Testimonios de la ''rebelión de Quito'' y la ''Iglesia de los pobres'' en El Salvador
Decisivo papel de las radios alternativas en AL
Dos elocuentes testimonios de cómo las radios alternativas han jugado un papel decisivo en distintos momentos de la historia contemporánea latinomericana, fueron ofrecidos ayer en la última sesión del tercer Encuentro Internacional de la Radio.
Uno fue el de la activista y académica quechua Nina Pacari, quien se refirió a la reciente ''rebelión de Quito" que terminó con la caída del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez, y en la cual la radiodifusora La Luna fue factor activo de organización y movilización social.
El segundo testimonio fue el de Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador y colaborador cercano del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, representante de ''la iglesia de los pobres" y asesinado por un francotirador en 1980, mientras oficiaba misa en la capilla de un hospital.
Pacari -ex ministra de Relaciones Exteriores de Ecuador durante la efímera alianza de organizaciones indígenas con el gobierno de Gutiérrez- recordó que desde 1990 las radios comunitarias se hicieron eco de la lucha indígena que en la televisión ''sólo aparecía como flashes informativos y muchas veces sin dejar testimonio de las causas por las cuales estaban en lucha los pueblos".
Habló de la reticencia de los políticos para poner en manos indígenas las radios comunitarias y permitir que funcionaran comercialmente para financiar su operación y mantenimiento.
''El temor era: si los indios sin radio ya habían hecho lo que habían hecho, que harán ahora con una radio de por medio."
La respuesta está en la reciente ''rebelión de Quito", hecho inédito en el que La Luna -y ocho estaciones más- ''fue partícipe clave", al informar y facilitar la organización de las movilizaciones.
A ratos -contó la también ex diputada- ''nos sentíamos en un proceso liberador que daba espacios para la palabra, espacios a los nuevos rostros sociales".
El papel que cumplió la radio ''construyó una forma nueva de ser y hacer. Habrá un antes y un después de la rebelión de Quito".
Gregorio Rosa Chávez se refirió a Oscar Arnulfo Romero como un ''radioapasionado" y un ''mártir de la comunicación social".
Tenía un programa diario de 30 minutos llamando a la oración de la mañana y otro en el que transmitía la misa dominical: ''cuando la misa se decía en latín, de espaldas al pueblo y a la historia".
Además de cumplir con la liturgia, Romero se refería a la realidad social salvadoreña marcada ''por la injusticia estructural" y la ''violencia brutal que llegó a su clímax cuando estalló la guerra".
Esa voz ''que llenaba los corazones de luz y de esperanza, inspira hoy iniciativas humildes, como las radios comunitarias y las emisoras educativas".
El Salvador ''entero estaba pegado a su aparato de radio, la mayoría lo escuchaba para saber qué pasaba en el país. Otros, unos pocos, pero muy poderosos, lo escuchaban para sorprender en el error al pastor y luego atacarlo".
Esa experiencia ''de comunión colectiva de los sectores más humildes del país con la emisora de la Iglesia no tiene precedente en la historia de la radiodifusión salvadoreña".