La muerte acecha
Lucha a muerte con los toros entre los olivos, madrugadas remotas y miedo de fina arena es el ambiente en que se desenvuelven las temporadas de toros en España desde hace siglos... Termina la feria sevillana para dar paso a la feria madrileña de San Isidro, el próximo mes y luego el resto de la geografía española.
"Nada puede sobrecoger más al español -dice el poeta valenciano Juan Gilalbert- más estrictamente que la muerte prematura de sus ídolos; que le testimonia lo que son carne y hueso; el enigma de lo desaparecido. La muerte para el español es una emoción para ondar por casa. Si se le ofrecen con una espectacularidad tal... que hace del sentimiento por lo mortal, una verdadera manifestación pública, lo agradece por decirlo así".
Por eso la muerte de toreros jóvenes que dejaron sus vidas en las astas de toros famosos; Bailador, Pocapena, Isolero, no quedaría de ella tan alta memoria de no haber cerrado su carrera taurina, con ese grito, ese "ay" proferido por miles de bocas en torno al ruedo de Talavera, Madrid, Linares. "Ninguna muerte es tan natural como la que ocurre en los ruedos, a la vista de todos los que la quieren ver" dice Gilalbert.
Así, Joselito, Granero, Manolete, Paquirri, Yiyo en los últimos años, entre otros, cuentan entre las criaturas españolas que han detenido, en una milésima de segundo, el exhalar de la vida, el pulso de la mano.
Así canto a la muerte que acecha García Lorca en la figura de Pedroza, dejando atrás la alegría y la esperanza ficticia.
"En la punta de su estoque/ cinco flores dejo abiertas/ La plaza, al parte que la tarde/ vibraba fuerte, violenta/ y entre el olor de la sangre/ iba el olor de la sierra...
Pedroza conoce el sitio/ donde la vena es más ancha/ por donde brota la sangre/ más caliente y encarnada..."