Condena Rusia el "ataque extremista"; hay más de 50 muertos y cientos de heridos
Reprime Uzbekistán rebelión en Andizhán
Ampliar la imagen Un residente local lanza piedras contra un veh�lo durante los incidentes en Andizh�FOTO Ap
Moscu, 13 de mayo. Una nueva rebelión, precedida del asalto a una cárcel y otros brotes de violencia, sacudió hoy un país del ex espacio soviético, esta vez la república centroasiática de Uzbekistán, pero todo parece indicar que el presidente Islam Karimov no dudará en volver a emplear la fuerza, cuantas veces considere necesario, para intentar mantenerse en el poder, que ostenta desde 1989.
A diferencia de lo ocurrido a finales de marzo en otro país de la región, Kirguistán, cuyo presidente, Askar Akayev, acabó huyendo del país y así evitó un baño de sangre, la información que llega a Moscú señala que enfrentamientos en la oriental ciudad de Andizhán se saldaron con más de medio centenar de muertos y cientos de heridos.
A partir de que la pasada madrugada un grupo de hombres asaltó una guarnición militar y, una vez armado con fusiles automáticos y ametralladoras, se dirigió a la cárcel de Andizhán para liberar a todos los presos, entre 2 mil y 4 mil, en su mayoría condenados por difundir ideas islamitas que el régimen califica de "subversivas".
Animados por la exitosa liberación de sus compañeros, los rebeldes asaltaron también la sede del gobierno regional, mientras miles de personas empezaron a juntarse en la plaza central para solidarizarse con ellos y exigir la dimisión de Karimov.
El ejército, leal al mandatario uzbeko, quien de inmediato se trasladó de la capital Tashkent a Andizhán para coordinar personalmente la operación punitiva, abrió fuego contra los 15 mil opositores que estaban reunidos en la plaza central de esa ciudad, situada a tan sólo 50 kilómetros de la localidad kirguisa de Osh, origen de la revuelta que derrocó a su ex colega Akayev.
De acuerdo con el testimonio de Galima Bujarbayeva, periodista uzbeka que cubría el mitin para la agencia UzbekNews, los soldados empezaron a disparar contra la gente, no obstante que había muchas mujeres y niños. Los rebeldes respondieron. El fuego cruzado provocó pánico en la plaza, que se fue sembrando de cuerpos caídos.
Dispersada la multitud de inconformes, unidades especiales del servicio de seguridad realizaron detenciones masivas y, horas después, tomaron el edificio de una escuela en construcción, donde se había atrincherado un grupo de insurgentes armados, llevando consigo un número no precisado de rehenes.
Por la férrea censura impuesta en Uzbekistán -a primera hora de hoy se bloqueó el acceso a sus recursos noticiosos en Internet y es prácticamente imposible comunicarse vía correo electrónico o teléfono-, se desconoce la suerte de los rehenes y tampoco se tienen datos sobre qué pasó con los secuestradores.
De creer la versión oficial de las autoridades uzbekas -que hacia el interior del país sustituyeron con videoclips musicales la emisión regular de los canales de la televisión rusa-, la rebelión contra Karimov se trató de un incidente menor y todo ya está en orden y calma en Andizhán.
Sin embargo, a pesar de las restricciones, la información que se recibe aquí es contradictoria y todavía no es claro hasta qué punto Karimov logró sofocar la rebelión.
Se comenta que persisten varios focos de resistencia en Andizhán, aunque todas las fuentes consultadas coinciden en que los insurrectos, identificados como militantes del opositor grupo islamita Akramiya, tienen pocas posibilidades de vencer al poderoso aparato represivo de Karimov.
El Kremlin condenó el "ataque de los extremistas" en Uzbekistán y expresó su apoyo a Karimov, mediante un comunicado dado a conocer esta tarde por el portavoz de la cancillería local, Aleksandr Yakovenko.
"Rusia condena el ataque de los extremistas en Uzbekistán que, para alcanzar sus objetivos políticos, utilizaron la fuerza y métodos no constitucionales, lo cual provocó muertes". Yakovenko puso especial énfasis en que la "parte rusa apoya en este momento difícil a los dirigentes legítimos del amigo Uzbekistán", país con el cual Rusia mantiene "relaciones estratégicas".
Por su parte, la Casa Blanca hizo un llamado a la calma en Uzbekistán por medio del vocero de la presidencia, Scott McClellan, quien dijo en Washington: "Exhortamos tanto al gobierno (uzbeko) como a los manifestantes a mostrar moderación".
Según McClellan, Estados Unidos, aunque tiene ahí una de sus bases militares más grandes de Asia central, "ve con preocupación la situación de los derechos humanos en Uzbekistán, pero también tiene inquietud por la explosión de violencia, causada principalmente por miembros de una organización terrorista recién liberados de prisión".