No hubo foto oficial del diálogo por tratarse de una "reunión rutinaria"
Fox y López Obrador resuelven su encuentro en 15 minutos
Se cumplió la instrucción de restar trascendencia política al acto; Los Pinos no ofreció datos sobre lo tratado
El mandatario federal abandonó la residencia oficial en helicóptero
Ampliar la imagen Momento en que el jefe de Gobierno capitalino abandona Los Pinos luego de la reuni�ue sostuvo con el presidente Vicente Fox FOTO Carlos Ramos Mamahua
La expectativa y los ríos de tinta que corrieron la víspera de la reunión entre el presidente Vicente Fox y el jefe del Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, nunca previeron que ese diálogo duraría apenas poco más de un cuarto de hora.
Sin embargo, frente al informe puntual de esa audiencia, ofrecido una hora después por el mandatario capitalino, la Presidencia de la República se mantuvo inflexible en su decisión de no pronunciarse sobre lo ocurrido en el despacho del presidente Vicente Fox.
En el afán de llevar a extremos la determinación presidencial de despolitizar el encuentro y dejarlo como una mera cita rutinaria entre el jefe del Ejecutivo y un gobernador (o su equivalente, en el caso de López Obrador), en Los Pinos se decidió incluso omitir todo registro gráfico del encuentro.
Así, y no obstante que desde mucho antes de las 18:30 llegaron a la residencia presidencial alrededor de 150 periodistas y que el Estado Mayor Presidencial recurrió a su inveterada práctica de instalar vallas metálicas para contenerlos, la oficina de Comunicación Social de Los Pinos se mantuvo firme a la instrucción: sin comentarios.
Trascendió que esa y no otra había sido la decisión del presidente Fox desde días antes. No había motivo, se insistía en el mensaje, para tratar el encuentro más allá de lo que sus protagonistas representan como gobernantes, y de ese modo, hacer tabla rasa del entorno político y electoral que sin duda acompañaba a este anunciado diálogo.
Ello no obstante a que todavía por la mañana el vocero presidencial, Rubén Aguilar, lo había considerado como de "importancia crucial" y una prueba palpable de la solución dada por el presidente Fox, vía una "decisión de Estado" al proceso legal contra el mandatario capitalino.
Lo paradójico es que desde otras oficinas del propio gobierno federal sí advirtieron la exacta magnitud de lo que estaba por ocurrir. Minutos antes del arribo de López Obrador se aparecieron en el lugar donde se concentraba la prensa cinco hombres disfrazados como peces con carteles donde se leía "Ponte vivo" y "Te prometo una vida mejor".
Luego se supo que no se trataba de alusiones para el político tabasqueño o de algún remedo de pejelagartos, sino de personajes que simbolizan una campaña de la Comepesca, dependiente de la Secretaría de Agricultura, para estimular el consumo de pescado.
Por momentos, en la atiborrada confluencia de Alencastre con Molino del Rey, por donde se accede a la puerta 4 de la casa presidencial, la atmósfera era francamente surrealista. Amenazaba lluvia, se aparecieron los pescados, una señora se entercó en no mover su auto y éste quedó atrapado detrás de las vallas metálicas y, desde alguno de los juegos mecánicos de la Feria de Chapultepec, llegaba ininterrumpida y tétrica, la música de la película Halloween.
Además, y en una de esas operaciones hormiga que tanto afinaron durante la resistencia civil pacífica, aparecieron en el área personas de la tercera edad que portaban fotos de López Obrador; también una chica que declaraba sin cesar que ella sigue al mandatario capitalino por donde quiera que va, desde los tiempos en que era candidato, y por allá aparecía otra mujer de cabello rojo oscuro con una pancarta en la que se leía: "Fox, gracias por escuchar al pueblo".
De pronto, cuando apenas faltaban 2 minutos para la hora de la cita, y rodeado por al menos 20 reporteros viales, un auto escolta y motociclistas de tránsito, apareció el emblemático Tsuru blanco donde se traslada López Obrador. Fotógrafos, camarógrafos y reporteros se arremolinaron en torno al vehículo, hasta que Marco Mejía, el chofer, logró trasponer el estrecho espacio entre las vallas metálicas que los elementos militares dejaron sólo para su paso, las cuales, por supuesto, cerraron de inmediato.
Acostumbrados a todas las peripecias imaginables en su andar por las calles del Distrito Federal, algunos motociclistas de las estaciones de radio y televisión comentaban sudorosos que esta vez sí habían tenido complicaciones para llegar a tiempo a la cita.
Uno de ellos refería que, a diferencia de cuando al volante va Nicolás Mollinedo -Nico o Lacho, como se le conoce- y todo transcurre a tiempo y sin sobresaltos, esta vez la salida de la casa de López Obrador se dio con demora -a las 18:10-, lo que obligó a meter el acelerador y sortear el tráfico desde Copilco hasta Los Pinos.
Pero apenas los periodistas empezaban a acomodarse, a prender el cigarrillo para la espera, a saludarse e intercambiar anécdotas, a pasar la nota en vivo para las estaciones de radio o las agencias de noticias, cuando ya el Tusuru blanco venía de regreso.
Una vez más todo fue caos en torno al auto, lo que llevó a Marco Mejía a entrar en contraflujo por Alencastre. Estuvo a un tris de chocar. Y en todo ese corto y dificultoso trayecto, los reporteros no se despegaban del vehículo. López Obrador alcanzó a responder "bien, bien", cuando alguien pudo, con dificultad, preguntarle cómo le había ido.
Al tiempo que esto ocurría, dentro de Los Pinos el presidente Fox subía a un helicóptero del Estado Mayor Presidencial para, de inmediato, viajar a Guanajuato para su descanso de fin de semana.
En tanto, la instrucción que desde Bolivia giró el mandatario se cumplía puntual. Sin comentarios.