Usted está aquí: miércoles 11 de mayo de 2005 Política BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Victoria pírrica de Tony Blair y derrota neoliberal thatcheriana

Resquicios de "democracia" decimonónica

EN EL DUOPOLIO imperial anglosajón, de Estados Unidos y Gran Bretaña, no existe la tan cantada "democracia", y en sus pretensiones absurdas ahora desea expropiar la propiedad intelectual del genial invento del griego Cleístenes, familiar del gran jurista Solón el ateniense, uno de los Siete Sabios de la Hélade.

EN ESTADOS UNIDOS, a los más altos niveles seudorrepresentativos, las campañas electorales de Tom DeLay, líder camaral texano del Partido Republicano (The New York Times, 8 de mayo) y la senadora del Partido Demócrata Hillary Clinton (Los Angeles Times, 8 de mayo), expelen intenso olor sulfuroso. La muy anacrónica "democracia" estadunidense, carcomida por más de 200 años de inmutabilidad, es "indirecta", donde gracias al trucaje del Colegio Electoral no pocas veces ha ganado la presidencia quien es derrotado por el voto popular: el flagrante caso del primer mandato de Baby Bush, como demuestra soberbiamente el consagrado ensayista Gore Vidal (ver Bajo la Lupa, 13 de abril de 2005). Gran Bretaña tampoco practica una genuina "democracia", cuando el "triunfador" (sic) obtiene 36 por ciento de los votos ("¿Cómo puede 36% del voto otorgar poder total a un solo partido?", Jonathan Freedland, The Guardian, 7 de mayo) debido a su sistema uninominal decimonónico. Ni Estados Unidos ni Gran Bretaña representan democracias genuinamente modernas que coloquen en la silla presidencial a quien obtiene la mayoría popular y otorguen una mayoría proporcional en su cámaras legislativas. Los sistemas electorales de Estados Unidos y Gran Bretaña constituyen clonaciones actualizadas de un sistema caduco, a la medida de sus designios imperiales, con travestismo democrático, que reflejan los intereses plutocráticos y de su complejo militar-industrial, que se subsumen ahora en la globalización financiera y en el unilateralismo hipermilitar.

HAY QUE RECONOCER que el voto del electorado británico, finalmente europeo, fue muy inteligente, con tres significados simultáneos que epitomizan las tendencias de lo que será Gran Bretaña al inicio del siglo XXI, así como su papel en el mundo: uno económico, donde emerge triunfante, más que Tony Blair, Gordon Brown, encargado de las finanzas públicas (chancellor of the exchequer); otro político, el casi empate entre el Partido Laborista (36.2 por ciento) y los conservadores, los Tories (33 por ciento), sumado de la irrupción irresistible del Partido Liberal Demócrata (22 por ciento); y un tercero, de política exterior, que constituye un referéndum negativo contra el unilateralismo bélico de Tony Blair y su "invasión ilegal" a Irak, lo cual pesó demasiado en las postrimerías de la contienda.

¿EN QUE CONSISTIO, entonces, la "victoria" de Blair? Pues en que fue relegido como primer ministro por tercera vez consecutiva, lo cual es histórico para el Partido Laborista en su conjunto, pero que, paradójicamente, colocó con medio cuerpo en la puerta de salida al atribulado primer ministro. Desde ahora los aguerridos parlamentarios y ex ministros laboristas exigen la renuncia de Blair.

DE DEFENSA (8 de mayo), centro de pensamiento militar estratégico con sede en Bruselas, fustiga sin piedad el "travestismo democrático" de Gran Bretaña, en lo que es secundado por The Financial Times ("El travestismo electoral favorece a los laboristas", Ben Hall, 6 de mayo), muy cercano a los conservadores: "los laboristas obtienen 35.2 por ciento de votos y 356 escaños (es decir, 61 por ciento de asientos por 35.2 por ciento de votos); los conservadores obtienen 197 asientos por 32.3 por ciento de votos (34 asientos por 32.3 por ciento de votos); y los liberales demócratas tienen 60 asientos con 22 por ciento de votos (10 por ciento de asientos por 22 por ciento de votos). The Financial Times observa que "el sistema de Westminster ha discriminado al Partido Liberal Demócrata durante varias décadas, el cual reclama una representación proporcional", y concluye que un empate futuro entre laboristas y conservadores obligará a reformar el sistema uninominal.

LORD LIPSEY, prominente miembro del laborismo, sopesa que concebiblemente su partido pudo haber ganado una mayoría parlamentaria con un porcentaje menor de votos que los conservadores, lo que sería un "travestismo de la democracia" carente de mandato. Según la Sociedad de la Reforma Electoral, "este es quizá el mayor grado de sesgo que el sistema haya jamás producido".

DE DEFENSA ARGUYE que el sistema uninominal que "permite la brecha entre el número de votos y la representación parlamentaria ha llegado al límite de lo soportable" y sostiene que la "popularidad mediática" de Blair, un travesti neoliberal thatcheriano con máscara socialista, es una "usurpación" carente de legitimidad que "lleva a una crisis de confianza como la de Irak, donde el jefe de gobierno es totalmente condenado por la población". De Defensa arremete contra el "sistema electoral anglosajón", siendo el estadunidense (con sus fraudes en Florida y Ohio) imagen del británico. La búsqueda de la estabilidad por el sistema anglosajón desembocó en la impotencia para gobernar, por lo que recurre al "uso intensivo de la propaganda mediática (...) que lleva a la exaltación casi histérica de la democracia"; pareciera que se refiere también al foxismo decadente, que obtuvo 44 por ciento en las urnas y 22 por ciento del total empadronado, siendo minoría tanto en las cámaras legislativas como en los gobiernos de los estados y en la capital federal. Tal parece que mientras más ilegítimos sean los gobiernos, no tienen otra opción que recurrir frenéticamente a la salvación ilusoria de la propaganda orwelliana de los multimedia oligopólicos y sus empleados lorocutores.

SOPHIE ARIE, de The Christian Science Monitor (9 de mayo), aborda la "victoria pírrica" de Blair, una "figura débil en el interior" y con una "influencia internacional condenada a disminuir". Luego de agregar que Gordon Brown es más "europeo" y más a la "izquierda tradicional del laborismo" que Blair, considera que "Irak fue la razón principal del declive del apoyo al laborismo" y cita a Gillian Peele, politólogo de la Universidad de Oxford: "El clima es tal que será difícil para cualquier gobierno británico comprometerse a otro conflicto". ¿No habrá sido el desaire a Blair una derrota al unilateralismo bushiano, al que ligó su suerte bélica en forma imprudente?

STRATFOR, CENTRO DE pensamiento israelí-estadunidense vinculado a los intereses petroleros texanos ("Las campanas tañen por el sistema bipartidista de Gran Bretaña", 6 de mayo), resalta la esperada emergencia de un tercer partido, el Liberal Demócrata, lo cual tendrá "profundas repercusiones" en la política exterior: los liberales demócratas, quienes encabezaron el rechazo a la invasión iraquí, "recogieron las pérdidas de los laboristas y emergen como un tercer partido sólido con el potencial de transformar completamente el rostro de la política británica en la política exterior", así como su "identidad (¡súper-sic!) geopolítica". Luego de comentar que la elección uninominal del Parlamento británico es "similar a la de la Cámara de Representantes de Estados Unidos", agrega que "la emergencia de un sistema tripartito romperá la estabilidad actual de la política británica". Lo más interesante: los liberales demócratas "no quieren a Estados Unidos y son ampliamente partidarios de las políticas pro europeas", y concluye que el sistema bipartidista británico "llegó a su fin" y que "la presencia de un partido, como el Liberal Demócrata, que no está en la línea tradicionalmente consistente de la política británica, podría cambiar el tono y la dirección de la política exterior". En suma: pierden Bush y Blair, y gana la Unión Europea. Is not bad.

EN OTRO ANALISIS, De Defensa ("Por qué la victoria-derrota de Blair puede ser muy importante para Europa (y Francia)", 8 de mayo) considera que la "victoria-derrota" (sic) de Blair "podría constituir eventualmente un factor determinante para la situación europea", y en especial de Francia, en lo concerniente al "desarrollo de una defensa y una seguridad europea autónomas". Desmenuza la "victoria-derrota" de la siguiente manera: una victoria de Gordon Brown y una derrota de Blair, quien "puede retirarse en la primavera entrante o de inmediato". Lo peor: "la situación se volvió paradójicamente rehén de dos eventos, de dos lugares, de los cuales los británicos tienen horror de depender, Europa y Francia".

LOS "SEVEROS enfrentamientos" ya empezaron entre Blair y Brown (The Guardian, 8 de mayo), y el premier afirmó que no se despediría sino hasta 2008, pero "aun sus más íntimos partidarios, como lord Falconer, admitieron que Irak había sido el principal factor en los reveses laboristas" (The Guardian, 7 de mayo), al tiempo que Neal Lawson, prominente directivo laborista, llegó hasta sentenciar que hubiera sido mejor para el partido la renuncia del primer ministro antes de las elecciones y que ahora lo mejor era que dejase su lugar a Brown. De Defensa se pregunta "si no está envenenada" la victoria: "Nunca Gran Bretaña había vivido una situación similar, una tercera victoria consecutiva, histórica para el Partido Laborista, en nombre de una persona festejada como un fenómeno de la política británica y, sin embargo, esta victoria ha traído una inestabilidad considerable para el partido que tuvo éxito en este desempeño histórico", debido " a la crisis técnica del sistema que instala a la ilegitimidad como uno de sus motores de funcionamiento".

LOS CONSERVADORES, quienes pierden vergonzantemente por tercera vez consecutiva, no están tampoco a gusto con los resultados y uno de sus parlamentarios, Damian Green ("Debemos romper con el thatcherismo", The Guardian, 7 de mayo) arremete contra el modelo neoliberal: "Ahora comprobamos la destrucción de la teoría y las ideas que nos sirvieron en las décadas de los 80 y los 90 (...) Debemos consignar el thatcherismo a la historia", cuyas prescripciones "no sirven para el siglo XXI". ¡Ni hablar!

 
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