Editorial
Insulza ante el reto de renovar la OEA
Al asumir la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), ayer lunes, el ministro del Interior de Chile, José Miguel Insulza, se comprometió a aplicar una "política de consensos" entre los 34 integrantes del organismo para superar la "equivocada percepción de irrelevancia" de la entidad. Y es que la idea generalizada que se tiene de la OEA es la de una organización sin peso en el concierto internacional, manejada según los intereses de Estados Unidos. Insulza ganó la elección por 31 votos a favor, dos abstenciones (entre ellas la de México) y un voto en blanco luego de que el canciller mexicano Luis Ernesto Derbez se retiró de la contienda.
Durante los próximos cinco años Insulza enfrentará difíciles retos para renovar la OEA y recobrar su sentido original de ser un foro continental abierto a todos los países de la región. Hasta la fecha el organismo ha funcionado principalmente como una tribuna desde la cual Estados Unidos promueve sus intereses hemisféricos mediante manipulaciones y presiones para alcanzar sus metas particulares. Se trata, pues, de convertir a la OEA en un foro en el que las naciones latinoamericanas puedan defender su propia agenda y poner coto a las ambiciones hegemónicas de Washington, aprovechando que son la mayoría dentro del organismo y que es la primera vez que gana un candidato que no es promovido por Estados Unidos. Si Insulza, abogado socialista de 61 años, consigue transformar a la OEA bajo estos parámetros, logrará darle la proyección internacional que tanto necesita para sacarla del desprestigio en que se encuentra y fomentar el desarrollo de la región. El funcionario chileno parece ser el hombre adecuado para esa tarea debido a su reconocida habilidad para crear entendimientos, recomponer relaciones, manejar crisis y negociar acuerdos difíciles.
Este perfil de hábil negociador contrasta con las credenciales del mexicano Luis Ernesto Derbez, que, si bien ocupa aquí la cartera de Relaciones Exteriores, no se ha caracterizado por sus dotes de diplomático. Para no ir más lejos, el canciller justificó el retiro de su candidatura como una decisión necesaria para no provocar la división de la región: "Alguien tenía que mostrar racionalidad", dijo. Por un lado, resulta incongruente que Derbez hable de unidad cuando la propia delegación mexicana se abstuvo de votar. Y no sólo eso, el representante nacional ante el organismo, Miguel Hakim, subsecretario de Relaciones Ex- teriores, no se puso de pie ni aplaudió cuando Insulza ingresó a la sala, a quien además le hizo la grosería de no estrecharle la mano. Por otro lado, con sus palabras Derbez dio a entender que México ha sido un escollo para la unidad latinoamericana y, por el otro, sugiere que en el proceso de elección del nuevo titular de la OEA él fue el único sensato, con lo cual busca desacreditar a su rival.
Asimismo, es criticable la ceguera de las autoridades mexicanas, que mantuvieron contra viento y marea la candidatura de Derbez pese a que no contaba con el apoyo de Estados Unidos, el país de mayor peso en la OEA, ni de los llamados gigantes de Sudamérica, Brasil, Argentina y Chile. De hecho, la secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice, tuvo que viajar al Cono Sur y refrendar públicamente a Insulza el respaldo de su gobierno a su candidatura para que México entendiera que Derbez no tenía ninguna oportunidad de encabezar el organismo.
Por lo pronto Insulza deberá resolver algunas cuestiones urgentes: la crisis política en Ecuador, limar asperezas con Bolivia (que reclama a su gobierno una salida al mar), Perú (que acusa a Chile de haber vendido armas a Ecuador durante el conflicto armado entre esos dos países, en 1995) y México, por todo el embrollo que significó la elección. Todo ello sin caer en las redes de los intereses estadunidenses.