Los grandes sellos la desdeñan por su falta de rentabilidad
Editoriales pequeñas, único escaparate para la poesía
Escasa divulgación de la obra poética, incipiente promoción de la lectura, falta de librerías, un público devoto, pero no numeroso y libreros más preocupados por el comercio que por difundir la cultura, son algunos los rasgos del perfil actual de la publicación de poesía en México
La poesía está destinada a publicarse en las pequeñas editoriales, pues los grandes sellos sólo buscan rentabilidad y ese género literario carece de ganancia económica inmediata.
Editoriales como Verdehalago, Aldus, Ediciones y Gráficos Eón, Colibrí y Selector sí publican libros de poesía, sin embargo el mayor problema que enfrenta el sector editorial es la poca divulgación de la obra porque casi no hay librerías.
Los editores Sandro Cohen, Saúl Ibargoyen, Alfredo Herrera Patiño, Ernesto Lumbreras y Gonzalo Araico Montes de Oca reflexionan en torno de la publicación de poesía en el país y comentan sobre la situación tan vulnerable en que se encuentran frente a las ventajas de que disfrutan las editoriales trasnacionales.
Lo importante es el contenido
El director de Editorial Colibrí, Sandro Cohen, comenta que publica al año alrededor de siete títulos de poesía, ''lo que representa la mitad de la producción de toda la empresa''; reconoce que la estructura del mercado editorial ha cambiado radicalmente en los años recientes.
''Ahora las grandes editoriales sólo buscan ganancias, no sólo ganancia económica, sino la ganancia económica inmediata, y la poesía no tiene una ganancia inmediata, la tiene a largo plazo porque los lectores necesitan enterarse a tiempo de que existe el libro."
Para el crítico literario, la poesía tiene un público muy devoto, pero no es numeroso. ''Estos lectores no suelen ser compradores de impulso y esta situación dentro de la estructura económica actual deja a la poesía fuera del mercado.''
Por su parte, Alfredo Herrera Patino, de Verdehalago, considera que hay una realidad que no se puede soslayar respecto al número de ejemplares que se venden de poesía, pero asevera que la importancia de la poesía no está dada por los libros vendidos, ya que las pequeñas editoriales tienen un interés más centrado en el proyecto cultural de la editorial, es decir, más en el contenido del volumen que en el proyecto comercial.
''A los grandes grupos les importa tan poco el contenido que están dispuestos a vender inclusive buenos libros, y se venden", expresa.
En torno de la poesía que se escribe en la actualidad, Cohen advierte que en México existen poetas talentosos, ''como los hay en casi todos los países. Donde fallamos es en la divulgación de la obra porque casi no hay librerías. Las pocas que existen no aceptan poesía. Es un problema real; hay muchos poetas, pero no hay dónde las personas puedan leer la poesía".
Imperio del criterio comercial
La tradición de las revistas literarias que antes había -prosigue Cohen- ''desapareció, porque otra vez impera un criterio comercial que es nocivo para la literatura en general y sobre todo para la poesía. En las librerías de antaño los lectores podían encontrar las obras completas de un autor, no sólo los betsellers o de novedad".
Considera que con la nueva Ley del Libro y Fomento a la Lectura -que incluye el precio único- aumentará la cantidad de lectores y habrá un renacimiento librero en México, ya que la gente sí busca libros, pero no los ve.
Las pequeñas editoriales, como es el caso de Ediciones Eón, comenzaron con muchas dificultades. Algunas de las colecciones que maneja son Narrativa, Poesía y Ensayo; en promedio publican cuatro libros de poesía al año.
Saúl Ibargoyen, editor de Eón, asegura que las editoriales chicas son las que publican más poesía, pero en el campo editorial, la distribución es uno de los principales problemas debido a que los libreros no han formado un público de lectores de poesía.
''Los libreros deberían preocuparse por ser difusores de la cultura y no simples mercaderes", expresa.
En opinión de Ibargoyen, en la literatura hay figuras consagradas, pero esto no implica que la poesía esté concentrada en media docena de nombres.
Asimismo, señala que la actitud editorial deber ser de inclusión y tomar en cuenta la poesía que se hace en otra lengua, no sólo en castellano.
Existe cierta preocupación en los autores jóvenes, agrega, pues se nota que hay lecturas y un peso exagerado en cuanto a influencia de los poetas consagrados, pero esa preocupación formal en algún momento tendrá que ir reuniéndose más con las experiencias de la propia vida.
Rama minoritaria
Alfredo Herrera Patiño señala que en los catálogos de las grandes consorcios la poesía no es una rama fundamental de la edición, pues a partir del siglo XX los lectores dejaron de interesarse en las obras poéticas.
''La poesía es un asunto minoritario dentro de la edición y de los catálogos."
De acuerdo con Herrera Patiño, el problema reside en que los grupos editoriales ya no son independientes y ahora forman parte de grandes consorcios de comunicación que necesitan altas ganancias y ''la parte editorial no les reditúa lo suficiente, por eso siempre están comprando más cuotas de mercado con estas fusiones".
Sostiene que el conflicto básico de las editoriales en México, grandes o pequeñas, es la cantidad de librerías. Sin embargo, los pequeños sellos editoriales son privilegiados en algunas ocasiones porque pueden ofrecer sus libros junto a las obras de los grandes consorcios en las mesas de novedades de Gandhi o El Péndulo.
''En España a los sellos chicos les cuesta mucho trabajo que un libro suyo pueda estar en una mesa de novedades, y aquí sí lo logramos.''
En el momento en que exista una fuerte inversión o se vuelva atractivo para las personas poner librerías, habría un repunte en la industria editorial, plantea Herrera Patiño.
A decir del editor de Verdehalago, existen dos puntos fundamentales en torno de la iniciativa del precio único del libro: ''Lograr que las librerías pequeñas no sean desbancadas y contar con un incentivo para la inversión de librerías."
En México -continúa- las compras de bibliotecas se hacen directamente a las editoriales, al igual que las de libros de texto; ''si eso se regula y se logra que sea necesariamente vía librerías, todos nos beneficiamos''.
Por apoyos fiscales
Al referirse al oficio poético, Herrera Patiño señala que en los pasados 10 años se ha dado un cambio muy radical en México, respecto de apoyos y becas, ya que se ha editado mucha poesía con dinero público. Sin embargo, añade que las nuevas generaciones de poetas tienen mayor interés vocacional, pero carecen de técnica.
Gonzalo Araico Montes de Oca, de la editorial Selector, advierte que uno de los problemas a los que se enfrentan las editoriales es la entrada de libros producidos en otros países, principalmente provenientes de España.
''Esto se refleja en el escaso número de puntos de venta, porque las librerías pequeñas no pueden recibir todas las novedades de las editoriales y adicionalmente libros del extranjero.
''El sector editorial requiere de apoyos del gobierno, como hacen otros países donde se otorgan exenciones fiscales a los libros que se exportan."
Araico explica que normalmente las editoriales mandan maquilar a terceros toda su producción y casi ninguna casa editora tiene activos fijos, pues sólo cuentan con la cartera de clientes.
Los editores deben ser más audaces
En opinión de Ernesto Lumbreras, editor del sello Aldus, persiste un estancamiento en la poesía con excepción de algunos autores.
''Es un tiempo muy distinto, los tirajes reducidos de los poetas románticos modernistas lo corroboran, pero lo mismo ha pasado con los contemporáneos".
Sin embargo, los tiempos del mercado de la obra poética son diferentes a los de una novela o un libro de ensayos. Agotar una edición de poesía en un periodo de tres o seis meses es un escenario que no le corresponde a la poesía, agrega Lumbreras.
''El editor de poesía lo hace la mayoría de veces por gusto y por una apuesta muy personal de cierto autor, además, edita ejemplares de otros géneros que le permiten solventar en la cuestión financiera ese lento desplazamiento de los libros de poesía."
Lumbreras considera que los editores deben ser más audaces, buscar escenarios menos acartonados para difundir la poesía y ''romper el cerco de la endogamia porque se piensa que el público único, exclusivo, son los poetas".
Otra labor importante en la promoción de la lectura es enseñar a leer poesía, pues aunque existe infinidad de talleres no hay uno sobre lectura para saber cómo se lee un poema o cómo se entra en contacto con ese lenguaje, añade el editor de Aldus.