Entrevista a VLADIMIR YAKUNIN, PRESIDENTE DEL CENTRO PARA LA GLORIA NACIONAL DE RUSIA
Muchos pueblos le deben su existencia a la URSS
HAY PRESION EXTERNA PARA DESESTABILIZAR AL PAIS
"El Día de la Victoria es para nosotros los rusos una celebración muy importante y entrañable. Por eso indigna que aparezcan voces que de nuevo tratan de poner en entredicho el decisivo aporte de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial"
Ampliar la imagen Los ojos �dos de Occidente, puestos en Rusia por la escasez de recursos naturales y de agua, dice el ex esp�FOTO Juan Pablo Duch
Moscu, 7 de mayo. "Para Rusia, que sufrió los horrores de una conflagración de la magnitud devastadora de la Segunda Guerra Mundial, el 60 aniversario de la victoria es una gran fiesta, la fiesta del orgullo, y por otro lado una fiesta del dolor porque en la Unión Soviética prácticamente no hubo familia que no haya llorado la muerte de un ser querido; todos tuvimos un pariente que combatió o resultó gravemente herido".
Habla para La Jornada Vladimir Yakunin, presidente del Centro para la Gloria Nacional de Rusia, asociación civil que busca, mediante la defensa de los valores y tradiciones históricas del pueblo ruso, contribuir a la formación de una nueva ideología de Estado.
"El Día de la Victoria, sobre todo en este periodo de reformas en Rusia, es para nosotros una celebración muy importante y entrañable. Por ello, indigna que aparezcan voces que de nuevo tratan de poner en entredicho el decisivo aporte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Molesta que se pretenda negar que fue precisamente el país soviético el que asumió la mayor carga de esa guerra terrible y que muchos pueblos simplemente le deben su existencia", añadió.
Yakunin, antiguo oficial del servicio de inteligencia soviético, al igual que el presidente Vladimir Putin, a quien se considera muy cercano desde que trabajó bajo sus órdenes en la alcaldía de San Petersburgo a comienzos de los años 90, aborda otros aspectos en la entrevista.
-Una de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fue la división del mundo en dos grandes polos. Junto con la Unión Soviética, dejó de existir esa bipolaridad. Ahora, ¿cuál es el papel de la Federación Rusa en la nueva arquitectura de equilibrios geopolíticos que se está configurando?
-El mundo bipolar se formó en una época de enorme confrontación de los campos socialista y capitalista. Durante mucho tiempo prevaleció el paradigma de que la fuerza de un Estado dependía de la extensión del territorio que controlaba y de otros factores, como la posesión de armamento. El mundo actual es diferente y debe sustentarse en otro paradigma: el diálogo entre las civilizaciones y la multipolaridad, que es el propósito principal de uno de nuestros proyectos, el Foro Mundial de Diálogo de las Civilizaciones, cuya tercera edición celebraremos en el siguiente otoño en la isla griega de Rodos.
"El sistema de relaciones internacionales tiene que ser multipolar, pero Rusia debe aspirar no a restablecer los paradigmas del pasado (mayor territorio, más fuerza militar), sino utilizar su potencial geopolítico para impulsar el desarrollo económico, a través del diálogo y la cooperación con otras naciones".
-¿Qué factores favorecen en la actualidad la configuración de un mundo multipolar?
-Mientras existan fronteras, existan estados, habrá intereses nacionales. Es algo inevitable. Al mismo tiempo, las naciones que comparten raíces históricas, culturales y religiosas tienden a mantener una cooperación más activa, de igual modo que los países que hablan un mismo idioma, como por ejemplo los de América Latina. Ello crea condiciones propicias para que los contactos regionales puedan traducirse en entendimientos para beneficio económico común. Rusia y los países de la antigua Unión Soviética llevan a cabo este tipo de intentos.
-A la vez, se observan signos de distanciamiento entre Rusia y algunas de las repúblicas de la antigua URSS. ¿Qué sucede en el ex espacio soviético?
-Suceden dos procesos. Por un lado, países que siempre habíamos considerado como aliados cercanos resulta que no son tan aliados y, en cambio, naciones con las que hemos estado en guerra, como Alemania o Italia, apoyan abiertamente la política de Rusia.
"En algunos de los países surgidos de las repúblicas soviéticas, hay una ola de nacionalismo que raya en el chovinismo hacia los rusos. Cabe apuntar que no es la primera vez que ello ocurre en la historia y se agrava en la medida en que empeora la situación económica de estas naciones. Culpar a Rusia de haber cometido injusticias en el pasado parece un buen pretexto para distraer la atención de sus pueblos".
-Usted residió muchos años en Estonia, y por consiguiente conoce muy bien los países del Báltico. ¿Qué opina de los ánimos antirrusos en la región?
-En efecto, viví más de 14 años en Estonia. La gente rusa aportó su trabajo y dinero para que hoy Estonia, por poner sólo un ejemplo, tenga un puerto que en su momento fue el más moderno de la Unión Soviética, y ahora todavía nos reclaman.
"Los países del Báltico tienen la desfachatez de hablar de ocupación por las tropas soviéticas mientras por la capital de Letonia marchan antiguos agentes de la Gestapo nazi. ¿Por qué la comunidad internacional guarda silencio al respecto? ¿Por qué las autoridades de Estados Unidos, al hablar de la violación de los derechos humanos y la democracia en Bielorrusia, no dicen una sola palabra sobre los desfiles fascistas por las calles de Riga? Es una doble moral, que afecta negativamente la política mundial y que, a mi juicio, no se corresponde absolutamente con los principios de democracia e igualdad que proclaman".
-A propósito de Estados Unidos, cuyo presidente, George W. Bush, está por llegar a Moscú, ¿cómo evalúa usted el estado actual de la relación bilateral, más allá del compromiso de combatir el terrorismo internacional?
-Ciertamente, la plataforma común de lucha contra el terrorismo ofrece elementos para tener una cooperación positiva. En este momento, sin embargo, Condoleezza Rice (la secretaria estadunidense de Estado) es autora de la propuesta de pasar de la teoría de la cooperación estratégica con Rusia a la de controlar el desarrollo de la relación, lo que representa un cambio sustantivo, y si prevalece esa línea significará un retroceso de muchos pasos.
"En general, las declaraciones del deseo de ver una Rusia fuerte y floreciente son sólo eso, declaraciones, porque en el mundo empieza a haber escasez de recursos naturales, de agua potable, de todos los minerales que abundan en territorio ruso. Y no falta quien quisiera resolver sus problemas a costa de Rusia. Por ello crece la presión foránea, se busca desestabilizar el país. Pero el principal problema está dentro de nosotros mismos y tenemos que asumir que si no aprendemos a respetarnos nadie lo hará por nosotros".
-Para concluir, ¿cuál es su propuesta para contrarrestar el uso unilateral de la fuerza en el ámbito internacional?
-La utilización de la fuerza nunca ha conducido a nada bueno, y lo que está ocurriendo actualmente en Irak es una demostración de ello. Las controversias internacionales deben resolverse únicamente mediante el diálogo.
"Por eso impulsar el diálogo entre civilizaciones tan diferentes como Rusia, Occidente, China, India o Irán es la base para pasar al nuevo paradigma de la integración de las civilizaciones, pero antes tiene que prevalecer en el mundo la comprensión de que, al margen de qué tan pequeño o grande sea un país, qué tan rico o pobre sea, cada pueblo tiene derecho a la libre determinación y todos deben participar en la solución de los grandes problemas globales.
"Y ello es imposible sin reconocer que hace falta consolidar un mundo multipolar, con intereses también multipolares y la voluntad compartida de propiciar la integración de las civilizaciones".