Usted está aquí: sábado 14 de mayo de 2005 Opinión Narcisismo

José Cueli

Narcisismo

Comentaba en mi artículo de la semana pasada que los marginales en la ciudad, exiliados del campo -no porque la urbe los llame, sino porque un campo lastimado expulsa- no tienen algo que nosotros hemos adquirido. Tendríamos que preguntarnos si nosotros, al haber adquirido algo a nivel del pensamiento discursivo y abastracto, no hemos perdido también algo en la percepción intuitiva de la realidad y una cierta sensibilidad respecto de ella.

Esa percepción intuitiva de la realidad y sensibilidad de los marginales proveniente del campo, derivada de su contacto carnal con la naturaleza y el otro. Ese contacto que los ''civilizados" hemos borrado, deseado y hecho imposible en nuestra ambición desmedida por el poder. Un ecocidio de una gravedad que nos lleva a negar el daño causado a la naturaleza, y sus consecuencias.

El pensamiento del mundo moderno, las mismas relaciones sexuales, son relaciones de las que parece desaparecer la vida. La ciencia y sus sacerdotes inmersos en el escenario del mundo en que vivimos, no siempre pueden percibir lo que los poetas y los artistas perciben.

Nos encontramos aprisionados dentro de un sistema de abstracción del que dependemos, aunque se luche por refinarlo o se intente salir de él.

En este escenario nosotros, los ''civilizados", llevamos al marginal a un plano sicológico de inferioridad, de exclusión.

El marginal, habiendo partido de otro horizonte y adquirido una formación ''naturalista", podrían enseñarnos a los ''civilizados" algo con tan sólo permitirles encontrar su propio registro expresivo. Sabemos que nadie puede ser uno mismo si el interlocutor no deja el espacio necesario para serlo.

Parece que los ''civilizados" no les permitimos ser ellos mismos al no dejarles espacio para serlo, enviándolos a los márgenes de las ciudades, excluidos de casi todo.

Los ''civilizados" no dejamos apenas a nadie este espacio, ni al niño que ya no quiere serlo, o al adolescente ni al campesino en la ciudad, a quien consideramos como un primitivo, y a quien se intenta utópicamente enseñarle todo, desde una óptica diferente a la de él, con los consabidos conflictos que se están expresando en una violencia que se sale de madre, a pesar de que se trate de maquillar.

 
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