Bernardo Atxaga dio a conocer su nuevo libro
''Eso que llamamos cultura es lo mejor que compartimos''
Las lenguas me importan cuando son puertas a la palabra, hacia la vida, expresó el narrador, poeta y dramaturgo vasco
Ampliar la imagen Bernardo Atxaga (1951), escritor vasco FOTO Jos�arlo Gonz�z
Hablar sobre la lengua y la traducción es un tema inagotable para el escritor vasco Bernardo Atxaga, quien la noche del miércoles presentó su reciente libro El hijo del acordeonista (Alfaguara) en el Centro Cultural España.
Del novelista y poeta nacido en Asteasu (1951), sus obras han sido traducidas a varios idiomas y, en un preludio de lo que fue una charla sobre su quehacer literario, el autor comenzó con una reflexión ante el público que llenó el auditorio de ese recinto del gobierno de España.
''Siempre he creído que lo mejor que tenemos es eso que llamamos cultura; cultura que es hablar, cultura que es conversación, cultura que es compartir una tradición de cientos de miles de años."
Esto que llamamos cultura, continuó Atxaga, es capaz de saltar sobre océanos, países o sociedades diferentes, y permite a un escritor que viene de una aldea del país vasco hablar de su vida con ustedes.
''Peligrosa'', la traducción
Acompañado en la mesa por el periodista Nicolás Alvarado, Atxaga, cuyo verdadero nombre es Joseba Irazu Garmendia, manifestó: ''Las lenguas me importan cuando son puertas a la palabra; puertas hacia la vida, porque me lleva a zonas de la mente, personas, biografías y paisajes.
''La lengua es ese velo casi transparente que te lleva a la vida", añadió.
En el contexto de su reciente obra, El hijo del acordeonista, el también compositor y dramaturgo recordó sus anteriores publicaciones Bi anai (Dos hermanos) y Obabakoak (Los de Obaba), y sobre su creación poética señaló que siempre ha estado ''supeditada a la política".
Sobre la traducción, el autor de El hombre solo explicó que es ''peligrosa", debido a que la literatura está hecha de palabras, comas y puntos, ''y un leve cambio puede dar al traste con un capítulo entero, el cual antes era bellísimo y de repente perdió su encanto".
Por ello, prosiguió, El hijo del acor-deonista fue un esfuerzo en el que junto con su mujer dedicó ocho meses para traducirlo del vasco al castellano. En esta obra, abundó, ''utilizo dos planos de escritura, es decir, hay una ficción en la que parece que todo el mundo habla como está escrito, lo que se lee en el texto".
En esa novela, el autor aborda temas como la amistad, el amor, la muerte y el sexo. Es la historia de dos amigos de Obaba que se rencuentran en Estados Unidos; uno de ellos, David, murió y dejó tres ejemplares escritos en euskera, los cuales Joseba, el otro amigo, revisa y escribe, con los paraísos perdidos, la guerra civil y la traición.
Atxaga, ante la información que recibió sobre la venta de 15 mil ejemplares, comentó que esta situación es ''accidental", y dijo que la mayor satisfacción que ha recibido con dicha obra es la gran cantidad de cartas enviadas por los lectores.
''Una de ellas fue especial -agregó-, pues quien escribía reseñaba sus viajes por varios países y al final, cuando firmaba, explicó que era hijo de acordeonista, de un padre que no había conocido."
La fama es una prisión
Sobre su nombre Bernardo Atxaga dijo que es ''un tatuaje", luego de que Nicolás Alvarado propició una relación de palabras en las que el escritor definió al paraíso, la familia, los hermanos, la guerra, al euskera, la mariposa, los libros, la distancia y la fama. De esta última, dijo, que era ''una prisión".
Con singular humor y añoranza, Atxaga leyó el texto ''Escrito en Estados Unidos", el cual -explicó- prefería leerlo ante un auditorio que ''hacerlo comercial, ya que es un poema sobre el paraíso, subtitulado Conversaciones a larga distancia".
Entre los galardones que ha recibido el autor más representativo de la literatura vasca, figuran: el Premio de la Crítica y el Euskadi.
En 1983 recibió el premio Xavier Lizardi por su libro Sugeak begiratzen dionean (Cuando la culebra mira al pájaro) y, en 1989, fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura por su obra Obabakoak, traducida a más de 10 idiomas.
Desde el comienzo de su trayectoria, Atxaga utilizó este seudónimo y abandonó su trabajo como guionista de radio y librero para dedicarse a la escritura.
Anoche el escritor vasco, quien también ha sido compositor, autor de guiones radiofónicos y libros infantiles, participó junto con el poeta Natalio Hernández en la mesa De la oralidad a la escritura, en el contexto del ciclo Diversidad cultural. Diversidad lingüística, en el Centro Cultural España.