Hasta 48 por ciento de indígenas padecen el mal en su estado crónico, revela encuesta
En el país, 1.4 millones de menores de 5 años, dañados por desnutrición
El 50% de niños que mueren en esa edad fallecen por causas asociadas con ese problema: INSP
Ampliar la imagen En el sur del pa�la desnutrici�r�a afecta hasta 48 por ciento de menores de cinco a�FOTO Archivo La Jornada
En México existen alrededor de 1.4 millones de menores de cinco años con daños por desnutrición, revelan datos de 2000. Este padecimiento, en su estado crónico, se ha convertido en el principal problema de salud pública y afecta mayoritariamente a indígenas en este rango de edad: 44 por ciento contra 1.77 a escala nacional, índice que aumenta hasta 48 por ciento en infantes que residen en la región sur del país.
La Encuesta Nacional de Nutrición de 1999 refiere que la anemia afectó a 27 por ciento de los niños a escala nacional, mientras en los menores pertenecientes a grupos étnicos fue de 35 puntos porcentuales, lo que coloca a ambos grupos en riesgo de perder entre 12 y 15 por ciento de su potencial intelectual y son entre ocho y 12 veces más propensos de contraer enfermedades infecciosas o crónico-degenerativas.
Juan Rivera Dommarco, director del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), expresó en entrevista que el panorama para México es "muy triste": cerca de 20 por ciento de los niños sufren desnutrición crónica; un porcentaje similar anemia y deficiencias de micronutrientes, que van desde 60 por ciento de ausencia de hierro hasta 10 por ciento de ácido fólico. Pero las cosas se complican más cuando se habla de obesidad. Se presenta en 5.5 por ciento de los menores de cinco años, pero en los que ya están en edad escolar alcanza 20 por ciento.
"Yo diría que del total de personas que mueren en este rango de edad, 50 por ciento, mínimo, fallecen por causas asociadas a la mala nutrición, como pueden ser infecciones respiratorias o agudas. En el ámbito mundial hay 11 millones de menores de cinco años que anualmente pierden la vida, y de ésos, la mitad fallecen por esas circunstancias."
Un niño desnutrido presenta estos síntomas universales, como explicó el doctor Héctor Bourges, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán: atrofia, con una afectación temprana al hígado y la mucosa intestinal y posteriormente al músculo, la piel, la colágena y el tejido nervioso; dilución, que es campo fértil para los desequilibrios hidroelectrolíticos de las fases de agudización y disfunción múltiple, pero especialmente notable en el aparato digestivo, el sistema endócrino y el sistema inmunológico, lo que lo hace más susceptible a las infecciones y le genera un círculo vicioso porque la presencia de estos padecimientos precipita mayor desnutrición.
En el caso de los niños en situación de calle, según explicó Verónica Espinoza Ochoa, directora de la organización no gubernamental Artistas por la Calle, éstos presentan en primera instancia estados de sobrepeso por el consumo indiscriminado de comida chatarra, lo que unido a la ingesta de drogas, "da lugar a caídas estrepitosas de su peso y talla, con índices alarmantemente alejados de las escalas mínimas de salud, que finalmente los llevan a una muerte prematura".
Hoy, según Mónica Olivares Sanromán, de la Asociación Mexicana de Diabetes, se diagnostican más casos de este padecimiento en niños y jóvenes por causas hereditarias, producto de malos hábitos alimentarios, obesidad y sedentarismo. Según estimaciones de la Federación Mexicana de Diabetes y la Secretaria de Salud, para el año 2025 casi 20 por ciento de los personas en el país padecerán diabetes. Anualmente se detectan 232 mil casos nuevos. Cada hora la diabetes mellitus provoca la muerte de cinco mexicanos.
Pero entre los casos más difíciles, y aquí se habla de una falta de nutriólogos para hacer frente a la problemática, están los niños quemados. Un análisis hecho por el Hospital Infantil Xochimilco determinó que de 277 afectados, 102 pacientes presentaban algún grado de desnutrición. 88 sobrevivieron y 14 no. Virginia Núñez Luna, perteneciente a este nosocomio, habló sobre los riesgos que corren estos menores si no son atendidos desde el punto de vista alimentario y nutricional. Una quemadura mayor produce, entre otros efectos, un aumento de la tasa metabólica en reposo y consumo de oxígeno con aumento de pérdida de nitrógeno y masa corporal, pero además -producto del estrés posquemadura- degradación severa de grasas, del músculo esquelético, retardo del crecimiento, pobre cicatrización, y disminución de 25 por ciento en el peso no graso.
En el caso de los pacientes con cáncer, una buena nutrición es fundamental para el niño que se encuentra en tratamiento, porque la pérdida de peso o masa muscular está asociada a un incremento en la mortalidad. Generalmente estos enfermos no tienen demasiado apetito, por uno o varios de los siguientes motivos: el entorno del hospital, los efectos secundarios de la quimioterapia o la radiación, depresión, cambios registrados en las células de la boca que pueden ocasionar alteraciones en el gusto de los alimentos, absorción inadecuada de calorías, vómitos y diarrea.