Cinco mitos y realidades del imperio estadunidense
Ampliar la imagen Comunistas rusos protestan en Mosc�o antes de la llegada del presidente estadunidense, George W. Bush, quien realiza una visita oficial que ha provocado cr�cas en ese enorme pa�FOTO Reuters
Mito 1. "Estados Unidos" tiene un enorme déficit comercial con "China", que ascendía a 162 mil millones de dólares en 2004.
Realidad. Existen dos problemas básicos con esta afirmación: 1) Casi la mitad del "déficit comercial" está representada por las corporaciones trasnacionales (CT) estadunidenses radicadas en China que exportan a su "mercado de origen". 2) Lo que se llama "China" y "Estados Unidos" es una ficción, en cuanto la transacción comercial tiene lugar dentro de una red mundial o "imperio", en el cual el crecimiento de las "exportaciones" y los "superávit" comerciales se acumula a las CT, y el "déficit" comercial afecta a la economía doméstica estadunidense. El método chino de calcular el desequilibrio comercial no incluye exportaciones de las CT radicadas en China a empresas estadunidenses.
Mito 2. El imperio estadunidense se han expandido con éxito a causa de sus actividades militares: guerras, invasiones y equipos especiales de asesinato.
Realidad. Las guerras e intervenciones han sido las armas menos exitosas de la construcción imperial: véanse las prolongadas y costosas guerras en Irak y Afganistán y la resistencia popular en Haití. Los avances imperialistas han tenido más éxito en conquistar países al menor costo por la vía de la intervención política, las elecciones amañadas y la organización y financiamiento de gobernantes clientes y organizaciones no gubernamentales de membrete, así como la compra de partidos políticos. Los casos de Ucrania, Georgia y Kirguistán son ilustrativos. Exitos anteriores fueron Nicaragua y El Salvador. En Sudamérica, la influencia ideológica, política y económica estadunidense y las alianzas estratégicas con acreditados partidos y gobiernos de "centro izquierda" han convertido a Brasil, Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador en clientes de libre mercado del imperio.
Mito 3. Los exitosos resultados electorales en la ex Unión Soviética son reflejo del creciente deseo popular de democracia y mercados libres.
Realidad. Cada uno de los resultados electorales en la ex Unión Soviética estuvo organizado y financiado por funcionarios extranjeros no electos, quienes fijaron la agenda, eligieron a los líderes y posteriormente incorporaron los nuevos regímenes a su órbita imperial. Las elecciones nada tuvieron que ver con la democracia, y todo, en cambio, con la construcción del imperio. La prueba se encuentra en la rápida privatización y transferencia de empresas públicas al capital extranjero, la incorporación de los nuevos regímenes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el dominio de una nueva elite corrupta que es responsable ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), no ante los electores.
Mito 4. "Asia" es una potencia global en expansión que desafía la supremacía estadunidense.
Realidad. Esta "profecía" simplista tiene varios defectos importantes. En primer lugar, "Asia" no es un bloque unificado homogéneo: algunas naciones están en crisis crónica (Filipinas, Indonesia, Birmania, Nepal, etcétera) y otras en conflicto unas con otras, en tanto algunas más han formado alianzas con Estados Unidos en contra de otros países asiáticos. India, Pakistán, Corea del Sur y Japón han firmado en fechas recientes acuerdos económicos y de seguridad con el régimen imperial estadunidense. Corea del Sur y China están en conflicto con Japón por aguas territoriales y políticas militares. Taiwán está aliada de facto con Washington, el cual maneja a India y Pakistán a su conveniencia. De igual importancia, lo que pasa por poderío económico "chino" es en realidad el de las CT estadunidenses y europeas asentadas en enclaves costeros que exportan a sus empresas en Estados Unidos y Europa. Por último, Washington ha extendido y profundizado en gran medida su presencia militar en todo el sur de Asia con numerosas bases en Uzbekistán, Kirguistán, Kazajstán, Afganistán, Georgia e Irak, con perspectivas de nuevos enclaves en Ucrania y Filipinas.
Mito 5. La victoria del imperialismo estadunidense sobre el comunismo ha fortalecido la supremacía tecnológica e industrial de Estados Unidos.
Realidad. La derrota de regímenes comunistas y nacionalistas ha conducido a la rápida desindustrialización de Estados Unidos y a la continua reubicación de empresas tecnológicas líderes en India y otros países que cuentan con profesionales calificados y baratos. Cada vez más la economía estadunidense es una "economía de servicios", formada por una elite de bien pagados trabajadores financieros, de la banca de inversión y de la industria del espectáculo encima de una masa creciente de trabajadores de servicio mal pagados y desprovistos de seguridad social, que se emplean en el comercio minorista, restaurantes, hoteles o en labores de mantenimiento o de oficina de bajo nivel. Las principales CT estadunidenses, como General Motors y Ford, están sólo un nivel arriba del estatus de "inversiones de alto riesgo", en tanto que las principales aerolíneas se encuentran en bancarrota o cerca de ella, despidiendo empleados, reduciendo salarios, renegociando programas de seguridad social y de pensión para empleados jubilados. Los economistas burgueses han argumentado que la reubicación y subcontratación de empleos manufactureros en países menos desarrollados se compensará con un incremento de empleos de alta calificación y sueldos elevados en los centros imperiales, pero ya se ha demostrado que es una falacia: ahora las CT subcontratan empleos de servicio de alta calificación en países del tercer mundo. Hoy Microsoft, Cisco, Intel, Hewlett-Packard, etcétera, han trasladado las labores de investigación y diseño a Bangalore, India, donde residen 150 mil ingenieros de programas de cómputo. Según el Financial Times (6/4/05, p. 4, sección especial), un total de 826 mil 540 empleos en tecnología de información, con valor combinado de 51 mil 600 millones de dólares, fueron exportados por Estados Unidos, Europa y Japón a países menos desarrollados. Decenas de miles de ingenieros de programas de cómputo en Estados Unidos están desempleados o tienen empleos de medio tiempo como "trabajadores por contrato".
Conclusión. Paradójicamente, la derrota del comunismo condujo a la reubicación del capital imperial, la cual a su vez llevó a una decadencia de las industrias manufactureras y de alta tecnología domésticas de los "países avanzados". En tanto el imperio y sus principales vehículos, las corporaciones y bancos trasnacionales, crecen, y las bases militares proliferan, la economía nacional se derrumba, cargada de deudas y déficit, de empleos inestables y de baja calificación, y de desempleo para sus profesionales y trabajadores altamente calificados. El sector económico de mayor crecimiento en Estados Unidos son las masas crecientes de mal pagados trabajadores de servicios, que compitan con la mano de obra inmigrante, todavía peor pagada. Los líderes del imperio económico y militar tienen poco que temer de las "masas", que están más preocupadas por la muerte del papa Juan Pablo II, por el juicio por pederastia a Michael Jackson, por hacer sus compras en Wal-Mart y ondear la bandera que por oponerse al imperio que destruye sus medios de vida.
No hay duda de que el imperio estadunidense sigue en expansión, de que ha logrado cercar a Rusia y China, y de que sus CT han tenido éxito en ahorrar costos y elevar sus ganancias mediante la reubicación. La debilidad estratégica del imperio se encuentra en sus fallidas intervenciones militares y en la sistemática destrucción de su estructura tecnoproductiva dentro de Estados Unidos. A medida que la "superestructura" del imperio crece, la "base doméstica" de la república se derrumba con rapidez, en tanto políticos demagogos promueven el fundamentalismo religioso místico, el chovinismo militar y la especulación masiva en bienes raíces. El imperio se vendrá abajo no por la competencia con Asia o Europa, sino porque se ha vuelto demasiado competitivo y en el camino ha derruido sus cimientos nacionales.
Traducción: Jorge Anaya