Experto: en la región la mayoría de graduados proviene de las ciencias sociales
Desinterés en áreas científicas impide llegar a otro modelo de desarrollo en AL
Erróneo, que gran parte de las inversiones en el rubro se originen en el erario, considera
Entre 1990 y 2000 las universidades latinoamericanas produjeron una cifra superior a 7 millones de graduados: más de la mitad en ciencias sociales, 16 por ciento en ingenierías, 15 por ciento en el área de medicina, menos de 10 por ciento en humanidades, apenas 5 por ciento en ciencias exactas y naturales y sólo 3 por ciento en carreras de orientación agropecuaria.
El hecho de que en ese periodo se hayan graduado menos de 40 mil estudiantes en las áreas científicamente más duras y poco más de 20 mil en las vinculadas con el agro ,es un grave problema que mina la capacidad latinoamericana para afrontar la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo en el contexto de la sociedad del conocimiento, y limita la posibilidad de expandir su sistema científico y tecnológico, afirma Luis Javier Jaramillo, asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
En una síntesis de los estudios sobre el tema, difundido por la OEI, Jaramillo expuso que en América Latina y el Caribe se invirtieron en investigación y desarrollo poco más de 9 mil millones de dólares en 2000. Más de la mitad regional correspondió a Brasil, seguido por México y Argentina. El promedio de inversión de la región en este rubro en el mismo año fue de .54 por ciento del PIB regional. En otras naciones esa inversión se situó entre 1.5 por ciento y 3 por ciento del producto interno burto (PIB). En su conjunto, América Latina y el Caribe contribuyeron sólo con 1.6 por ciento de la inversión mundial.
En la región, casi dos terceras partes de la inversión en investigación y desarrollo se origina del presupuesto público. Esto contrasta, dice el autor, con los países industrializados, en los que dos terceras partes de la inversión la realizan empresas, en una muestra de dinamismo tecnológico. Además, en el desarrollo experimental se efectúa muy poca inversión, una señal de la débil capacidad de innovación de las empresas. En Estados Unidos, este último rubro alcanza 61 por ciento de la investigación y desarrollo, en tanto que en nuestra región el país que más invertía en 2000 era México, con 25 por ciento del total.
En el caso de la inversión promedio por investigador, la suma fue de 74 mil dólares, menos de la mitad de lo que gastan sus pares en países industrializados, mientras que el total de personas que se dedica a la investigación y el desarrollo es de 128 mil investigadores, es decir, 3 por ciento del total mundial.
El autor destaca las conclusiones de un seminario celebrado en Perú: los indicadores muestran una gran debilidad de la región en ciencia y tecnología, lo que conlleva una implicación política importante, citando al reconocido investigador argentino Mario Albornoz: "la brecha es de tal dimensión que hace inviable cualquier estrategia basada en el supuesto de poder repetir lo que otros países con mayores recursos realizan, y obliga a buscar caminos propios para afrontar los desafíos que surgen del contexto actual". A juicio de Albornoz, los desafíos principales que se desprenden de los indicadores anteriores son: la consolidación de la capacidad científica y tecnológica; el fortalecimiento de la educación superior; poner a la ciencia y a la tecnología al servicio del crecimiento con equidad, y aumentar la inversión pública y privada en investigación y desarrollo.
Para Jaramillo, originario de Colombia, los países del área "seguimos siendo -y hay que decirlo con toda crudeza- asimiladores de tecnologías que vienen de fuera. El reconocimiento de este punto de partida es sano, y hace resurgir como una necesidad de la gestión de la innovación tecnológica el tema de la asimilación".
Sostiene que administrar el cambio tecnológico es un nuevo conocimiento de importancia prioritaria para la región. En los países avanzados tecnológicamente, viene cobrando auge la discusión sobre una ciencia más interactiva. El ambiente le habla a la ciencia y la sociedad busca liderazgo en la producción de ciencia sensible al contexto. "En nuestros medios académicos aún predomina la idea de un modelo lineal. Se cree que primero hay que invertir en ciencia, y ella derramará sus beneficios luego, convirtiéndose automáticamente en innovación", añade. "Esta posición todavía ejerce mucha influencia en el cabildeo (lobby en el original) frente a los organismos nacionales de ciencia y tecnología de la región. Las comunidades científicas están viviendo el cambio de época como una especie de paraíso perdido".