Usted está aquí: lunes 2 de mayo de 2005 Deportes Los toros de Atenco y Huichapan, por encima de Benavides y Rosas

Emociones en el quinto festejo de La Florecita y pifias del juez Ramos

Los toros de Atenco y Huichapan, por encima de Benavides y Rosas

Oreja protestada al primero y negada al segundo, con muchas cualidades para llegar

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Ricardo Rosas hizo lo m�art�ico ante un toro de Huichapan FOTO Rafael S�hez de Icaza

Mientras el periodista Joaquín López-Dóriga daba la vuelta al ruedo en el reconocimiento que le hizo la empresa Acha y Quintana -seguramente por su afición de años más que por el nulo nivel crítico taurino de Televisa-, un espectador que me veía tomar notas me dijo: "A ver si puede poner que cada toro que ha salido esta temporada en La Florecita es una mentada a la empresa, a los jueces y a los veterinarios de la Plaza México por las ratas que han aprobado y cobrado al público como si fuesen toros".

En la quinta corrida se lidiaron dos astados de Atenco y dos de Huichapan, bien presentados, sin exceso de kilos ni de cornamenta, pero con el comportamiento, emoción y verdad que sólo da la edad reglamentaria de cuatro años cumplidos.

Ante casi un lleno, hicieron el paseíllo Jorge Benavides Cúchares, y Ricardo Rosas, quien tras un año de alternativa apenas el mediodía de ayer hizo su debut como matador. Cosas del deliberado subdesarrollo que nos cargamos, en lo taurino y en lo demás.

Abrió plaza Ranero, de Atenco, con 515 kilos, negro listón, bragado, sin exceso de cuerna pero con cara, al que Cúchares veroniqueó con aseo. El bravo astado recargó en dos varas, tumbando en la segunda, lo que Benavides aprovechó para quitar por navarras y revolera. Como ya es su costumbre, clavaron lucidamente Gustavo Campos y Gerardo Angelino.

Crecido al castigo, el toro llegó al último tercio con una embestida fuerte que exigía primero meterlo en la muleta para luego intentar el toreo en redondo, empero Jorge tragó en escalofriantes, enjundiosos naturales. Insistió luego con la diestra pero por ese lado el burel se quedaba muy corto. Volvió al toreo con la izquierda y tras pinchar arriba dejó una entera caída. Hubo palmas a los despojos del toro y a Cúchares en el tercio por su indoblegable afición.

A su segundo, Monarca, de Huichapan, con 520 kilos, negro bragado, montado de cuerna y fino de estampa, Benavides lo recibió con espectacular tafallera en tablas. Empujó en dos puyazos y llegó a la muleta metiendo la cabeza con emotividad, lo que el espigado diestro aprovechó para derrochar de nueva cuenta su brusco estilo, aguantador pero desacompasado. Tras un pinchazo señaló una estocada volcándose, de la que salió golpeado en el bajo vientre, quedando tendido junto a las tablas mientras el toro doblaba. Generoso, el juez Ramos concedió una oreja que fue protestada, ya que en ningún momento el diestro logró imponerse sobre el astado. Sin embargo, el oportuno apéndice le valdría a Cúchares colarse en el cartel de triunfadores del próximo domingo.

Ricardo Rosas se las vio primero con Negus, de Huichapan, con 530 kilos, negro zaino, alto de agujas, delantero de cuerna, que fue aplaudido de salida y recibió una sola vara. Con una muleta minúscula pero una idea clara de la lidia, Rosas -cabeza y clase- inició la faena con suaves muletazos de tanteo, al término de los cuales la res rodó por la arena, evidenciando debilidad.

Pero aquella muletita ya había desengañado a este Negus, que acometió con nobleza y son en varias tandas de naturales soberbios, de muy altos vuelos expresivos, muy bien rematadas con el de pecho. Rosas repitió la dosis ahora por el derecho, reiterando que posee el don del temple y el sentimiento, tanto como apoderados y empresarios su endémico pasmo para valorar y estimular a toreros interesantes con verdadero potencial.

Dejó Ricardo una estocada entera que bastó, pero a pesar de la petición mayoritaria el juez Ramos ignoró al público, privando al muchacho de torear en el festejo de triunfadores. Tratando de disimular su sordera, ordenó improcedente arrastre lento -¿a un toro noble que tomó una sola vara y dobló las manos en dos ocasiones?-, mientras el prometedor Rosas contrariado salía al tercio a recibir sonoros aplausos por lo realizado y por lo que puede realizar, siempre y cuando no sea lo que hizo con el último, Viajero, de Atenco (520 kilos), muy bien armado y castigado demás, que acabó aquerenciado en tablas, y con el que el joven no intentó ni el toreo por la cara, cazándolo al tercer viaje. Pero si ese fino trasteo a su primero lo consiguió luego de un año sin torear, ¿qué no será capaz de hacer Ricardo Rosas toreando una corrida al mes? Respetuosa sugerencia a los empresarios Acha y Quintana: ¿No sería posible incluir a los jóvenes Miguel Ortas y Ricardo Rosas el próximo domingo y dar una corrida de seis toros? La fiesta de México saldría ganando.

 
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