ASTILLERO
Mareos
Verse en el espejo de Fox
¿Negras cortinas de humo?
Modesto Creel es "el mejor"
A LA VUELTA Y VUELTA en el estado de México, Andrés Manuel Ló-pez Obrador ha asegurado que el poder no lo mareará ni lo atontará. Montado en el carrusel mexiquense (en el que ayer la candidata a go-bernadora estrenó espots televisivos), el jefe de Go-bierno capitalino reiteró que no traicionará a quienes le siguen ni claudicará en sus principios. El aturdimiento político reinante, y la polarización ideológica extrema, hacen que las palabras del tabasqueño no tengan el me-jor ambiente para un análisis objetivo y serio pero, pasados los bretes del desafuero, bien haría al movimiento lopezobradorista entrar en un proceso de reflexión y corrección, que justamente impida mareos y atontamientos en quien concentra de manera extrema el poder y se enfila con inusitada fuerza electoral hacia 2006.
LA DESGRACIA HISTORICA de las esperanzas individuales consiste en que, sin construcción social que les apoye (y condicione y, en su caso, sancione) ni compromisos programáticos reales (sino coyunturales, catálogos de buenas intenciones o de generalidades naturalmente irreprochables), esos líderes someten el destino de una nación a sus interpretaciones y ánimos personales. En 2000 la derecha asistió emocionada a la instalación en el poder de un abanderado providencial que ahora ha trocado en desilusión lo que antes para esos foxistas fue ensueño, y ha hecho perder a México lo que va del sexenio. En ese espejo de caudillismos rotos debe verse la izquierda mexicana para conjurar organizada y ra-cionalmente el riesgo del ad-venimiento de mareos y atontamientos que son connaturales al ejercicio sin contrapesos del poder.
NAUSEAS BILINGÜES son las que sigue sufriendo el doliente de Los Pinos, quien no puede quitarse las jaquecas de color ni siquiera acudiendo por vía telefónica a programas radiofónicos he-chos en Chicago por un predicador evangélico. El achaque fundamental del paciente panista consiste en que no puede pronunciar la palabra "disculpa", y ello lo ha llevado durante más de una semana a ensayar todo tipo de fórmulas verbales alternas que, obviamente, al no contener la palabra mágica, no permiten que se abra el reino de la reconciliación étnica. Ayer, el hombre que se resiste a asumirse como solicitante de perdón siguió con su reverendo desorden lingüístico, expresando apenas una frase menor, insuficiente, pues según eso la-menta "mucho la interpretación errónea" de su famoso traspié racial y laboral, cuando dijo que los mexicanos hacían en Estados Unidos trabajos que ni los ne-gros aceptaban.
LO BUENO DE TODO (tratando esta columna, como siempre, de ver el vaso me-dio lleno y no medio vacío) es que con todo este nigérrimo argüende, ya ni quien esté poniendo atención al escándalo previo, el de la señora Marta y sus demandas contra Proceso y Olga Wornat. También han servido los oportunos dislates discursivos del esposo de la señora antes mencionada pa-ra que se deje un rato en paz a los hijos de ésta. ¿Ne-gras intenciones verbales de distracción doméstica? ¿Ne-gros errores de palabra que permiten a los hijos incómodos dejar de ser el blanco de las críticas?
BLANCO, GUAPITO y mo-desto es el candidato oficial de Los Pinos a ser candidato panista a la sucesión. La albura del güerito de Bucareli es, sin embargo, tan po-lémica como la negrura la-boral estadunidense desdeñada, pero no en términos de color de piel sino de textura política y moral, pues aun cuando insiste en pintarse a sí mismo como nívea palomita de un México en Paz, el susodicho secretario de go-bernación tiene un expediente oscurísimo tras de sí, pues suya ha sido en gran parte la responsabilidad de que la nación viva en una crisis po-lítica permanente y que el abismo haya sido una opción desaforadamente cercana. A pesar de que ha sido el más ineficaz de quienes han pa-sado por esa oficina sombría (Esteban Moctezuma Barragán pudo haber competido con él, pero Ernesto Zedillo no le permitió acumular tantos puntos negativos), el virtual precandidato a la Presidencia ha tenido a bien hacer una especie de broma cruel consigo mismo al proponer como lema de campaña in-terna "Yo elijo al mejor", lo que podría parecer claudicación temprana o propaganda a favor de sus adversarios, aunque en realidad es optimismo inconsciente. Mareado en su ladrillo, el buen Santiago (el candidato "guapito", según pitorreo a cargo de su correligionario Francisco Barrio) peca de mo-destia bumerán: llama a se-leccionar al mejor, siendo, en un inventario de déficit, el peor. Por lo pronto ayer, por si alguna duda hubiera de que ha estado más que descobijado, el todavía funcionario se destapaba al estilo salinista post Lomas Taurinas, mediante una videograbación en la que dos go-bernadores le consideran el mejor (como Manlio Fabio Beltrones hizo con Ernesto Zedillo en 1994).
NI MAS NI MENOS que Eugenio Elorduy, de Baja California, donde el narcotráfico está listo para seguir penetrando y controlando gobiernos, no sólo el estatal, sino el federal, y Marcelo de los Santos, de San Luis Potosí, el paladín de la de-fensa de la libertad de expresión, contador experto en ar-mar impunidades para Amigos que financien campañas blanqueadas.
ASTILLAS: La lectora Eli-sa Godínez Pérez (alcarvea7@yahoo.-com.mx) dice que quienes padecen de trastornos, para los cuales se receta el antidepresivo Prozac, se oponen a que a causa de un ejemplo presidencial se hable con burla de quienes utilizan ese medicamento, pues "los que nos deprimimos, ¡claro que tenemos malos ratos y claro que, ante la dificultad de tener una voluntad 'de hierro', nuestras decisiones mu-chas veces no son las acertadas! Pero, oiga, de eso a que la estulticia, la estupidez, pero sobre todo la soberbia de este personaje que vive en la luna sean características de los depresivos, ¡no! ¡Me opongo y alzo la voz por el respeto a los derechos y la dignidad de todos los deprimidos del mundo! ¡Estamos deprimidos, no imbéciles!"... Y mientras Cuauhtémoc Cárdenas insiste en debatir con Andrés López Obrador, ¡hasta mañana, con la ultraderecha de los Tecos en la final del futbol mexicano!
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