Voto de opinión contra EU
Soy ajeno a la simulación. Como panameño tengo un antiguo re-chazo de niño por la dominación imperialista sobre mi patria. Sin embargo, buscando un equilibrio racional para la emoción, durante la Segunda Guerra Mundial, siendo un obrero adolescente en la zona del Canal, me pronuncié, junto con mis compañeros latinoamericanos que allí laborábamos, contra el régimen racista nazi, a pesar de que en ese mismo momento también sentíamos en nuestro pellejo la discriminación salarial, social y racista implantada por los estadunidenses.
Las leves esperanzas de que el mundo cambiara pronto se desvanecieron y recientemente he tenido sacudidas de indignación por el maltrato a Panamá, como cuando el ejército de Estados Unidos, mandado por George Bush padre, invadió mi patria en 1989, o cuando la entonces presidenta Mi-reya Moscoso indultó al multiasesino Luis Posada Carriles y a sus secuaces terroristas, quienes estaban encarcelados por haber intentado una vez más el delito de magnicidio en contra del presidente Fidel Castro. Creo conocer la historia de Cuba al revés y al derecho. Siempre ha estado en la idea de Estados Unidos anexarse la isla, pero después de la revolución de 1959 la idea se hizo obsesión.
De Eisenhower a la actualidad, los gobiernos de ese país tratan de recuperar lo que llaman la Cuba perdida. Pero ahora la situación es peor por el muy poco contrapeso mundial y la unipolaridad estadunidense. Sin prejuicios, pese a mis viejas convicciones, este proceso contra Estados Unidos, con mi nombramiento de juez, me ha resultado muy provechoso por la información recientemente obtenida. Los ataques a Afganistán e Irak no buscaban correctivos a los deplorables actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York.
La respuesta oficial fue el primer paso para erigir una tiranía universal que permitiera a ese gobierno apoderarse de los recursos del orbe, particularmente del pe-tróleo, con lo cual le dan sentido opuesto al significado de las palabras. Es grotesca la pretensión de dividir al mundo en dos ejes (el bien y el mal) y que el gobierno de Estados Unidos, el mayor violador de derechos humanos y el más terrorista, se autoproponga para encabezar el eje del bien. Cuba figura para Washington entre "los siete oscuros rincones del mundo" que deberían eliminarse.
La isla, que encuadra dentro de los derechos humanos no sólo las garantías individuales, sino igualmente los derechos económicos y sociales de los pueblos, debiera ser elogiada por su esfuerzo para resolver sus problemas vitales. Pero, al revés, es cuestionada por "el mal ejemplo" para América Latina y porque, del mismo mo-do, siempre reivindica su derecho a la independencia y al desarrollo económico en una sociedad saqueada de antemano.
Me da mucho orgullo hacer estas reflexiones inspirado en Benito Juárez, el Benemérito de las Américas, "torcedor de puros" para ganarse la vida cuando estuvo desterrado, quien además de sostener que el respeto al derecho ajeno es la paz, anticipó sin sospecharlo, en la víspera de su muerte, el heroísmo de la Cuba de hoy al afirmar, lejos de ser un iluso, que cuando una sociedad está amenazada por la guerra, para salvar las instituciones, la libertad y la paz no tiene más que mantenerse firme, vigilante y dispuesta a todo.
*Opinión expresada en el Foro Cultural Coyoacanense, el 27 de abril