Fue laboratorio, conservatorio y observatorio artístico, político y cultural del DF
Consuman velorio de El Hábito, parte de la historia del teatro de carpa
Jesusa Rodríguez evocó a las figuras que pisaron el escenario, como las Hermanas Aguila, Enrique Alonso Cachirulo y Chavela Vargas, entre otros
Liliana Felipe cantó sus Tanchidos y Tangachos
Ampliar la imagen Terminaron 15 a�de cabaret pol�co de Liliana Felipe y Jesusa Rodr�ez al descender el gran � aleg�o de las patronas desnudas, al fondo de la primera gr�ca FOTO Francisco Olvera
Desde los primeros minutos de ayer, cuando el sábado se convirtió en domingo, la ciudad de México dejó de ser la misma, la que todos conocíamos, la que disfrutábamos desde aquella noche a principios de noviembre de 1990 en que Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe inauguraron El Hábito, laboratorio, conservatorio y observatorio artístico, político y cultural que pertenece ya a la historia del teatro de carpa mexicano.
"¿Por qué las nalgas están anatómicamente separadas? Porque tienen pedos entre ellas", preguntó y se respondió Jesusa desde las imágenes de un video realizado en 2000, que fue proyectado como plato fuerte de la tragicómica noche de despedida, en la que Liliana cantó algunos de sus Tanchidos y algunos de sus Tangachos, después de advertirle a sus fanáticas arracimadas en torno de su piano que "otra de las razones por las que nos vamos de los escenarios es para poder engordar tranquilamente".
Llena la sala a reventar, con docenas de personas que presenciaron el espectáculo tras las ventanas del patio, atendidas la barra y las mesas por los numerosos sobrinos de las divas, el "velorio" -así anunciado por ellas- se consumó cuando al cabo de la primera intervención canora de Liliana el escenario se oscureció bajo una iluminación purpúrea y con el Réquiem, de Mozart, a fuerte volumen descendió hasta su sepulcro el gran óleo alegórico de las patronas desnudas que presidió el establecimiento a lo largo de década y media.
Sollozante el público por la fuerza terrible del impacto visual, el foro se inundó repentinamente de falsos vapores y entre las mefíticas volutas apareció el mismísimo diablo vestido de esmoking blanco y corbata de pajarita roja, cantando La vorágine del amor, una cumbia clásica, anterior a la época de El Hábito, que fue grabada por las divas para su puesta en escena de la obra de Oskar Panizza sobre la aparición de la sífilis en el Renacimiento italiano, todo un suceso -el de aquel montaje-, que lanzó a las hordas de Provida sobre el teatro Casa de la Paz clamando su derecho a quemar en leña verde a Jesusa, una extraña pulsión insatisfecha que a la vuelta de los años se diluiría bajo los breves resortes de unas fantasmáticas tangas.
Con esa nostálgica y prendida irrupción diabólica, Jesusa pasó de inmediato a enriquecer los comentarios racistas que nunca hizo Vicente Fox, recordándole al señor de Los Pinos que en Estados Unidos "ya ni los judíos quieren hacer el trabajo que hacen los negros", y luego en referencia a la señora Sahagún dijo que, como Lucifer, "me disgusta que Martita comulgue porque vive en pecado mortal desde que se divorció, yo por eso prefiero que robe pero que no comulgue".
Múltiples alusiones a una relación de más de 25 años
Y de allí en adelante improvisó múltiples alusiones a su relación con Liliana -más de 25 años juntas, récord conyugal que las define como la pareja más estable de la farándula-, pero no mencionó que se casó con ella, precisamente sobre el escenario de El Hábito, luciendo un barroco vestido de novia confeccionado con papel. El monólogo, poco a poco, se transformó en una especie de vuelta al ruedo, en la que fueron asomando, saludadas con aplausos, las personalidades claves en la intensa vida del antro.
Allí estaban, como siempre, Elena Poniatowska, Berta Maldonado La Chaneca, Eugenia León, Marta Lamas, Ana Luisa Liguori, las "católicas por el derecho a decidir... si son católicas", Isela Vega, Adriana Pérez Cañedo, Denise Maerker y, por supuesto, doña Jesusa Ramírez Gama que, bien lo reconoció su hija, "tuvo un papel muy importante en el origen de mi naturaleza". Allí estaban también Diego Jáuregui, Ramón Barragán, Montserrat Díaz, Zulema Clares y muchos actores y actrices más que trabajaron en las distintas etapas de El Hábito, departiendo alrededor de visitantes excepcionales, como Carmen Lira, Aurelio Fernández y Carmen Aristegui.
Antes de la proyección del video, que realizó el colectivo Medio Humano en 2000 para compendiar los primeros 10 años de El Hábito, Jesusa evocó a las grandes figuras que pisaron el escenario del número 13 de la coyoacanense calle de Madrid, como las Hermanas Aguila, Enrique Alonso Cachirulo y la mismísima Chavela Vargas que allí -entre el magno retrato de Salvador Novo pintado por Diego Rivera, y la estupenda colección fotográfica de los artistas de los años 50- volvió a cantar en público después de un largo y doloroso silencio, y fue tal su éxito que de El Hábito se fue directamente al Olympia de París y a la glorificación que le asestó Joaquín Sabina.
Entre diversas personificaciones de Carlos Salinas de Gortari, Jesusa alterna en el video con Carlos Monsiváis (el de verdad y el que luego fue clonado), Tito Vasconcelos, Regina Orozco, Susana Zabaleta, Darío Pie, Pilar Boliver, Diego Jáuregui y un etcétera interminable, que merecerá sin duda la atención de los historiadores. Ya para cerrar el show, Jesusa informó, y lo hizo en serio, que por decisión de una universidad estadunidense, dentro de unos meses todo el material videográfico de El Hábito será enterrado en el desierto de Arizona -junto con muchos otros vestigios más de vida humana- para que, si llegara a producirse una catástrofe nuclear, las futuras civilizaciones o los visitantes ultragalácticos puedan conocer cómo nos divertíamos los viernes y sábados en una época del DF que ahora por desgracia ya no existe.