Usted está aquí: miércoles 25 de mayo de 2005 Cultura Venderse o morir, dilema del libro al salir de la imprenta

Reportes de ventas determinan su destino, señalan editores

Venderse o morir, dilema del libro al salir de la imprenta

Los títulos no pasan de moda, más bien el público ignora que existen, acepta un librero. Retirarlos del catálogo y ''mandarlos a la pulpa'' obedece a que los sellos editoriales ven esto más como negocio que como cultura

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Cuando nadie se interesa por los libros ofertados a precio de saldo, entonces esos t�los son destruidos FOTO Guillermo Sologuren Foto: GUILLERMO SOLOGUREN

Venderse o morir es el destino de todo libro una vez que sale de la imprenta. Si hay demanda, cualquier título puede vivir durante muchos años; en caso contrario, entra en estado de coma: las editoriales lo sacan de su catálogo y lo saldan, con lo que las posibilidades de revivir en las librerías de viejo o las ferias de libro son de 50 por ciento. Si no hay nadie interesado en los saldos ese libro muere, es reciclado.

En la descatalogación de títulos prevalece el criterio comercial, coinciden editores mexicanos y españoles consultados por La Jornada, quienes afirman que en ningún caso se afecta al lector, por ser títulos que no se solicitan, además de que en los años recientes una alternativa, además de saldarlos, es la impresión digital, que permite hacer desde uno hasta decenas de ejemplares por pedido.

Ni en México ni en España existen cifras de los títulos que se descatalogan cada año, porque eso ya depende del criterio de cada editorial y sólo se da cuenta de los títulos ''vivos'', los que están a la venta.

La cifra de títulos vivos en España es de 291 mil, de los cuales 123 mil corresponden a Cataluña, explica Josep María Puig de la Bellacasa, presidente del Gremio de Editores catalán.

El año pasado la industria catalana produjo 34 mil novedades, 5.7 por ciento más que en 2003.

Saldos que llegan de España

En México, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Canaiem) no cuenta con una cifra global de títulos a la venta, sino desglosada por años. Así, en 2003 el estudio Actividad editorial refleja 17 mil 114 títulos, entre ediciones y coediciones, aunque sólo se refiere a la producción de ese año, precisa Gustavo Delgado, responsable de prensa del organismo gremial.

De entrada, el criterio que impera en la salida de un título de catálogo es el comercial, señala el director de Ediciones B en México, Hugo Plessy; mientras Jan Schulz, quien dirige el sello Herder en el país, precisa por separado que las editoriales deciden qué es lo que van a hacer con los títulos de acuerdo con los reportes de ventas.

Si son libros con demanda permanecen en el catálogo, de lo contrario se da el paso a la descatalogación, y en esto tiene mucho que ver el gasto que representa tener los ejemplares en el almacén, manifiesta Schulz.

Antes, explica, las editoriales tenían su propio espacio y no pagaban dinero, pero de todas maneras involucraba un costo, porque ese espacio se puede rentar o aprovechar para otra cosa.

''Creciendo esas cantidades de miles y miles de libros significa tener material que jamás se va a vender y hay que reducirlo. Una de las formas de hacerlo es con los saldos, algo muy común: desde España llegan toneladas de libros por un precio bajo al mercado mexicano, pero no soy partidario de esas estrategias, porque los libros que no se venden en Europa no se van a vender en México; el precio bajo es un gancho para muchas personas, pero es un error, una ficción; el libro barato, algún defecto tiene: o no es interesante o son temas anticuados, pero en esto quedan fuera los clásicos que siempre funcionan.''

Para Puig de la Bellacasa este cambio de mercados de libros descatalogados de España a México también puede hacerse en sentido inverso, y ''es una posibilidad para intentar darle una nueva vida al libro''.

Sin embargo, reconoce, ''es extraño que un libro que no ha funcionado en un país funcione en otro, pero evidentemente el autor está interesado en encontrar un nuevo mercado, así que este cambio se hace por acuerdo entre la editorial y el escritor''.

Medida necesaria

La descatalogación de títulos ''es necesaria para que cualquier catálogo se mantenga vivo'', subraya Martí Soler, titular de la Unidad Editorial del Fondo de Cultura Económica (FCE). ''Se podría decir que son tres los principales niveles en los que se maneja una editorial: en función de sus clásicos, que se deben cuidar para mantenerlos siempre en librerías; de las novedades, que bien pueden ser nuevas ediciones de libros que han quedado atrás, que se han 'descatalogado' para sustituirlos por ediciones ampliadas o actualizadas, sean del mismo autor o no, y el nivel de innovación, en el sentido de que una editorial apueste por un autor nuevo y lo publique.

''Cada editorial tiene su propia política sobre cómo se manejarán estos tres puntos: si de manera equilibrada o priorizando unos más que los otros.''

Por ejemplo, en el FCE, una editorial ''que no se rige por términos comerciales'', existen comités de selección de obras conformados por especialistas que conocen el catálogo, mientras el editor tiene la obligación de mantenerse al día sobre las novedades editoriales en todo el mundo, agrega Soler.

El área encargada de mantener la oferta al lector es la comercial, ''que mide el pulso de lo que el lector está demandando. Si el tiraje de un libro se ha agotado en tres meses, ése será el primero que nos solicitarán se reimprima, y señala cuáles son los títulos que de acuerdo con la curva de ventas están a punto de agotarse y cuáles están ya agotados y siguen siendo demandados''.

En la descatalogación se parte primero de qué títulos deben mantenerse vivos y, como consecuencia, los rezagados se quedan al final, añade; ''este punto indudablemente es delicado, pues se corre el riesgo de que un libro importante se pierda sólo porque no se ha agotado o porque el público no lo demanda''.

En el Fondo de Cultura Económica se hace una revisión ''concienzuda'' del catálogo y se ha dado a la tarea de revivir títulos clásicos que han dejado de imprimirse, y el resultado de esa labor, el más importante, es la Colección Conmemorativa del 70 Aniversario.

El fondo cuenta con 8 mil títulos en su catálogo histórico, de los cuales 4 mil están ''vivos''.

El lector no pierde

Al no venderse los libros, señala a su vez José Luis Ramírez Cota, director de editorial Diana, se saldan si se puede en ferias a un precio inferior al del costo, pero hay libros que ni así salen, entonces se destruyen para reciclar el papel.

El lector no pierde, quien pierde es el editor o el autor, porque el público no está interesado en la mercancía.

Diana, precisa, cuenta con un catálogo vivo de 800 títulos y ha editado unos 6 mil.

''Desafortunadamente, como 80 por ciento de los libros que se publican en un año se van quedando en el camino. Diana desca-taloga 40 o 50 al año y se publican como novedades unos cien.''

Descatalogar es un proceso muy criticado, ''pero no necesariamente es malo. Los libros a veces tienen una segunda vida, otras conviene descatalogarlos y volverlos a publicar, porque a veces por el hecho de cambiar portada o ponerlo al día se le puede dar otra vida, hacerlo más atractivo.

''No sé por qué hay tanto desprecio por la descatalogación: tenerlo en un almacén es lo mismo que si no existiera'', manifiesta Juan García Oteiza, director de Turner en México.

La idea de destruir libros ''suena muy feo, horrible, estar mandando a la pulpa los volúmenes, pero un libro en una bodega es igual de malo que uno convertido en papel: no existe.

''En México el tiempo de vida de un libro es mucho más largo que en Europa, puede vivir tranquilamente hasta 10 años. En España, por ejemplo, lo que no se vendió en dos años, ya no se vendió; además de que cada año salen muchísimas novedades.''

En Turner España se revisan los inventarios y el nivel de ventas cada tres años. Cualquier título que no vende al menos cien ejemplares al año sale del catálogo.

''El inventario es de unos 300 títulos y es posible que se descataloguen de 20 a 30 títulos, aunque en México no hemos descatalogado nada'', expresa García Oteiza, desde Nueva York.

Donaciones a bibliotecas

Otra de las posibles causas que llevan a las editoriales a descatalogar un libro es porque los contratos fenecen y no se puede, o no se quiere, renovarlos con los propietarios; si no interesa a la editorial, por falta de ventas, anula esos contratos y devuelve los derechos al propietario; entonces dejan de figurar en los catálogos y listas de precios de las editoriales, dice Antonio López Lamadrid, consejero delegado de Tusquets Editores en Barcelona.

Tusquets es un sello con unos mil 600 títulos en su catálogo histórico, mientras que de ellos mantiene vivos mil 300.

Jaime Labastida, director de Siglo XXI, señala que en el mercado editorial hay dos tendencias: ''Una es la tradicional, llamémosla así, que es la que usamos aquí: un libro de muy buenas ventas ayuda a editar cuatro, cinco o seis libros que son necesarios aunque no se vendan bien.

''Hay otras editoriales para las que cada libro debe ser rentable por sí mismo y eso es muy difícil de lograr. Si un título no se vende en seis meses lo guillotinan. Nosotros no hacemos eso, sino mantenemos el libro en el catálogo, inclusive hay algunos que ahora se venden muy bien, pero al principio tardaron cierto tiempo en ser aceptados por el lector, que es básicamente académico.''

En Siglo XXI el catálogo histórico es de unos 2 mil 700 títulos, de los cuales se mantienen vivos 2 mil. Los que no están en catálogo, refiere, es porque dejaron de tener sentido, la gente no los buscó más. Por ejemplo, una colección que iba por países Japón Hoy, Brasil Hoy, ''pero el hoy es de hace 30 años, si no actualizamos el libro carece de sentido reditarlo''.

Hay quienes proponen que en lugar de descatalogar y saldar los libros se donen a bibliotecas e instituciones, ''pero entonces hay que negociar con los autores para que otorguen la autorización. A lo mejor el autor no está de acuerdo y lo más operativo, empresarialmente hablando, es destruirlos'', expresa Puig de la Bellacasa.

No todo está perdido. Algunas editoriales han comenzado a utilizar la impresión por demanda para mantener sus libros vivos el mayor tiempo posible. Uno de esos sellos es Siglo XXI: ''Si alguna biblioteca o lector nos solicita un ejemplar y no lo tenemos a la venta, hacemos una edición del ejemplar para él. Es lo que nos ha permitido el sistema de edición por pedido que tenemos desde hace tres años. Con el sistema computarizado podemos hacer tiros de uno, 10 o mil ejemplares''.

Recurrir a la tecnología

Martí Soler, del FCE, señala que una alternativa a la descatalogación ''es el uso de herramientas tecnológicas para mantener los archivos disponibles al lector, sea mediante consulta electrónica o de impresión bajo demanda. De esta forma el criterio económico que rige la descatalogación (una demanda que no es suficiente para compensar los costos de producción: papel, impresión, encuadernación) se puede eliminar''.

Otros van más allá. La editorial Sexto Piso nació hace dos años y medio con el objetivo de ofrecer al lector títulos que ya no estaban disponibles o que sólo editaban sellos extranjeros, con lo que aumentaba su precio de venta en México.

Al acercarlos a las librerías ''van a las mesas de novedades aunque hayan sido escritos hace años y que consideramos clásicos'', refieren dos de sus fundadores, Alberto Ayala Blanco y Francisco de la Mora.

''No creemos que sólo se tenga que leer a los clásicos. Tiene que haber las dos ofertas: clásicos y novedades. Obviamente los títulos que venden se están renovando continuamente, pero una de las cosas que consideramos en Sexto Piso es que para llegar a ese punto debemos tener una fuerza detrás de libros que no son solamente para vender, libros de mucha calidad que generan un catálogo atractivo para que esos libros que venden siempre estén en posibilidad de financiar otros'', señala De la Mora.

Otra de las alternativas para quienes buscan textos descatalogados es Internet. Existen numerosas páginas en todos los países que se especializan en libros que han salido de los catálogos de las editoriales o que simplemente están agotados.

Una de ellas opera directamente en México y es la empresa Libros Cinco Continentes (libroscincocont.com.mx), dirigida por Aroldo Romero González. La compañía comenzó a funcionar el 19 de noviembre de 1993 y la mayoría de sus clientes son bibliotecas y universidades nacionales y extranjeras, aunque también da servicio a cualquier persona que busque un libro, aun si se trata de novedades editoriales.

''Lo que más nos solicitan es literatura, y del extranjero nos piden sobre todo libros de arte, derecho, indigenismo, indumentaria. No es que los libros pasen de moda, sino que el público desconoce que existen. Las editoriales ven esto más como un negocio que como cultura'', señala.

Lo cierto, dice Sandro Cohen, director de la editorial Colibrí, es que en la descatalogación tiene que ver toda la cadena dentro de la industria, ''los editores, el autor, impresores, librerías, lectores. Estamos insertos en un sistema salvaje, que a mí no me gusta, en el que se trata al libro como una película que dura un mes en cartelera y adiós. Los libros necesitan más tiempo de exhibición, porque son un producto mucho más delicado y necesita tiempo para que el lector lo encuentre''.

 
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