al presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Octavio Paredes, quien el lunes pasado se refirió, ante el titular del Ejecutivo federal, a los ínfimos recursos que se entregan a la investigación, señaló un subdesarrollo científico "aún más pronunciado que el económico" y demandó la asignación de presupuestos a la innovación científica y tecnológica. Ayer el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente, se preguntó si alguien realmente pretende resolver los problemas acallando las voces de los representantes de la comunidad científica, habló del estancamiento científico y tecnológico en el que se encuentra el país, destacó la fuga de talentos que se forman en las universidades y centros de investigación de México y luego son atraídos por instituciones de otros países, y subrayó que "los proyectos de investigación, muchos de ellos verdaderamente innovadores, originales, relevantes, pertinentes, cuentan apenas con los mínimos recursos necesarios, no para proyectarse con la fuerza que quisiéramos, sino para sobrevivir". El rector de la máxima casa de estudios señaló la ausencia de "verdaderas políticas de investigación y desarrollo" y la necesidad de dar a la ciencia y la tecnología mexicanas "el lugar que hoy tienen en prácticamente todos los países avanzados". Asimismo, De la Fuente dijo que si no se cumple con ese requisito no habrá mejoras en la productividad y la competitividad, no se podrá generar fuentes de empleo mejor remuneradas ni se logrará "acortar las brechas inadmisibles que todavía calan hondo en la sociedad mexicana".

Por otra parte, en el seminario México y los desafíos del cambio, organizado por el Consejo de las Américas, el Consejo Mexicano de Comercio Exterior y el Consejo Coordinador Empresarial, otras voces señalaron la necesidad imperiosa de incrementar la competitividad del país por medio de acciones educativas coherentes e inversiones en tecnología y capacitación. Juan Fernández Oliva, de IBM, dijo que si bien México es la economía número 14 en el mundo, ocupa el lugar 44 en inversión en tecnología "y sigue bajando". El director del Instituto Mexicano para la Competitividad, Roberto Newel, se refirió a la "tragedia" que significa el ínfimo crecimiento (0.4 por ciento en 35 años) de la productividad.

En suma, los señalamientos sobre la carencia de estrategias gubernamentales coherentes en educación, capacitación, ciencia, investigación y tecnología han salido de los cubículos de los especialistas y se han convertido, ya, en un clamor en el que confluyen académicos, científicos, empresarios y funcionarios. Los datos del desempeño nacional en este renglón ­que constituye, en la realidad global contemporánea, una inversión obligatoria en el futuro del país y de su gente­, alarmantes y deplorables, hacen evidente la necesidad de construir un consenso social que obligue a los políticos, gobernantes y funcionarios a dar al tema la importancia que merece, y a bajar de sus nubes declarativas y situarse en la realidad dolorosa y exasperante que Octavio Paredes describió con precisión ante el presidente Vicente Fox como una congelación gubernamental de la ciencia, la investigación y la tecnología, y como subdesarrollo científico.

 
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