Los genes Hox se encuentran en todos los organismos vivos del planeta, asegura
Hombres y moscas comparten la misma base genética: Ginés Morata
El estudio de la genómica permitirá buscar curas a enfermedades degenerativas, declara
¿Una mosca del vinagre tiene los mismos genes que un ser humano? ¿Sus ojos fueron producto del mismo gen que creó los ojazos de Ingrid Bergman? Pues sí, afirmó el biólogo molecular español Ginés Morata Pérez, quien el lunes pasado recibió el Premio México de Ciencia y Tecnología 2004.
En una conferencia en El Colegio Nacional, explicó los avances actuales de la biología molecular; rechazó que, "por razones prácticas y no tanto éticas", es imposible hoy día clonar a un ser humano, pero subrayó la importancia que tiene la genética y el estudio del genoma con fines terapéuticos.
Esa mosca, la Drosophila melanogaster, es el organismo clásico de las investigaciones genéticas del siglo XX y principios de éste. Es un insecto pequeño, de 15 milímetros de largo, con aproximadamente un millón de células. Morata Pérez señaló que se puede hacer moscas con el número de patas, de ojos, de alas, que se desee y del color que se quiera, y su genoma está completamente secuenciado, por lo que "tenemos la fórmula completa del organismo". Por si fuera poco, se ha acumulado tal grado de información que muchos de los problemas, inclusive de la biología humana, se están estudiando en esta mosca.
Genes de alto rango
El científico español explicó que cuando se empezaron a estudiar los componentes genéticos de la mosca y cómo los genes se distribuyen en el cuerpo, se descubrió un grupo de genes de "alto rango" bautizados como Hox, que se encargan de "dividir" a la mosca en trozos. Solamente hay nueve genes, suficientes para todas las partes importantes de la mosca: ojos, patas, alas, cuerpo. Y la distribución de la función de estos genes no está asociada con ningún accidente morfológico del animal sino que, por el contrario, hay una especie de líneas invisibles. La descripción genética la hace la mosca de sí misma a partir de su ADN, la cual los científicos habían hecho originalmente, basándose sólo en la morfología.
Al final se determinó que los genes que establecen cómo se desarrolla una mosca son nueve, de ellos cuatro, correspondientes al final, fueron descubiertos en Madrid, España, en un periodo de 15 años aproximadamente, entre 1985 y 1999. Y una vez que se halló el complejo Hox de la Drosophila melanogaster, esos genes se buscaron en seres humanos, para lo cual existen métodos moleculares. Y se encontró que esos mismos genes existen en la especie humana, y que están organizados de la misma forma que en la mosca. Además, cuando se estudiaron otras especies, se descubrió que el complejo Hox es una maquinaria universal de todo el reino animal para distinguir las diversas partes del cuerpo de moscas, ratones, gusanos y, también de humanos.
Ginés Morata Pérez nació en 1945 en Rioja-Almería, España. Licenciado y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, recibió entrenamiento posdoctoral en el Laboratorio de Genética de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, de septiembre de 1973 a agosto de 1974, cuando se incorporó como miembro científico del Medical Research Council Laboratory of Molecular Biology de la Universidad de Cambridge, también en el Reino Unido, hasta enero de 1975. Cuenta con más de 108 artículos publicados en las principales revistas científicas, que han recibido más de 5 mil 500 citas por parte de otros investigadores. Veinte de sus artículos científicos son considerados clásicos, por contar con más de 100 citas cada uno.
A partir de una mosca silvestre puede obtenerse una mutante, dijo el investigador, llamada apterous, porque ha perdido las alas. Pero mediante técnicas moleculares modernas se puede introducir a una mosca mutante el gen que le falta, el cual es defectuoso, y ponerle una copia normal, con lo que se obtiene una mosca con alas. Pero, si en lugar de introducirle el gen de la mosca se le introduce el gen homólogo humano según la secuencia, entonces encontramos que la mosca también tiene alas.
Es decir, un gen humano es capaz de ponerle alas a la mosca. Los humanos no tenemos alas, pero podemos remplazar el gen, dada su similitud genética. Evidentemente, todo este tipo de experimentos requiere de tecnología muy sofisticada. Hay una enorme capacidad tecnológica, dijo, pensada para realizarlos, lo que indica el grado de conocimiento del genoma, y la capacidad de manipular a la mosca.
Luego de dar un repaso al desarrollo de la evolución, el científico afirmó que todas las especies comparten el mismo origen evolutivo, el mismo mecanismo de almacenamiento, y de liberación de información genética -el ADN, el código genético, etcétera-, y el mismo mecanismo de diseño tridimensional. "El grado de conocimiento que estamos adquiriendo es tan profundo que, en sí, es realmente importante que se conozca a esos niveles la materia viva. Y de allí se pueden desprender experiencias necesarias para entender e incluso diseñar tratamientos para enfermedades como el cáncer o enfermedades degenerativas". Para analizar los ojos de una mosca o los de una mujer tan bella como Ingrid Bergman.