¿Es posible negociar con ETA?
El interrogante es provocador en tanto el enunciado supone un matiz político del cual carecía hace un año atrás. Se trata de cuestionar una estrategia que durante décadas se ejerce sin resultados concluyentes que hagan albergar esperanzas para una salida dialogada al conflicto vasco. De cerrar el paso se encargaron en gran parte el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP). Hoy se produce un punto de inflexión que puede desbloquear lo que el gobierno de Aznar y el PSOE tejieron en el pasado. Acciones unas veces directamente fuera del marco del Estado de derecho, los GAL con asesinatos y secuestros, y otras rayanas en la inconstitucionalidad, como la ley de partidos políticos y la posterior ilegalización de Batasuna, han dado al traste con vías políticas de diálogo y negociación. Asimismo, en un vis a vis y en perfecta sintonía ideológica, el PP y el PSOE han coincidido descalificando al nacionalismo vasco representado en el PNV y EA para declarar la guerra abierta a su gobierno autónomo y a su Plan de Reforma de Estatuto de Autonomía, conocido como Plan Ibarretxe. No menos eficaz resultó criminalizar como tildar de cómplices de terrorismo a cualquier intelectual o ciudadano que se atreviese a criticar el pacto antiterrorista redactado y firmado por el PSOE y el PP. Así, la lucha contra ETA era al mismo tiempo una defensa de la patria, de la Constitución, de la monarquía, de la democracia, de la libertad, del Parlamento, de todo cuanto existía bajo y sobre la tierra y en el cielo. Cualquier crítica suponía estar en lado oscuro.
Hoy parte de sus acérrimos defensores rompen amarras y sueltan lastres. Otro itinerario posibilita votar siete grupos parlamentarios y dejar solo al PP en su miserable ardid de señalar que se traiciona a las víctimas y los muertos, cuando son muchas las que apoyan la propuesta de diálogo con ETA. Justamente el punto de partida que abre la moción aprobada por el Congreso de los Diputados en su apoyo al gobierno para iniciar procesos de diálogo para quienes quieran dejar la violencia y en apoyo a las víctimas, reconoce en su preámbulo: "Desde hace varias décadas hemos sufrido el terrorismo de ETA. Durante todos estos años hemos sostenido un combate duro y difícil. Hoy, la fortaleza del estado de derecho es mayor que nunca y, consecuentemente, aunque ETA puede seguir atentando, es mayor que nunca su debilidad. En el proceso histórico de lucha contra el terrorismo en España ha habido una determinación absoluta para defender la vida y la libertad, para honrar a las víctimas y para acabar definitivamente con la violencia. En ese ya largo camino, los avances producidos se han debido... a la acción sostenida de tres factores básicos de la lucha antiterrorista: la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad, la cooperación internacional y la unidad y los acuerdos de las fuerzas democráticas..." La moción aprobada por siete de los ocho grupos parlamentarios, es decir todos, a excepción del PP puede suponer un principio de inclusión capaz de apoyar procesos de diálogo donde la voluntad política sea el contrapeso a las visiones meramente represivas de la lucha contra ETA.
Si observamos los siete puntos sobre los cuales se han dado los acuerdos que determinan la voluntad del Congreso de los Diputados que autoriza al gobierno a procesos de diálogo nos encontramos con cierta ambigüedad que es necesario enunciar, al menos para dejar en claro que lo realmente novedoso está en la decisión política de reconocer una realidad que hasta ahora sólo tenía una dirección policial resuelta vía la represión. Haber roto esta maniquea interpretación es ya un gran avance. Pero no deja de ser significativo que los siete puntos de la moción no representan un cambio en el espíritu del pacto antiterrorista. Por ello el PSOE deberá hacer un gran esfuerzo interno entre sus militantes y entre sus dirigentes para cambiar su postura y la manera de comprender el problema a partir de ahora, sobre todo en aquellos que se han mostrado más intolerantes. Ministro de Defensa y desde luego presidente de la Junta de Extremadura y Andalucía. Por otra parte deberá insistir en atraerse a sectores moderados de los populares. Pero no olvidemos que este cambio tiene su razón en los resultados de las recientes elecciones vascas donde ni el PSOE ni el PP han podido quebrar la hegemonía del nacionalismo vasco ni han evitado con su ley de partidos la presencia de la izquierda abertzale en el Parlamento. Por ello se abre el diálogo. Diálogo que en sus siete puntos no supone una negociación política, pero al menos rompe una inercia. Veamos: 1) Se rechaza la violencia terrorista por convicción en los valores democráticos, la fe en la razón, en la vida y en la libertad. 2) A ETA sólo le queda un destino: disolverse y deponer las armas. Por eso, y convencidos como estamos de que la política puede y debe contribuir al fin de la violencia, reafirmamos que si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia, respetando en todo momento el principio democrático irrenunciable de que las cuestiones políticas deben resolverse únicamente a través de los representantes legítimos de la voluntad popular. La violencia no tiene precio político y la democracia española nunca aceptará el chantaje de la violencia. 3) Unidad democrática de los partidos políticos, eso significa la eliminación de la confrontación partidaria en la lucha antiterrorista. 4) Solidaridad con las víctimas del terrorismo. Reconocimiento y atención. Ley de solidaridad con las víctimas del terrorismo. Preservar su memoria. 5) Seguir apoyando al conjunto de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, Guardia Civil, Policía Nacional y Ertzaintza. 6) Colaboración internacional , particularmente en el seno de la Unión Europea entre gobiernos y los poderes judiciales. 7) Llamamiento a los ciudadanos individualmente y las asociaciones de la sociedad civil para que asuman sus responsabilidades y trabajen por la tolerancia, en contra del fanatismo y la violencia y la consolidación de la libertad.
Pero Rajoy y el PP, víctima de su aznaridad y de creer que el gobierno del PSOE es un gobierno ilegítimo, harán todo lo posible por evitar que este proceso de diálogo culmine en éxito. Ellos son quienes quieren más víctimas para justificar su política antiterrorista y de muerte. Ahora otros tienen la palabra, éste es un camino de ida y vuelta, no nos decepcionen. Ahora es un buen momento. Habrá quienes pondrán piedras, nuestro deber es quitarlas llamando a la sensatez, por eso es posible el diálogo.