Hay que saber cantar, bailar y actuar, no sólo tener un cuerpo voluptuoso, asegura
El table dance mató la estirpe de las vedettes, asegura Gioconda
"Debe buscarse trabajo en restaurantes botaneros de provincia porque en el DF ya no hay"
Ampliar la imagen Para Gioconda, la belleza es importante para ser vedette, aunque lo principal es que sean artistas completas. FOTO Jes�llaseca
"Las vedettes estamos en vías de extinción, pues casi no hay lugares para mostrar nuestro trabajo; no hay teatros, bares, como antes, en los años 70 y 80. Sí hay algo que hacer, pero en palenques", expresó con tono de amargura Gioconda, bailarina de cintura breve, quien aseguró que nunca se ha hecho una operación para mantener su cuerpo.
Su nombres real es Margarita Salinas Peñaloza y es originaria de Querétaro. Dijo que lleva 20 años "en el ambiente". Alargó "20 años" con cierto dolor.
Añadió que "esto del vedettismo fue... pues sí, fue sin planearlo, por accidente, porque yo ni sabía que existían las vedettes; pensé que eran como un mito, en cuanto a que existían. Un mito... pero no pensé que existieran y mucho menos que yo llegara a ser vedette.
"Empecé bailando como solista, después bailé folclor e inicié una gira a Japón; al regresar me ofrecieron ya trabajar en cabaret, por los años 80".
-¿Qué es ser vedette?
-Cantar, bailar, actuar. Es ser una artista completa, y así me considero yo. Mucha gente tiene una idea de que dedicarse a esto es ser una mujer voluptuosa, que no canta ni baila y que sólo enseña su cuerpo, y eso es una idea mala y equivocada.
-¿Cuántas vedettes de las de verdad quedan en México?
-Pocas. Casi estamos en extinción, gracias al table dance. No han surgido más porque se acabó el centro nocturno, el teatro de revista. Claro que talento sí hay, pero es cuestión de educación, de que esto empiece desde las chavitas, que se prepararan como antes, en la ANDA, donde hacían un examen de baile y de canto. Ahora ya no. Se van por lo más fácil, que es bailar en los table dance.
"Muchas se dicen vedettes, pero no lo son; no llegan ni a bailarinas. En provincia hay algo de trabajo, en los restaurantes-bar, en las ferias. Yo así me manejo. Voy a los pueblos, a los palenques, en los restaurantes que llaman botaneros, en los horarios de mediodía y de la noche".
-¿La belleza?
-Es importante. Quien no lo es se arregla. Todas debemos tener un encanto. Ser bella es como un requisito, pues se debe uno ver bien en el escenario.
-¿La sensualidad?
-También; nosotras ayudamos a sacar esa parte de todos, que a veces está reprimida.
-¿Eres acosada por los hombres y envidiada por las mujeres?
-No, eso se cree. Los hombres se podría decir que acosan, pero no es cierto, y las mujeres hasta halagan. Tal vez es envidia, pero de la buena.
-¿Pero la repartición de la belleza es muy injusta? A ti te fue bien.
-Es cierto. Es como te tocó, pero dice el dicho que ayúdate que Dios te ayudará. Si se tiene pechonalidad -hizo un movimiento para mostrar la suya-, pues hay que mostrarla. Si no hay que ir a ver a un cirujano, para que te dé seguridad. Eso no está penado.
Gioconda se presentará desde el 13 de mayo en el Teatro Tepeyac en una revista donde compartirá escenario con cantantes de ranchero y varios cómicos. Dijo: "Hay hombres que vivieron la época de las vedettes de los 80 y que les gustará ir a verme. Yo fui de las últimas en surgir, en 84-85; esto se acabó en el 89-90. Alcancé cinco años de auge. Entre los 70 y 80 fueron los años de las grandes vedettes, como Grace Renat y Lin May.
"Yo admiré por bonita a Grace; por buenas artistas, a Rosella y a Princesa Yamal. Fueron mi inspiración. La demás... fueron... fueron. No tenían ese imán que se necesita para dar algo más que una presencia".
-¿Luchas con las dietas?
-No, ni siquiera operarme. No me he operado ni las nenas -sus senos-, ni nada. Hago mucho ejercicio y me estoy preparando para competir en el maratón; soy fondista, corredora de distancia. A mí me gustan los bailes fuertes; me especialicé en malambo argentino, que regularmente lo ejecutan los hombres, los gauchos. Ese baile me ha abierto las puertas. Lo adopté en 1986. Le gusta a los niños, a las señoras.
"Tengo dos niñas, de 8 y de 10 años", dijo. Se quejó de que al inyectarse una sustancia en los labios se los "echaron a perder. No pude hacer nada; cambiaron mi fisonomía y cambiaron mi imagen. Yo fotografiaba muy bien. Me quitó seguridad y eso ya lo superé. Tenía los labios muy delgados", finalizó Margarita-Gioconda.