Cayó el presidente Lucio Gutiérrez después de ser desconocido por el Congreso ecuatoriano, y subió
al poder el hasta hace unos días vicepresidente, Alfredo Palacio. Ofrecemos un primer balance de la rebelión
forajida, como se autodenominó esta multitud que, por extraño que parezca, se aglutinó principalmente
a partir de las clases medias y que no contó con contingentes notables del movimiento urbano popular,
ni de los movimientos campesinos e indígenas. En un momento en que la ola de cambio barrió Ecuador,
el balance resalta la fragilidad del momento y alerta a continuar vigilando para que en dicho país se logre afianzar
un cambio en la relación entre gobernantes y gobernados, para que no sea sólo uno más de
los movimientos que recurrentemente asaltan el poder, derrocan el régimen y ven instalar en el palacio
de Carondolet a un nuevo gesticulador de las clases oligárquicas que desde Guayaquil, Quito,
la embajada estadunidense o la Base de Manta, siguen controlando
el destino de la nación ecuatoriana
Ecuador
Balance de una rebelión de la clase media
Ojarasca, corresponsalía en Quito, 2 de mayo. Es horrendamente peligroso este "participacionismo". En un contexto en que las huestes de "contramarchas" de empleados públicos y gente a la que se les daba la comida y se les pagaba el día de jornal para vivar al gobierno salían a enfrentar la ola de protestas, es riesgoso afirmar con triunfalismo que la multitud ecuatoriana esté unificada. Los únicos indios que salieron a las calles fueron los evangélicos, y fue para apoyar al Lucio a cambio de migajas. Las élites locales e incluso los gobiernos locales de esas élites en algunas partes convocaron a los habitantes a participar, unos a favor y otros en contra del régimen.
Los únicos que no salieron como movimiento fueron los indios, mientras los sutiles discursos racistas, pro TLC, adquirieron fuerza propia.
Entre otros saldos del proceso, está la existencia
de discursos "cerrados" que no admiten objeción y que no abren la
puerta para cambios de más largo plazo.
Lo positivo
1. Finalmente las clases medias (casi exclusivamente quiteñas) se sintieron tocadas, se movilizaron, aun desde su arraigada individualización y arribismo, y vieron la necesidad de involucrarse en lo que pasa aquí, porque, a fin de cuentas también les afecta.
2. A diferencia de los otros sectores más empobrecidos, de los movimientos y sujetos sociales, su reivindicación no giraba en torno al hambre o la imposibilidad de vida (en algo sí, pero no fundamentalmente). Levantaron la bandera de la lucha por la dignidad, la decencia, la anticorrupción, y la necesidad de tener una institucionalidad mínima con estas virtudes y con un mínimo de ética nacionalista. Eso no parece mal.
3. El cuestionamiento a las instituciones, a la partidocracia,
a la corrupción como única práctica cotidiana posible,
condujo a algunos sectores de esta heterogénea clase media, a reivindicar
la democracia directa, la abolición de los partidos políticos,
la constitución de "asambleas populares" (¿barriales?, ¿gremiales?
¿profesionales?, ¿desde cualquier parte a cualquier lugar?,
no está muy claro. En todo caso la idea parece buena, pero no olvidemos
que esta lucha casi no movilizó a los sectores urbano-populares).
Varias preguntas:
1. Por qué no salieron los indios, los campesinos. (Evidentemente no se sintieron convocados por la bronca "entre blancos" y/o no tuvieron capacidad de convocatoria.) Pero por qué sí salieron los evangélicos llevados por cuatro centavos y un plato indignante de comida.
2. Por qué no salieron los sectores urbano-populares, los informales. Hubo ocho días de manifestaciones, marchas, plantones, acciones directas, tiempo suficiente para sentirse convocados y movilizarse en torno a la causa.
3. Por qué parece haber un guión tan repetido para el desenlace: visita de la embajadora estadunidense, renuncia del jefe de la policía, destitución apresurada y casi unánime del presidente del congreso cuando les había tomado más de cinco meses lograr acuerdos mínimos, destitución improvisada del presidente (¿por abandono del cargo?) y posesión inmediata del vicepresidente como nuevo presidente, simultáneo retiro del apoyo de las fuerzas armadas al presidente destituido. Por qué tan fácil.
4. Por qué los milicos y congresistas le dejan solo al flamante presidente a expensas de una multitud que pedía que se fueran todos, por más de cinco horas. Qué estaban negociando o qué esperaban que se desatara para tomar qué medidas.
5. Cómo es que puede caer un gobierno con la sola
movilización de las clases medias de una ciudad. Movilización
que a pesar de su duración y persistencia, no afectó en nada
al aparato productivo, ni el orden establecido (las movilizaciones salían
por las noches porque la gente tenía que trabajar de día
y eran pacíficas así que no molestaban a nadie).
Lo dramático:
1. Llueve sobre mojado. ¿Todo cambia para que nada cambie?
2. Algunos indios y campesinos, repartidos entre marchas y contramarchas, como peones a cambio de un almuerzo y un jornal, que el último día ni siquiera se les llegó a pagar. Una humilde campesina muerta y abandonada por sus compañeros de contramarcha. Un niño abandonado por esta misma gente. Los indios evangélicos traídos por miles para respaldar qué, para demandar qué. Multitudes en las calles sin causa propia combatiendo entre sí, una innovadora variante de guerra sucia.
3. La emergencia, entre tanta heterogeneidad, de discursos racistas (anti indios, anti negros, anti campesinos ignorantes). Tanto logro de décadas del movimiento indígena para que al final resulte que, para las poblaciones urbanas pequeño burguesas, los indios sigan siendo la misma "masa imprecisa, ignorante, sucia, necesitada de redención, todos iguales, igualmente despreciables".
4. Los discursos antipolíticos que encubren la desaparición de las ideologías, o el exterminio de las izquierdas o lo que se le parezca. Al punto de la intolerancia total.
5. La sepultura de los movimientos sociales en el Ecuador,
tras años de desmovilización financiada y sostenida, de trabajo
Contra desde adentro, desde la médula, la corrupción dirigencial,
la pérdida de norte, el empobrecimiento creciente, el clientelismo
y el populismo. La constatación de no haber podido detener ni un
poquito ese doloroso desenlace.
Lo horrendo:
1. Las élites continúan pactando a espaldas de la gente. El bloque Pachakutik, metido en ese juego del amarre, la transacción, la indignidad y arrastrando con él a un débil movimiento indio, incapaz de desmarcarse. Ya aparecen nombramientos de Pachakutiks en algunos cargos y van a la terna para la vicepresidencia.
2. El tlc a las puertas frente a movimiento social agotado, desgastado, destruido, inmovilizado. Borrón y va de nuevo.
3. El ejército y los estadunidenses siguen mandando en este ¿país?. Podrían irse "todos" (los políticos) como pide la gente, total... este país no se gobierna aquí.
Cinco meses con instituciones de facto, dos días sin instituciones y para los fines consiguientes (contratos petroleros, pago de deuda, etcétera, etcétera) todo sigue su normal curso.
Es como si los indios, los campesinos y tantos otros,
oyeran llover... cada cual desde su rincón.